Día internacional de la mujer
Este año celebrándolo desde Caracas, donde impartiré una conferencia sobre talento femenino y maternidad el próximo martes. Y es que parece que, poco a poco, el mundo se va concienciando de la necesidad de recorrer el camino que queda hacia la igualdad de género.
Sin duda, el primer paso es la concienciación de que queda mucho hacer. Por mucho que estemos ya en pleno siglo XXI, eso no implica que hayamos conseguido alcanzar la igualdad y, probablemente, el mayor peligro está las personas que creen que “ya está”. Por ello, lo importante, en mi opinión, es ofrecer información real, datos objetivos que muestren en qué situación estamos. No es una cuestión de opinión, es una cuestión de realidad. Exponer datos reales, explicar, dar a conocer…
Y la modesta aportación que yo puedo hacer a ello es contribuir a poner en valor el talento femenino y la maternidad, un tema del que se habla poco, a través de mi libro “¿Somos malas madres?”. Cuando se habla de maternidad y trabajo, de mujeres que trabajan dentro y fuera de casa, se habla de un modo que parece que están haciendo algo negativo a sus familias.
Existe una cierta presión social, unos patrones preestablecidos que parecen destacar todo lo negativo que puede suponer para un bebé el hecho de que su madre trabaje también fuera de casa. Son temas que se comentan y que se publican. Noticias como la de que “pediatras recomiendan no llevar a los niños a la guardería antes de los 2 años”[1] nos lo demuestran. Y es que el debate pone el foco sobre la madre: ¿quién mejor que la madre para cuidar al bebé? También las opiniones de la gente, los comentarios te llegan aunque no hayas pedido su opinión. Nos hemos acostumbrado a este tipo de valoraciones, aunque, en realidad, los inconvenientes que puede suponer combinar maternidad y trabajo no tienen un respaldo científico.
Mientras que sí existen estudios científicos que demuestran el impacto positivo que tiene esa combinación. Existen muchos estudios científicos acreditados que han analizado la evolución de los hijos de madres que trabajan dentro y fuera de casa y cómo influyen éstas sobre sus hijos. Podemos encontrar estudios internacionales, desde hace décadas, que demuestran que el papel de esas madres en la educación de sus hijos es fundamental, así como el impacto posterior que va a suponer. Aunque nadie se lo haya explicado a todas esas mamás remordidas.
Por ello, me parece necesario poner encima de la mesa estos estudios, la realidad. Explicar los impactos positivos de la maternidad, desterrar creencias que no son ciertas, exponer la necesidad de poner la maternidad en positivo y caminar hacia un nuevo paradigma en lo que se refiere a maternidad y trabajo.
Talento femenino y maternidad
Venimos de un paradigma en el mundo profesional que asocia la maternidad a aspectos negativos. Y es que, hoy por hoy, la maternidad todavía frena la carrera profesional de muchas mujeres, algunas organizaciones siguen viendo la maternidad como un inconveniente y las propias madres pueden vivirla en ocasiones con ansiedad y sentimiento de culpa.
Sin embargo, estoy firmemente convencida de la necesidad de establecer un nuevo paradigma, que considere todos los impactos positivos de la maternidad, en base a lo que demuestran distintos estudios científicos desde hace años, aunque nadie nos lo haya contado.
En un momento en que la sostenibilidad es una prioridad en nuestra sociedad, no podemos olvidar que la maternidad es un pilar imprescindible de ella, y que uno de los ODS -Objetivos de Desarrollo Sostenible- es la igualdad de género.
Es necesario que las organizaciones pongan en valor el talento femenino y que todos seamos capaces de valorar el impacto positivo de la maternidad y del talento femenino. Maternidad y trabajo pueden llevarse mejor, pueden entenderse mejor y ello puede ayudar a crear una nueva visión.
Es hora de cambiar modelos, y de visibilizar que la maternidad es compatible con trabajos exigentes. Es hora de visibilizar role models distintos.
Talento femenino
Diversos estudios llevados a cabo por Universidades como Princeton, Nueva York o Illinois, han señalado que hasta los cinco años, niños y niñas piensan que podrán ser lo que quieran.
A partir de esa edad, de algún modo, su perspectiva cambia….
A partir de ese momento, existe un gap (una ‘brecha’) entre los sueños de los niños y los de las niñas, al que denominaron «dream gap». Barbie tomó ese «dream gap» para iniciar una campaña preciosa en favor de la igualdad.
Vamos a hablar de este gap de los sueños…

«A partir de los cinco años, las niñas dejan de pensar que pueden ser presidentas, científicas, astronautas, grandes filósofas, CEO’s… y la lista sigue».

Los estereotipos culturales se aprenden a edades muy tempranas y se perpetúan sin que nos demos cuenta. Creo, muy sinceramente, que el gran problema que tenemos todavía para alcanzar la igualdad es precisamente la falta de consciencia de la desigualdad que existe. La mayoría de personas –mujeres y hombres– creen que ya estamos en un punto de casi-igualdad. No se dan cuenta de que la realidad NO es así…
Queda camino por recorrer hacia la igualdad de género.
Y, en este ámbito, como en otros, el camino es claro:
El camino hacia la igualdad
es la educación