Innovación se ha convertido en la nueva palabra de moda. Vivimos entre la fascinación y el miedo por este ritmo de cambios constantes y acelerados. Nos encantan las novedades que nos hacen la vida un poquito más fácil, pero nos asustan las consecuencias que este ritmo de cambio tiene. Una economía competitiva debe basarse en el talento y la innovación, puestos al servicio de la sociedad.
La innovación ha pasado a ser la clave para el crecimiento en nuestra sociedad. El futuro pasa por la innovación y yo soy una convencida de que la innovación es humana, siempre. En un momento en el que muchas organizaciones buscan dónde y cómo encontrar innovación, creo que es importante recordar que las personas son la única semilla de la innovación, y que la innovación nace de la mano del sentido de la iniciativa.
Comparto mi artículo de esta semana publicado en RRHH Digital

 

Innovación y emprendimiento

En un mundo en constante cambio, la capacidad de innovación ha pasado a ser una cuestión de supervivencia. Y es que prever el futuro se ha convertido en una tarea difícil y arriesgada, ante la cual Peter Drucker afirmaba: “no hay que tratar de adivinar los cambios que vendrán: hay que crear el futuro”.
La innovación se ha convertido en un reto fundamental para cualquier empresa, en su sentido más amplio –desarrollo de productos, servicios, mejora de procesos,…-. La necesidad de innovar es clara, el cómo hacerlo ya resulta un poco más complejo.
¿De dónde surge la innovación?
Sabemos que la mayoría de innovaciones no proceden del desarrollo de nuevos productos, ni de escuchar al cliente –lo cual suele llevar a la innovación incremental-, sino que las grandes innovaciones acostumbran a crear nuevos conceptos, nuevos espacios de valor o nuevos mercados y suelen venir de una forma diferente de plantear la solución a un problema o a una necesidad.
De los múltiples análisis que se han desarrollado en los últimos años sobre innovación, destaca el trabajo que hizo en su momento Peter Drucker. En los años 80’s, Drucker se propuso formular una “teoría de la innovación”. El autor dedicó años a trabajar con un grupo  de empresarios la relación entre innovación y emprendimiento –incluyendo tanto a pequeños emprendedores como a representantes de grandes empresas, como IBM o General Electric, entre otras-, y el resultado de su trabajo le llevó a publicar el primer libro que relacionaba ambos conceptos. En su libro expone que innovación e iniciativa emprendedora son dos caras de la misma moneda. Peter Drucker terminó su trabajando señalando que no podía desarrollar una teoría de la innovación, pero que sí se podía establecer una práctica, la que tenía relación con la iniciativa emprendedora.
La innovación requiere de la colaboración de las personas que están en una organización, que las personas que trabajan en una empresa puedan aportar ideas y que sean escuchadas.
Creo que no es casualidad que surja la necesidad de promocionar la iniciativa emprendedora en nuestras organizaciones. Debemos ampliar el concepto de iniciativa emprendedora, y entender que es absolutamente aplicable al mundo de la empresa. Las empresas de éxito saben que la iniciativa emprendedora es necesaria en sus organizaciones y, por ello, la fomentan como una fórmula para conseguir estar al día e innovar.
En algunas empresas, la burocracia tiende a crecer exponencialmente y puede ser la culpable, en ocasiones, de entorpecer la iniciativa emprendedora y la innovación.
El tema está, pues, sobre la mesa. Llevamos ya tiempo caminando hacia una sociedad emprendedora, en la que es necesario fomentar la proactividad, y en la que las organizaciones deberán reconocer y fomentar el talento emprendedor, así como encontrar su encaje dentro de la empresa, alineando los objetivos y remando en una misma dirección.
El emprendimiento corporativo en España
Publicaciones cono el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) o el Foro Económico Mundial (WEF) han destacado la importancia del intraemprendimiento por “la probada correlación que existe entre la tasa de intraemprendimiento, el grado de innovación y la competitividad”.
El GEM  analiza, entre otra información, la tasa de actividad intraemprendedora en distintos países -EEA por sus siglas en inglés, que indica el porcentaje de la población de 18 a 64 años que en los últimos 3 años se ha involucrado en el liderazgo de una iniciativa emprendedora para la organización en la que trabaja-, y en su último estudio se sitúa en España en el 1,8%. España es una de las economías desarrolladas con menor tasa intraemprendedora.
Paralelamente, a pesar de haber mejorado en los últimos años, los indicadores de innovación en España también siguen situados por detrás de la media europea y muy lejos de los países líderes en innovación
Muchas de las grandes corporaciones ya están potenciando el intraemprendimiento en su organización, y el emprendimiento corporativo ha pasado a convertirse en uno de los ámbitos de actuación de sus planes estratégicos. Sin embargo, las estadísticas nos muestran que todavía queda mucho camino por recorrer en este aspecto.
En un mundo en constante cambio, en el que el modelo de negocio de las empresas cambia muy rápidamente, en el que el ciclo de vida de los productos se acorta y la esperanza de vida de las organizaciones se está reduciendo drásticamente, es obvio que las organizaciones necesitan detectar e impulsar iniciativa emprendedora de una forma definida y estracturada. Peter Drucker lo predijo ya en 1985. El tiempo parece que le está dando la razón.