LLEVAR IDEAS A LA REALIDAD

Otro fin de semana en Mallorca. Trabajando. Formación a profesores de FOL. Un grupo de profesionales extraordinario. Trabajando sobre ideas en Responsabilidad Social Corporativa, pero, sobre todo, trabajando en cómo llevar las ideas a la realidad.
Somos una sociedad muy creativa. Creo que pocas dudas caben respecto a ello. Fíjate, si no, en ejemplos cotidianos que lo demuestran, como, por ejemplo, la cantidad de ‘memes’ que te llegan vía whatsapp a la que sucede cualquier cosa… Pasa algo y, en unos minutos, tienes un montón de ocurrencias súper graciosas. Alguien le ha sacado punta a la situación y demuestra su creatividad inmediatamente.
La creatividad y las ideas son poderosas, pero las ideas, por sí mismas no son suficientes. Quiénes sobresalen no son quiénes tienen buenas ideas, sino los primeros que las llevan a la realidad.
La creatividad es una habilidad fundamental en nuestra sociedad. Sabemos que es una de las grandes habilidades necesarias para desenvolvernos adecuadamente en un entorno que cambia a una velocidad cada vez mayor, donde es imprescindible ser capaces de crear nuevos conceptos y de ofrecer nuevos enfoques.

Sin embargo, el auténtico valor de la creatividad no puede salir a la luz si la persona no se atreve a llevar su idea a la práctica. En mis clases en la universidad y en mis sesiones de formación, puedo comprobar con frecuencia que existen multitud de buenas ideas, sin embargo, poc@s se atreven a llevarlas a la realidad. Este es un aspecto importantísimo a trabajar para potenciar la habilidad emprendedora de las personas: convencerlas de la importancia de convertir las ideas en realidad. Porque las ideas son importantes, pero…

¿QUÉ PRECIO TIENE UNA IDEA?

Cuando pregunto a mis alumnos qué precio tiene una buena idea, las respuestas son muy dispares… aunque generalmente, comentan lo que se ha pagado en el proceso de venta de alguna startup conocida –como los 21.800 millones de dólares que se pagaron por Whatsapp–. Pero aquí es necesario detenerse y analizar qué es lo que realmente da valor a una idea:

Una buena idea sin ejecución vale muy poco.
Una buena idea con una ejecución realizada de forma aceptable ya tendría más valor.
Pero solo las ideas con ejecuciones brillantes son las que generan operaciones realmente atractivas.

Los inversores no pagan por la idea, pagan por una ejecución brillante de una idea. Debemos tenerlo claro, lo que realmente marca la diferencia es la ejecución de la idea.

Las ideas son necesarias. Son la base de cualquier acción. Si no somos capaces de imaginar algo, no es posible hacerlo. La idea es el paso previo imprescindible. Ya hemos hablado de la importancia de la creatividad para desarrollar ideas que aporten valor.
Pero debemos ir más allá del mundo de las ideas. Debemos ser capaces de llevar las ideas a la práctica. Una idea siempre se podrá mejorar, no lo niego. Pero no se trata de tener la mejor idea del mundo, sino que se trata de llevarla a la práctica.
Si una persona tiene una buena idea y se dedica a darle vueltas, a mejorarla, a repensarla, a analizar todo lo que pueda tener relación con esa idea, pero sin atreverse a llevarla a la práctica, piensa con frecuencia en su idea, sabe que se trata de una buena idea, pero nunca encuentra el momento adecuado para hacerla realidad… ¿de qué le sirve esa idea? Sin pasar a la acción, la idea no sirve de nada.

LA EJECUCIÓN

«La creatividad y las ideas son poderosas, pero las ideas, por sí mismas no son suficientes».

Todos tenemos ideas. Pero es bueno recordar que, cuando yo tengo una idea, en un mundo con más de 7.000 millones de habitantes, existe una alta probabilidad de que la hayan tenido también otras personas. ¿Qué sucede con una idea? Una persona puede convertir una idea en un proyecto fantástico y de éxito. Y esa misma idea en la mente de otras personas, puede quedar en nada. ¿Qué marca la diferencia para que una misma idea se transforme en un éxito o no?
La diferencia radica en la ejecución. La forma en la que una persona lleva a la práctica esa idea es la que la convertirá en una realidad que funciona o no. Y eso aplica para cualquier idea, ya sea en el ámbito profesional o en el personal.
El hecho de pasar a la acción es determinante y, aunque parezca algo obvio y lógico, en la práctica muchas personas se encallan en esta parte de emprender una idea.
Es necesario buscar fórmulas que nos ayuden a materializar ideas, que nos impulsen a convertir en realidad la idea que hemos tenido. Desde mi libro ¡Vamos!, te propongo 3 fórmulas que impulsan a la acción, que han ayudado a muchas personas a ponerse en marcha de forma exitosa y de las cuales su eficacia está fuera de toda duda:

1

Empieza probando tu idea…

El planteamiento de Eric Ries

El sistema de probar tu idea en el mundo real es la metodología denominada «lean startup» de Eric Ries. El método lean startup actualmente se aplica en las escuelas de negocios de todo el mundo. El objetivo es conocer lo antes posible si tu idea puede convertirse en un proyecto viable o no. Si no es viable, desecharla sin invertir ni demasiado tiempo ni demasiados recursos. En caso de que sea viable, ir haciendo modificaciones a la idea inicial para adaptarla a lo que realmente valoran los destinatarios de esa idea.
En lugar de despilfarrar tiempo y esfuerzos en mejorar esa idea sobre el papel y en sofisticados business plan, lo importante es poner a prueba la visión que tienes. Y la mejor prueba es salir a la calle y comprobar si tu idea realmente interesa.

«No hay nada tan inútil en el mundo

como hacer con gran eficiencia

lo que no debería hacerse en absoluto»

Peter Drucker
Y es que este caso no se da solo en el mundo de los emprendedores. Lamentablemente, existe mucha gente con buenas ideas para poner en práctica en su vida personal o profesional… pero que no encuentran el momento de materializarlas. Hay que ir con cuidado de no caer en la parálisis del análisis.

2

Practica el optimismo,

Martin Seligman te explica por qué

Podemos aprender a ser optimistas. Eso no quiere decir que sea fácil, ya que mantenerse optimista en un mundo negativista, ante tantos problemas y envueltos en situaciones difíciles requiere de un esfuerzo importante.
Martin Seligman, reconocido psicólogo americano, uno de los creadores de la psicología positiva, publicó su libro «El optimismo (es una ventaja y un placer que) se adquiere». En este libro, tras haber realizado varios estudios sobre la depresión, Martin Seligman explica que el estado depresivo se fragua no solo a partir de disposiciones genéticas, sino también por una concatenación de pensamientos que, favorecen la tristeza y conducen a una enfermedad real. Y pudo comprobar que actuando sobre este proceso, haciendo un esfuerzo por enderezar la interpretación de la realidad y saliendo de esa tendencia a la tristeza, el desplome se corrige y es posible, mediante aprendizaje, afrontar una misma situación adversa con resultados muy diferentes.
Si se afronta una situación complicada desde el optimismo, se incrementan las probabilidades de resolverla correctamente.

No  se trata de negar la realidad, sino de afrontarla con una expectativa optimista, ya que en muchas ocasiones confiar en un resultado positivo y trabajar con mejores expectativas contribuye, según los estudios realizados, a conseguir los resultados deseados. Existe una correlación positiva entre la actitud optimista y la consecución del logro.
Aprender a ser optimista requiere trabajar contra aquellos obstáculos que nos impiden ser felices: la propensión a fijarte en lo negativo, a creer que siempre va a ocurrir lo peor, el hábito de magnificar los contratiempos y las adversidades o el de creer que tu elección siempre es la incorrecta.

3

Aunque tengas miedo, házlo igual…

El poderoso consejo de Susan Jeffers

Ante los cambios o ante la acción, sentimos miedo. El miedo es una emoción muy presente en nuestras vidas que nos impide hacer muchas cosas. Un paso muy importante para conseguir nuestro objetivo es atrevernos a vencer el miedo.
Preferimos evitar el miedo y nos instalamos en nuestra zona de confort. Permanecer en la zona de confort no es equivalente a estar confortables, sino que significa que nos instalamos en una rutina determinada, a la que nos acostumbramos  y no nos atrevemos a salir de ella.

Es posible que esa rutina

no tenga nada de confortable.

Por ejemplo, una persona que lleva años en el mismo puesto de trabajo. El trabajo no le acaba de satisfacer ni de llenar, pero es el trabajo que conoce, está en su zona de confort. Se sentiría mejor en un trabajo que le motivara, pero para ello tendría que salir de la zona de confort, buscar otras opciones, esforzarse por conseguirlas… y eso requiere coraje, reunir la valentía necesaria para cambiar de trabajo.
Vencer el miedo es posible. El secreto está en sentir el miedo y hacerlo de todos modos.  Nos lo explica Susan Jeffers en el libro del mismo título «Aunque tenga miedo, hágalo igual».
Susan Jeffers es una psicóloga norteamericana que conoce muy bien el tema. Ella explica que pasó una parte de su vida resignada a vivir insatisfecha, sin atreverse a hacer lo que quería hacer por miedo. Hasta que un día decidió dejar atrás ese miedo, convirtió sus ideas en realidad y se animó a explicarlo en un libro que la convirtió en autora bestseller a nivel internacional.

Ya ves, las ideas son importantes, pero la acción es lo que marca la diferencia. Y existe método para pasar a la acción.

IDEA Y ACCIÓN

«Debemos tenerlo claro, lo que realmente marca la diferencia es la ejecución de la idea».

Las ideas son importantes porque son el origen de cualquier proyecto. Sin las ideas sería imposible empezar algo nuevo, sería imposible innovar. Pero cuando tienes algo por hacer, un proyecto por desarrollar –profesional o personal–, la idea es solo una pequeña parte del camino… tras la idea, te queda mucho por recorrer.

Piensa y planifica, pero…

pasa a la acción,

si no, te quedarás solo con la idea.

La acción es lo que separa a alguien que tiene ideas…

de alguien que las  hace

(el lema de mi libro ¡Vamos! )

No dejes que se quede solo en sueños…

Sigo buscando dónde estás

 
Artículo publicado en INED21