Vivimos una realidad complicada. El mundo tiene problemas por resolver. Los problemas nos rodean con mayor frecuencia de la que quisiéramos. Solo es necesario mirar a tu alrededor para darte cuenta.
Y la solución a los problemas pasa por la necesaria voluntad de las partes de querer resolverlos.
Ante un problema, no sirve fingir que no existe, como tampoco sirve enrocarse en posturas inamovibles, tampoco sirven las recetas fáciles para terminar con ellos de un modo simple y rápido. Ante un problema, hay que ser valientes y afrontarlo, hay que escuchar, hay que entenderlo y buscar la solución desde las distintas partes, algo realmente muy difícil.
Y, aunque en algunos problemas se avanza poco y tienen una perspectiva de solución complicada, hay otros en los que parece que se va logrando dar pequeños pasos.

Premios Nobel

En la última semana hemos conocido el nombre de los ganadores de los premios Nobel, entre ellos el Nobel en Economía. Y es que estamos viviendo un momento en el que, a pesar del crecimiento de la economía en términos absolutos, la distribución de la riqueza es cada vez más desigual. Vivimos en un mundo más rico que hace unos años, pero también con mayor desigualdad.
La economía crece, pero no todo el mundo lo nota. La desigualdad en los ingresos de las personas está en aumento. Algunos informes, como el Oxfam de 2018, indicaban que el 82 por ciento de la riqueza creada en 2017 fue a parar al 1 por ciento de la población más privilegiada económicamente, mientras que el 50 por ciento en los estratos sociales más bajos no vio ningún incremento en sus ganancias.
El Informe sobre desigualdad social de 2018 de la Paris School of Economics muestra que la desigualdad ha incrementado prácticamente en todo el mundo, aunque en distintos momentos y a distintas velocidades. No es de extrañar que, por ello, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por las Naciones Unidas en 2015, el número 10 sea el de reducir las desigualdades en el planeta antes de 2030.

Algo a lo que han dedicado sus esfuerzos los investigadores norteamericanos Esther DufloAbhijit Banerjee y Michael Kremer, ganadores del premio Nobel de Economía 2019 por sus investigaciones para reducir la pobreza en el mundo. La noticia me parece especialmente importante y me alegra por dos motivos:

  • Por el hecho de que Esther Duflo es la segunda mujer en conseguir un Nobel de Economía – la primera fue Elinor Ostrom– y eso es algo que hay que celebrar.
  • Y por el objetivo que persigue su investigación: reducir la pobreza en el mundo.

El jurado ha premiado una investigación que tiene un objetivo muy claro, y en el que llevan varios años trabajando: reducir la pobreza y, además, lo hace desde una metodología novedosa. Su modo de investigación es diferente al tradicional en su área, ya que fueron los primeros en aplicar metodología experimental para luchar contra la pobreza, realizando ensayos para comprobar qué medidas funcionan y qué medidas no, al igual que se hace con ensayos en Medicina.
Técnicamente, el tipo de pruebas que realizan se llaman pruebas aleatorias (RCT’s   randomized controlled trials) y son muy similares a los ensayos que hace la medicina para saber si funciona o no un fármaco.
La prensa se ha hecho eco del premio y leo vía Internet un artículo interesante ¿Por qué han dado el Nobel de Economía a Duflo, Banerjee y Kremer?
En el artículo, se expone que fue el Dr. Kremer quién realizó los primeros experimentos en Kenia en los años noventa. “Quería saber cuál era la mejor manera de aumentar la tasa de escolaridad de los niños. Y resultó que no era ni construir más colegios, ni regalar libros, ni contratar uniformes. Lo más efectivo era tratar a los a los niños de los gusanos intestinales que les provocaban diarreas constantes y les dejaban sin fuerzas.”
El mismo enfoque lo aplicaron a diversas medidas concretas, como por ejemplo a cómo conseguir aumentar la tasa de vacunación en países pobres. El resultado del ensayo fue que la medida más efectiva era regalar 1 kg de lentejas a las madres que llevaran a sus hijos a vacunar.

Su objetivo es investigar para conseguir medidas concretas, tangibles y que sea posible poner en marcha. Ponen el foco en hacer. El artículo menciona que “en el año 2003 Duflo, junto al que había sido su director de tesis (y ahora marido) Banerjee creó el laboratorio de la pobreza (J-PAL) para promover este tipo de investigación experimental. La idea era conseguir tejer una red de economistas y científicos sociales que aplicaran las pruebas aleatorias para seguir averiguando cómo mejorar la vida de los más pobres”.
Cuentan con el apoyo de diversas organizaciones, entre las que destaca la Fundación Bill y Melinda Gates.
Conseguir detectar pequeñas medidas, que realmente impulsen a cambios poderosos.

La visión de la pobreza

“Nuestra visión de la pobreza está dominada por caricaturas y clichés” declaró en una entrevista Esther Duflo. Y es necesario desterrar clichés que no son ciertos.
En muchas ocasiones, parece que determinadas acciones de gran volumen, políticas muy visibles, son las realmente importantes. Se cree que es necesario –y suficiente– con hacer donaciones a países pobres. La realidad demuestra que, muchas veces, este tipo de medidas sirve más para aumentar las ratios de corrupción de esos países que para reducir su índice de pobreza.
Buscar qué medidas son realmente efectivas, descubrir cuáles conducen a resultados y comprobar que muchas veces son medidas sencillas y que se pueden llevar a la práctica fácilmente es un gran logro. Siempre he creído en el valor de la sencillez:  lo sencillo suele ser más difícil que lo complejo. Tienes que ser muy buen@ para llegar a ser sencill@ y debes ser muy valiente para defenderlo.
Es necesario poner en valor a tod@s l@s profesionales que trabajan con rigor, con responsabilidad y con la voluntad de hacer su aportación para que el mundo sea un sitio mejor. Profesionales en todas las áreas de actividad, porque las mejoras se necesitan en todos los ámbitos.
“Cuando eres economista, la gente piensa que estás interesado en las finanzas o que trabajas para los ricos, pero no es forzosamente el caso”, declaraba Duflo, como profesional interesada en problemas sociales y que trabaja en su solución. También desde la Economía se puede trabajar para hacer mejor el mundo.

Creo que trabajar con una clara vocación de servicio a la sociedad es una muestra de grandeza, que dice mucho de las personas. La grandeza no se consigue por la posición jerárquica, nunca he creído en los modelos de líderes que se creen que lo son por una simple cuestión de rango, me molesta la palabra “autoridad” por su rango… soy una convencida de que la autoridad se gana con la vocación de ayuda a los demás y con la contribución real a la sociedad. Y vivimos un momento en el que debemos trabajar por resolver muchos problemas.

Un aplauso por el premio Nobel de Economía 2019

Bien por poner en valor el talento femenino –siempre ha estado allí, aunque no siempre se le haya reconocido sus contribuciones– y bien por poner en valor la sana aspiración de perseguir un mundo mejor.
Y un aplauso por todas las personas que trabajan por hacer el mundo un poquito mejor.
Tod@s estamos llamad@s a aportar nuestro granito de arena para construir un mundo mejor, desde nuestra vida personal y desde nuestro trabajo. Es necesario el esfuerzo personal de cada un@ para conseguir resolver los problemas que existen a nuestro alrededor.

Estoy convencida de que tenemos un enorme poder,

el poder de impactar en la vida de los demás.

Deberíamos ser más conscientes de nuestra capacidad de cambiar el mundo…

Better Place

Artículo publicado en INED21