Cuando terminas una semana de trabajo muy intensa, en la que solo has podido dormir unas 5 horas al día, en la que no has pasado más de 2 noches en una misma ciudad, con tu equipaje a cuestas y con una lista de «to do’s» interminable que no consigues reducir… resulta que solo la puedes terminar de dos modos: con agobio y estrés si tu trabajo no te gusta, o feliz… si tu trabajo te llena el alma.

Y sigo sin parar… y me siento feliz

Vaya semana tan maravillosa… Trabajando entre Madrid y Huelva, en proyectos que no me pueden apasionar más. En Madrid, trabajando en un proyecto de Innovación para una organización empresarial líder, con equipos extraordinariamente motivados, y en Huelva participando en el evento Espacio Knowmads 19.

Por qué he tenido la suerte de estar hoy aquí…

En ambos proyectos, no pude evitar empezar explicando los motivos que me habían llevado allí… «por qué he tenido la suerte de estar hoy aquí…» fueron las palabras textuales que utilicé (en ambos casos). Tengo la suerte de estar hoy aquí porque en un momento determinado de mi vida decidí hacer lo que yo quería hacer… no lo que los otros esperaban que yo hiciera.

Crédito imagen: Fundación CajaSol
Quiénes me conocen, lo saben… Durante muchos años, me dediqué a hacer aquello que los demás esperaban que yo hiciera…
¿Ciencias o letras? ¿Qué es más difícil…? Pues eso…
En ESADE, mis notas en Finanzas eran «matrícula de honor», pues hay que hacer Finanzas..
En mi primer trabajo. ¿Cuál es la organización con un proceso de selección más difícil? Pues allí…
Externamente, tienes la vida perfecta. En un puesto de trabajo sensacional, en una organización con imagen ideal, con apariencia impoluta y con traje impecable. La vida profesional, como la vida misma, te acaba llevando por caminos muy curiosos. Pero, al final, nada es lo que parece
Vivimos en una sociedad llena de prejuicios. De conceptos preestablecidos y de caminos pautados. Parece que la sociedad está obsesionada con una especie de cliché de vida perfecta que se atreve a imponer a las personas. Debes moverte dentro de unos parámetros concretos para aparentar tener esa vida perfecta. Y así, sin darte cuenta, vas cayendo en una espiral que te impone lo que debes hacer, vas cediendo a presiones que te empujan hacia ese camino que se espera que sigas.
Hasta que un día te levantas y te das cuenta de no estás haciendo lo que tú quieres hacer…

Los 5 lamentos antes de morir

Probablemente, influyó el hecho de que descubriera a la enfermera Bronnie Ware en una publicación deHarvard Business Review. Bronnie Ware es una enfermera australiana que pasó varios años trabajando en una unidad de cuidados paliativos, atendiendo a enfermos en sus últimas semanas de vida. Ware hizo una recopilación de lo que le comentaban estas personas.
Es curioso cómo la gente, al final de su vida, tiene una claridad de visión enorme y una mayor perspectiva de lo que ha sido su existencia. Y Ware cuenta que la mayoría de personas coincidían en destacar temas comunes, que surgieron una y otra vez. ¿De qué se lamentan las personas en ese momento? Pues, el primer lamento de las personas antes de morir es este: «Ojalá hubiese tenido el coraje de vivir la vida que yo quería vivir, no la que los demás esperaban de mí…».

Al leerlo, me asusté al verme reflejada ahí… realmente, yo estaba haciendo lo que los demás esperaban que yo hiciera, y no estaba escuchando a mi yo interior, ni prestando atención a todo lo que yo quería hacer, y eso me hizo abrir los ojos y replantearme muchas cosas.

Decidí dedicarme a lo que realmente me apasionaba, el mundo de la Educación y la Formación, a un mundo en el que puedes ayudar a las personas a crecer y en el que siento que es «mi elemento»… En el momento en que decidí dejar el mundo financiero y cambiarlo por el mundo de la educación, en mi entorno, muchos no lo entendieron, que renunciara a mi trabajo estable y exteriormente perfecto para dedicarme a algo que, según ellos, está menos valorado… Pocos lo entendían. Para mí, era clarísimo.

Hay trabajos que te llenan los bolsillos,

pero que no te llenan el alma

Desde entonces, estoy trabajando en lo que a mí me apasiona. Mi trabajo tiene un por qué clarísimo.
El cambio mereció la pena. Esos momentos de claridad ocurren a veces, sé que no me ha sucedido solo a mí, todos los días escucho a personas que me cuentan un caso muy similar al mío… Me lo cuentan en Huelva, me lo cuenta Annel en una formación, hay quién me escribe por email para contármelo… y cuando me siento a tomar mi café con leche y cojo la prensa para leer un poco, por una de esas casualidades increíbles que suceden en mi vida, voy y me encuentro con La Contra de La Vanguardia que justamente habla de lo mismo…

En algunas formas de triunfo hay mucho vacío

En una nueva Contra, Lluís Amiguet entrevista a André Agassi –tenista de élite que ha sido el único ganador de los siete títulos más cotizados de tenis individual masculino–  y éste le cuenta cómo fue su etapa profesional como tenista.
El tenista estrella de finales de los 80 y principios de los 90, ganador de 8 torneos Grand Slam y 17 títulos de la ATP, odia el tenis. Lo confesó hace unos años abiertamente en su libro de memorias «Open».
Frente a la que fue su apariencia externa perfecta de deportista de éxito, la realidad era que Agassi detestaba el tenis y su vida era una especie de infierno, se dedicaba al tenis porque su padre se obsesionó con convertirlo en un astro del deporte, para que tuviera un vida mucho mejor de lo que había sido la suya –un inmigrante iraní en Estados Unidos–.
Le sometía a sesiones de entrenamiento inhumanas, vivía con una sensación tremenda de soledad humana y se sentía sometido a excesiva presión, con inseguridades enormes –como la que le provocó su calvicie y el miedo a mostrarla, que le llevó a jugar con peluca, preocupado porque no se le cayera en medio de un partido–… una larga lista de anécdotas que demuestran que su realidad era muy diferente a cómo la veían los demás desde fuera.
Es curioso como cuenta cuál era el verdadero problema:

«El verdadero problema es que estaba fingiendo, que no estaba intentando ser yo mismo. Eso era lo que me impedía vivir el momento…
Al retirarme descubrí que el reto no era ser el mejor ni el más guapo, sino ser yo mismo».


Crédito imagen: Fundación CajaSol
Y cuenta su satisfacción actual de poder dedicarse ahora a lo que verdaderamente le gusta, con su propia empresa de tecnología y, sobre todo, invirtiendo en fundar colegios que lleven a sus niños hasta la universidad, aunque sus familias no puedan pagarla.
Agassi lo tiene muy claro… «en algunas formas de triunfo hay mucho vacío».

El éxito lo decides tú

El éxito no está en llegar donde los demás esperan que llegues. El éxito está en ser quien quieres ser, ya lo comenté en INED21… el criterio es el que tú determines.
La definición de «éxito» siempre ha sido complicada.
Para el DRAE éxito es, en su primera acepción, el ‘resultado feliz de un negocio, actuación’. Para muchas personas, éxito se asimila a ‘fama’ o a ‘reconocimiento’. Sin embargo, etimológicamente, el término éxitoproviene del latín «exĭtus», que significa ‘salida’ (en inglés, el término es claro, y podemos ver indicadas las salidas con el letrero de «exit»). Por ello, cada ser humano tiene su propia definición de éxito, cada persona debe conocer qué es éxito para ella.
A mí, personalmente, me gusta la definición:

Éxito es estar dónde quieres estar

Y para conseguir estar dónde quieres estar, es necesario que tengas tus objetivos claros, pararte a reflexionar de vez en cuando y trabajar –muy duro– para conseguir llegar allí.
Permítete tiempo para reflexionar sobre cuál es tu por qué, qué te mueve…

Todos somos valientes…

solo necesitamos el por qué

Gracias a tod@s l@s que habéis estado en mi vida esta semana, no podía ser más bonita… gracias (en Huelva) a DavidLauraEvaHelenRaquelAlfonsoAurora (s),  EnriqueAndrésSantySeveRuth,Marta, tod@s l@s que estuvisteis en EKHuelva19… y (en Madrid) gracias a RebecaCarmenÓscarJuan Carlos y a esos equipos maravillosos con los que he compartido tiempo. Cuando estoy con vosotr@s, veo mi por qué…

Why?

Why do people fall in love…?

Artículo publicado en INED21