Hay personas que tenemos ese puntito perfeccionista que nos lleva a mejorar siempre lo que hacemos. Es inevitable, es algo que va conmigo…
Salí hace poco de una formación en una organización muy dinámica, estaba muy satisfecha con el trabajo, todo había ido muy bien, cumplidos los objetivos, el nivel de implicación y de satisfacción de los participantes buenísimo… y, sin embargo, una persona me comentó que le habría gustado que hubiéramos incluido un punto más en la sesión, comentar un pequeño detalle que yo no había incluido.
Debo confesar que, después de ese comentario, salí de allí con los biorritmos muy bajos, preocupada por el hecho de que alguien se hubiera quedado con la idea de que faltó un pequeño detalle. Si ya sé, era un pequeño detalle, pero ese detalle hacía que el trabajo no fuera perfecto o no fuera todo lo bueno que debía ser.

Le estuve dando vueltas en mi cabeza durante horas –de hecho, ese día cené y me fui a dormir muy tarde–, hasta llegar a la conclusión de que había unos motivos determinados de por qué no había incluido ese detalle y sí otros en su lugar.

Así, que escribí a esa persona un mail para argumentarle el porqué de mi decisión, indicando por qué incluí lo que incluí. Y aproveché para mandarle información detallada sobre lo que a él le hubiera gustado, para que pudieran completarlo con ese punto cuando quisieran.

Envié un mail con argumentos muy detallados y un pequeño dossier de trabajo, y así pude quedarme tranquila de que había hecho todo lo que estaba en mi mano para que el nivel de satisfacción fuese lo más alto posible. Habrá quien piense que es una tontería, pero para mí era importante. A la mañana siguiente, recibí un mail de felicitación por el trabajo del día anterior y por ese plus que había preparado, una felicitación muy efusiva y que me pareció muy especial y, la verdad, tras leerlo, me quedé absolutamente tranquila y feliz.

Siempre he creído que si algo es mejorable, y está en tu mano, debes hacerlo. Por el contrario, si esa mejora no está en tu mano, debes aceptar la situación y asumir que no podrás cambiarlo. Aspirar a mejorar tu trabajo me parece un aliciente al propio trabajo.
UN POCO MÁS
Ese plus, de querer alcanzar el punto máximo que puedes alcanzar, es el que marca la diferencia.

Mejora continua

Semana laboral de 4 días, mayoritariamente trabajando en Madrid. Trabajando con una de las mejores consultoras del mundo, han sido días maravillosos trabajando con grandes profesionales, dedicando tiempo a profundizar en los procesos de innovación y en cómo poner a las personas en el centro. Un trabajo sensacional en resultados, y es que trabajar con profesionales de gran nivel tiene siempre un retorno espectacular.
La búsqueda de la mejora continua es un reto para cualquier organización, sea del sector que sea y trabaje en lo que trabaje.
Mi manera de ser, esa aspiración constante a ‘un poco más’ es algo que enlaza a la perfección con mi trabajo, trabajar en la búsqueda de la mejora continua en las organizaciones. En un mundo en constante cambio, no sirve quedarse parados, haciendo lo mismo que hacíamos ayer. Sin la búsqueda de la mejora, es muy fácil que nos desbanquen.
La búsqueda de mejora constante puede abordarse de varios modos, pero para mí, lo más relevante es el hecho de poner las personas en el centro. Las personas de una organización son quiénes mejor conocen el producto, el sector, el cliente, la empresa… Y, por tanto, son quiénes más valor pueden aportar, a la organización y a la sociedad. Aunque cambiar siempre es difícil, estoy convencida de que cambiar merece la pena.
UN POCO MÁS

«Sin la búsqueda de la mejora, es muy fácil que nos desbanquen»

Tengo la enorme suerte de ver los resultados conseguidos por esas grandes empresas que confían en mí en sus proyectos, proyectos para promover nuevas metodologías de innovación y de comprobar lo bien que valoran el resultado del trabajo realizado. El cambio nunca es fácil, y ello provoca muchas veces que las personas lo eviten. Sin embargo, yo tengo una máxima muy clara: El cambio duele, pero el no cambio, mata.

La diferencia que marca ‘un poco más’

Por ello, en nuestro día a día, puede ser muy importante trabajar en aquello que se puede mejorar. Y es que, a veces, los pequeños detalles marcan grandes diferencias. Más todavía si ese ‘poco más’ es algo mantenido en el tiempo.
Puede comprobarse incluso a nivel matemático. Pasar de 0,99 a 1,01 puede parecer irrelevante, ¿verdad? Pues fíjate la diferencia que puede llegar a existir cuando ese número lo elevamos a ‘n’:

El límite de una opción u otra si llevamos n a infinito es radicalmente distinto.
Ese poco más puede marcar una diferencia enorme.
A todos los que aspiramos a alcanzar sueños, ese ‘poco más’ es imprescindible

Lo imposible solo tarda un poco más

En definitiva, como dice Benedetti, «lo imposible solo tarda un poco más».

Esa frase es uno de mis lemas, casi resonando a perpetuidad en mi cabeza…

un poco más, un poco más…

dar, y esperar también, siempre un poco más.

Creo que aspirar a más es lícito, en lo profesional y en lo personal…

Siempre un poco más

Love me harder

 
Artículo publicado en INED21