Mis tiempos de espera en los aeropuertos suelen ser para escribir. Aeropuerto de Schonefeld, vuelta a casa, y aprovechando porque el sábado estaré trabajando –última clase de este curso en un programa de Máster– y me resultará imposible.
Vuelta de Berlín. Dicen los alemanes que Berlín no es Alemania. Es obvio que es su capital, pero se refieren a que su forma de vivir, el aire que se respira allí es muy distinto al que encuentras en el resto del país… En Berlín, no se cumplen todos los tópicos alemanes. Berlín es una ciudad más alternativa, más internacional, más hipster… que el resto del país, sin duda.

Berlín es una ciudad diferente,

con personalidad

No es habitual ser diferente a lo que tienes alrededor, siempre digo que tenemos tendencia a mimetizarnos con nuestro entorno, a hacer lo mismo que hacen quiénes nos rodean, a seguir rutinas, a dar por supuesto que lo que hacemos se hace de ese modo –y no de otro– y a vivir influenciad@s por nuestrosparadigmas. Sin darnos cuenta.
De ahí, la importancia de ser conscientes de ello, de vez en cuando. A veces, es bueno parar y cuestionarte qué estás haciendo, cómo lo estás haciendo y si ese es el mejor modo de hacerlo… puede parecer absurdo, pero no lo es en absoluto.

La necesidad de cuestionarlo todo

Fragmento de mi libro ¡Vamos!

Vivimos enormemente influenciados por nuestros paradigmas.
La palabra «paradigma» proviene de griego παράδειγμα y significa ‘modelo’ o ‘patrón’. Originalmente, fue un término científico que, posteriormente, se generalizó y que actualmente se emplea como sinónimo de ‘marco de referencia’. El paradigma es la manera como vemos el mundo, en el sentido de cómo lo interpretamos. Stephen Covey lo definió gráficamente como un «mapa de nuestra realidad».

El mapa no es la realidad, pero nosotros la vemos así. De ahí, la importancia de ser conscientes de nuestros paradigmas y del poder que tiene cambiar un paradigma en nuestra mente.

Vivimos «programados» para reaccionar de acuerdo a nuestros paradigmas y, si no nos detenemos a pensar en qué estamos haciendo, la tendencia es a perpetuar siempre lo mismo, a hacer las cosas del mismo modo, sin preguntarnos el porqué. Para poder ser realmente creativos, es necesario que nos replanteemos los temas y nos cuestionemos el porqué de las cosas.
Una fórmula básica para que consigas ser más creativ@ es la de cuestionar lo que haces y cómo lo haces.
La frase más peligrosa que existe es Siempre lo hemos hecho así. Damos por hecho que las cosas deben ser de una determinada manera por el simple hecho de que venimos haciéndolo así desde hace mucho tiempo. Solemos tener el hábito de repetir el modo de hacer las cosas. Por ello, es importante analizar la forma en que haces algunas acciones y cambiarlas.
Peter Thiel, en su libro «De cero a uno» nos da su visión sobre el proceso creativo. En el libro, Thiel expone que existen dos tipos de progreso:

Progreso horizontal

El «progreso horizontal» es aquel que toma algo que ya funciona para extenderlo a otros ámbitos. Esta es la fórmula para pasar de 1 a n.

Progreso vertical

El «progreso vertical» es el que se genera con la creatividad, con la capacidad de generar nuevos conceptos y para Thiel es el más valioso, el que permite pasar de cero a uno.

Si el «progreso vertical» es deseable, ¿cómo se puede conseguir? Para Thiel, las claves están en:

Partir de planteamientos que empiecen de cero: es necesario preguntarse el por qué de todo y cuestionarse cualquier premisa.
Realizar un proceso de investigación minucioso, necesario en cualquier proceso creativo que busque aportar valor.
Formar equipos plurales de personas con talento, para potenciar y mejorar las ideas que aportan valor.
verificar siempre que la idea aporta valor, ya que es el gran objetivo de la innovación.

Las grandes innovaciones no se producen, generalmente, por el descubrimiento de una nueva tecnología o un nuevo producto, sino por la capacidad de cuestionar aquello que se asume como punto de partida.
Es sorprendente  la capacidad que tenemos de asumir todo como invariable. En este momento, mientras estoy escribiendo tengo delante de mí el típico teclado que acostumbramos a utilizar. El orden de las teclas es absolutamente caótico y, sin embargo, es el que se utiliza de forma generalizada.
¿Y SI TU MUNDO CAMBIA MAÑANA?
Se denomina teclado ‘qwerty’ por el orden en que encontramos las teclas y si te preguntas el por qué de este orden es porque este teclado se diseñó para las máquinas de escribir. Como las palancas se enganchaban entre sí, decidieron separar las letras de acuerdo con las combinaciones menos frecuentes y evitar así problemas mecánicos.
No tiene mucho sentido que, actualmente, sigamos utilizando el mismo diseño de teclado, y, sin embargo, aquí está porque nos parece «lógico» seguir utilizando el mismo sistema. A mí, personalmente, me parece peligroso situar la tecla «B» al lado de la tecla «V», especialmente cuando usamos el pequeño teclado de los smartphones.
Cuestionar el por qué es una gran palanca de creatividad y, por extensión, de innovación.
El famoso «¿y por qué?» de los niños es un gran método para potenciar la creatividad. Fíjate en cómo un niño se plantea absolutamente todo. Con los años, perdemos esa espontaneidad y pasamos a asumir que las cosas son de una determinada manera… cuando no tienen por qué ser de esa forma.
Otro ejemplo muy claro lo encontramos en el planteamiento de Henry Ford. Henry Ford nació en una familia humilde y se formó como técnico maquinista en la industria de Detroit. Hacia finales del siglo XIX, cuando los alemanes Daimler y Benz empezaron a lanzar al mercado los primeros automóviles, Ford se interesó por ese invento y empezó a construir sus propios prototipos con el objetivo de conseguir fabricar un automóvil sencillo y asequible destinado al consumo masivo de la familia media.
Hasta ese momento el automóvil había sido un objeto de fabricación artesanal y con un coste muy elevado, destinado a un público muy limitado. Con su modelo T, Ford puso el automóvil al alcance de las clases medias y revolucionó la industria del transporte. Ford explicaba que él se planteaba el modo de cambiar lo existente. Una de sus frases más conocidas fue «si les hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido».
El mundo del transporte cambió… y lo sigue haciendo.

No hay sector a prueba de cambio…

No hay sector que esté a prueba de cambio. Aunque nos resulta más fácil anticipar cambios en otros sectores que en el propio. Y es que el mundo de la educación no estará exento de cambios… ¿hacia dónde evolucionará?

La Educación también puede ser

diferente…

En medio de mi reflexión sobre cómo cambian las cosas, mi amigo Tom me manda un enlace porwhatsapp a una noticia sobre el futuro de la educación: «In 15 years we’ll be able to upload education to our brains».  ( ‘En 15 años, seremos capaces de cargar educación en nuestros cerebros’).
Un texto para pensar. En él, Zoltan Istvan expone su visión sobre el futuro de la Educación… y se pregunta si seguirá existiendo como tal. Un futuro muy complicado, a su modo de entender, algo que fundamenta en base a nuevas investigaciones en el mundo emprendedor:
Elon Musk y otros emprendedores del área de brainwave technology están invirtiendo en esta línea, si consiguen los resultados que esperan, las universidades tradicionales ya no serán relevantes en las próximas décadas, porque podremos descargar la educación directamente en nuestro cerebro.
Istvan indica que cuando comenzó a explicar que considera que la brainwave technology podría dominar gran parte de nuestro sistema de educación formal para el año 2038, la audiencia le observaba con mucho escepticismo. Sin embargo, está convencido de que se está acercando ese momento.
La inversión que se está realizando en tecnología de encefalogramas y similares está creciendo de forma muy importante, especialmente en el estado de California, lo cual ha provocado ya que la FDA haya creado las guías para regular este tipo de tecnología.
GoogleApple y Facebook tienen a gente investigando en ello. Elon Musk cree que su compañía Neuralink–empresa de neurotecnología creada para el desarrollo de interfaces cerebro-computadora implantables-dispondrá de producto para llevar al mercado en unos 10 años–.

Son muchas las señales que parecen indicar que ese cambio en la forma de asimilar conocimientos podría estar más cerca de lo que creemos. Y Zoltan Istvan está convencido de que en unos años podremos descargar en nuestro cerebro el equivalente a libros enteros de álgebra, de filosofía o de historia… y aunque cree que al principio será una inversión extremadamente cara, este es un mercado de masas y cree que terminará siendo asequible a la gran mayoría de personas. Cree, en definitiva, que puede ser un negocio enormemente lucrativo y eso lo impulsa de un modo fulminante.
Reconozco que me cuesta ver un cambio así. Cuando Tom me pregunta mi opinión sobre ello, la tengo clara… me resisto a creer que la educación sea algo que simplemente se pueda «cargar» en el cerebro, que defiendo que siempre habrá un factor diferencial en cada persona… Vale, ok, se podrán traspasar datos, podrás tener una determinada información en tu cerebro y, entonces, ¿qué haces con ella? ¿Cómo la aplicas? ¿Cómo la utilizas? No creo que todo el mundo pueda gestionar igual una determinada información, me parece que continuará siendo necesario desarrollar ciertas habilidades… aunque, tal vez, me equivoque y el tiempo le acabe dando la razón al autor del artículo y el concepto de Educación en unos años no tenga nada que ver con el actual. En cualquier caso, sea como sea, el cambio es seguro
Somos muy conscientes de que todo cambia… nos atrevemos a pronosticar cambios en otros ámbitos, en la vida de otras personas…
Pero…

¿Y si tu mundo cambia mañana?

¿Has pensado que también tu mundo puede ser otro mañana? ¿Has pensado que lo que haces hoy puede no tener sentido mañana? Sé que es duro imaginarlo, a mi también me cuesta imaginar un mundo en el que mi trabajo no exista…

Decía John Keating en el club de los poetas muertos:

«Me he subido a mi mesa para recordarme que

siempre hay que mirar las cosas de un modo diferente»;

será cuestión de hacer ese ejercicio de vez en cuando

y aceptar que tu mundo puede cambiar mañana.

La canción de hoy, «Chlorine», la canción que escuchaba Pau mientras yo leía este artículo.

I plan my escape from walls they confined

 
Artículo publicado en INED21