Nos suelen sorprender las casualidades… hechos fortuitos que suceden en nuestra vida.

Entrar a trabajar para una gran multinacional y descubrir todo lo que tienes en común con tus compañer@s de trabajo… ¡Qué casualidad!

Quedar con una amiga para comer, hablar de algo de lo que no habíamos hablado nunca antes y descubrir cómo coincidimos en ese tema… ¡Qué casualidad!

Con los años, he dejado de creer en las casualidades. Que no sepas por qué sucede algo, no significa que sea fortuito, que no tenga un motivo.

Termino una semana muy creativa, con mis clases en la universidad, un consejo, una conferencia y trabajando en un nuevo proyecto que me ilusiona, con muchas horas de trabajo porque quiero que todo vaya muy bien. Y cuando algo quieres que vaya bien, hay que poner todo el esfuerzo … ¿es casualidad que algo te vaya bien cuando has trabajado un montón en ello, cuando es casi tu vida? El éxito nunca es casualidad.

Es curioso que hablemos de casualidades. Desde una perspectiva racional, las casualidades son una cuestión de azar. Pero a mí me da la sensación de que hay algo más, soy muy curiosa, siempre busco aprender y así es como descubrí, hace un tiempo, la teoría de Carl Gustav Jung sobre la sincronicidad.

 

Sincronicidad

El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung acuñó el término «sincronicidad» cuando vio en las casualidades de hechos altamente improbables, la expresión de un fenómeno que merecía ser estudiado con rigor.

Para Jung, la sincronicidad es la presentación simultánea de dos hechos que no se encuentran vinculados por una relación de causa y efecto aparente, sino por su significado.

 

Psicología y física cuántica

 

El desarrollo de este concepto de sincronicidad surgió de la colaboración entre Carl Gustav Jung y Wolfgang Pauli, premio Nobel de Física y uno de los padres de la mecánica cuántica. Es, por tanto, un concepto en el que confluyen planteamientos de la física cuántica y la psicología, qué casualidad, no puede apasionarme más… siempre me ha interesado conocer más sobre psicología –creo que se nota– y ya escribí cómo me enamoré del mundo de la física cuántica al leer el libro «Deja de ser tú».

La física cuántica no es magia –aunque lo parece–. La física cuántica es algo real, pero de la cual desconocemos muchísimo. En los próximos años, nos vamos a familiarizar mucho más con este ámbito, que está avanzando a pasos gigantescos. La física cuántica es la encargada de ofrecer una descripción fundamental de la naturaleza a escalas espaciales pequeñas.

Surgió en los inicios del siglo XXdentro de las tradiciones más profundas de la física, para dar una solución a problemas para los que las teorías conocidas hasta el momento habían agotado su capacidad de explicar.

La primera propuesta de un principio propiamente cuántico se debe a Max Planck en 1900, para resolver el problema de la radiación de cuerpo negro, y su planteamiento fue duramente atacado en ese momento. Sin embargo, unos años despuésAlbert Einstein le da veracidad con su trabajo.

La mecánica cuántica proporciona el fundamento de la fenomenología del átomode su núcleo y de las partículas elementales. Supone un avance en conocer el mundo a pequeña escala.

Los físicos dividieron el mundo, al principio, entre materia y pensamiento. Descartes introdujo el modelo mecanicista, y se instauró el pensamiento de que el mundo se rige por leyes previsibles. Newton  presentó el modelo cartesiano, en el cual se considera que todo es sólido.  Sin embargo, Einstein introduce una nueva dimensión, señala que el universo se mueve y que energía y materia están ligadas. En nuestro mundo, existen partículas –materia–, pero también existen ondas –energía–.

A partir de ahí, la física cuántica entra en escena. El modelo cuántico revela que los átomos no están hechos de materia, sino de energía. Un planteamiento absolutamente nuevo, fuera de las teorías físicas anteriores.

Y así aparece el enigma de las partículas subatómicas. Los objetos de mayor tamaño no están sujetos a las mismas leyes que las partículas subatómicas. Este planteamiento altera por completo la imagen del mundo que teníamos, y pasa a introducir la variable energía en la física. Y ahí estamos al inicio de una nueva rama de la física.

Fascinante… tengo otro libro por leer sobre física cuántica para poder aprender más. Y es que la física cuántica tiene que ver con esas casualidades que me persiguen últimamente, tiene que ver con la sincronicidad.

Carl Gustav Jung y Wolfgang Pauli publicaron el libro conjunto «Sincronicidad» para exponer su principio de conexiones acausales. En dicho libro, plantean la sincronicidad como un elemento clave para la comprensión de la relación entre la psique y la materia.

Jung establece la existencia de tres categorías de sincronicidad:

En la primera categoría, presenta la coincidencia entre un contenido mental –como un pensamiento, un sentimiento…– y un acontecimiento externo. El típico momento en que piensas en alguien y justo en ese momento te manda un whastapp

La segunda categoría es la coincidencia entre una visión interna y un suceso que sucede lejos de donde está la persona.

La tercera consiste en tener una imagen de algo que posteriormente sucede en el futuro.

El pensamiento racional no trata sobre este tipo de fenómenos, así que para desarrollar el concepto de sincronicidad, Jung recurre al pensamiento oriental. Este tipo de pensamientos suelen estar relacionados con lo solemos denominar intuición’.

Sobre la sincronicidad, la ciencia racional ha sido bastante escéptica. En su metodología es esencial construir modelos y abstracciones basadas en generalidades estadísticas, siempre sobre muestras muy significativas. Los casos minoritarios, que se salen de la norma, como es el caso de las sincronicidades, son prácticamente indetectables a partir de una aproximación estadística.

«Todos los elementos del universo se encuentran vinculados formando una unidad…. Cada elemento del universo es considerado como un reflejo de algo superior que lo engloba. El universo es visto como un gran organismo en el que cada elemento que lo compone se encuentra intrínsecamente interrelacionado y a la vez es un espejo de este. El individuo es pues considerado como un microcosmos que refleja la dinámica del macrocosmos, del universo entero».

 

Parece que la relación entre física cuántica y la cosmología oriental es un tema complejo y controvertido, que tiene defensores y detractores.

Desde que leí a Dispenza, estoy convencida de que la física cuántica es una gran desconocida para nosotros y que, a medida que sepamos más, descubriremos su enorme poder. Algo que ahora nos parece magia, entenderemos por qué se produce. En su libro, Dispenza escribe:

«En el campo cuántico, estamos conectados a todo. Todo lo que existe en el universo está conectado a un mar de información que se encuentra en una dimensión más allá del tiempo y del espacio. En el campo cuántico no necesitamos estar en contacto con ningún elemento físico, ni siquiera cerca de él, para afectarlo o para que nos afecte. El cuerpo físico se compone de patrones energéticos organizados, o de información que forman una unidad con todo cuanto existe en el campo cuántico.

Es otra forma de ver la interconexión entre los seres humanos y el campo cuántico, por medio del concepto del “entramado cuántico” o la “conexión no local cuántica”: básicamente, cuando dos partículas se vinculan de algún modo, siempre estarán unidas más allá del espacio y del tiempo. Lo que le suceda a una partícula, afectará a la otra, aunque estén separadas en el espacio. Y como los seres humanos también estamos hechos de partículas, estamos implícitamente conectados más allá del espacio y del tiempo.

Piensa en las implicaciones de este concepto».

 

Para pensar… científicos de primer nivel ya han investigado sobre las casualidades, sobre la sincronicidad que podemos tener algunas personas. Eso que nos parece casual, tiene un fundamento real, aunque no lo conozcamos.

 

¿Casualidad?

La vida me trae muchas casualidades. Tal vez por ello he dejado de creer en casualidades y he pasado a estar firmemente convencida de que una casualidad es una causalidad que todavía no conocemos.

Todo sucede por algo. Todo tiene un motivo… aunque tú no lo veas en ese momento.

A veces, es necesario prestar atención a las casualidades, porque muy probablemente te están diciendo algo. 

Una ‘sincronidad’ -o una ‘casualidad’- puede llegar a tu vida cuando menos lo esperas, y puede hacer cambiar la dirección de tu camino o puede influir en tus pensamientos. Para ello, tienes que estar receptiv@ y atent@ al mundo que te rodea, con una mente abierta a lo inesperado.

Tal vez las cosas que esperas vivir, no sean cómo las esperabas cuando las vivas…

Gracias a las «casualidades» más bonitas que habéis llegado a mi vida, no puedo dejar de sorprenderme, me gusta sentir la magia que se genera sin haberla pretendido.

Nada sucede por casualidad…

 

 

 

Esa extraña melodía

que algunos llaman destino

y otros prefieren llamar casualidad

 

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