Date permiso para no estar al 100%

 

Hoy no llego a todo….

Este sábado he trabajado en Madrid, feliz de estar allí, dando clases en la Universidad Europea de Madrid -con un grupo fantástico-, pero llego a casa a las 11 de la noche. Y todo ello, después de un viernes en el que, tras madrugar para gestionar temas de seguridad de mis cuentas de mail, de asistir a un comité por la mañana, de correr para llegar a tiempo al AVE, de dar clase toda la tarde en la universidad, AVE de vuelta a Barcelona, también llegué a las tantas a casa.

Y ahora mismo, frente al ordenador, sinceramente no llego a escribir el post cómo a mi me gustaría. Y mi primera reacción es de decepción, porque mi día no tiene más horas o porque no me queda más energía a estas horas de la noche…

Pese a mi disgusto, cuando analizo lo que me está pasando ahora mismo, y pongo distancia, me doy cuenta de que no puedo hacer más de lo que he hecho. Hoy me he quedado dormida de puro agotamiento en el avión de vuelta a Barcelona… y pienso:

     “Marta, tranquila. No llegas… y no pasa nada”.

Seguro que hay días en los que algo así también te pasa a ti… nos autoexigimos mucho.

A veces no llegas a todo… y no pasa nada.

Es algo que tod@s deberíamos asumir.

Permítete no estar siempre al 100%.

Y, al pensar en ello, me viene a la mente una frase de Mihaly Csikszentmihalyi:

Las personas a menudo acaban sintiendo que han malgastado su vida y que sus años han transcurrido entre la ansiedad y el aburrimiento.

si, una frase de su libro «FLOW».

 

Fluye

El libro «Flow» de Mihaly Csikszentmihalyi es un libro extraordinario, de esos que hay que re-leer de vez en cuando. Trata sobre la felicidad. Busca respuestas. ¿Qué es lo que provoca que una persona disfrute con lo que hace? ¿Qué nos hace felices?

Csikszentmihalyi lideró, desde la Universidad de Chicago, un estudio psicológico para comprender el fenómeno de la felicidad, indagando sobre las actividades que producían el disfrute y la forma en que se sentían las personas cuando lo alcanzaban. Durante doce años, un equipo de psicólogos realizó entrevistas y analizó qué es lo que hace sentir bien a las personas, y el resultado lo publicó en su libro «Flow».

 

Empieza así:

«Un científico entra por la mañana a trabajar en su estudio y cuando menos lo piensa, se da cuenta de que ya es de noche y que ha pasado todo el día inmerso en sus tareas, sin ni siquiera alimentarse. Un alpinista escala las arriesgadas cumbres del Everest y mientras mantiene el control pleno del ascenso, siente que su cuerpo se funde con la roca. Una bailarina realiza con precisión y armonía una serie de complejos movimientos que hace parecer sencillos, al tiempo que ella misma se siente como flotando. Un cirujano acomete una delicada operación y mientras percibe con todo detalle la interacción entre su bisturí y el órgano del paciente, todo el entorno parece desvanecerse. Un amante hace el amor con su pareja y siente que se fusiona con ella y con el cosmos. Un gourmet saborea un elaborado plato y olvida que ha perdido su fortuna. Unos chicos saltan en monopatín y sus miedos se disipan. Un filósofo piensa y se olvida de que existe. Un músico toca el saxofón y su cuerpo es música. Un niño da sus primeros pasos y percibe que puede caminar…

Todos ellos fluyen en una “experiencia óptima” y no sólo han escapado a la ansiedad y al aburrimiento, sino que, al hacerlo, han logrado poner orden en el caos reinante de sus mentes. Todos ellos están experimentando el disfrute y además de que recordarán la experiencia como algo placentero, obtendrán de ella el estímulo adecuado para buscar nuevos desafíos y hacer que sus personalidades crezcan…»

 

¿Qué nos hace felices?

¿Qué es eso que nos lleva al éxtasis? ¿Qué nos hace felices? Csikszentmihalyi buscó la respuesta. Y, para él, la respuesta tiene nombre, se llama «flow». Csikszentmihalyi es el creador del concepto FLOW (‘fluir’): fluir es el modo de situarse entre la ansiedad y el aburrimiento, conseguir la «experiencia óptima», ¿cómo? «El estado óptimo de la experiencia interna se produce cuando hay orden en la conciencia».

Los resultados de su trabajo fueron muy reveladores. La conclusión más sorprendente que surgió al analizar los resultados es que las experiencias óptimas eran descritas en términos muy similares por todas las personas, independientemente de su origen, de su edad, de sus rasgos culturales e, incluso, del tipo de actividad realizada. La experiencia óptima, ese momento en el que las personas están tan involucradas en una actividad que su realización es intrínsecamente gratificante y nada más parece importarles, puede ser, entonces, un estado del ser humano que responde a unas características universales.

La felicidad no es algo que suceda, no parece depender de acontecimientos externos, sino más bien de cómo los interpretamos.

Csikszentmihalyi dedicó su trabajo de investigación a buscar entender el modo de conseguir la experiencia óptima de las personas…  y a esa experiencia la denominó FLUIR.

Conseguir ese estado de fluidez es un bonito objetivo… ciertamente, pasarnos la vida angustiados, en estado de ansiedad por temor a no conseguir lo que nos proponemos es tan negativo como instalarnos en una posición de aburrimiento y desmotivación con lo que hacemos. Buscar el equilibrio entre ansiedad y aburrimiento es fluir.

El autor explica el testimonio de tantas personas que llegan al final de sus vidas sintiendo que han malgastado su tiempo entre la ansiedad y el aburrimiento, a pesar de haber acabado sus día siendo ricas, o después de haber tenido una larga lista aventuras amorosas o de haberse sentidos poderosas…

Unas conclusiones que me hace reflexionar … algo no hacemos bien.

Deberíamos evitar esa ansiedad perpetua por llegar a todo, por hacerlo todo y por hacerlo (muy) bien.

Yo puedo con esto y más”, nos decimos. Pesa un sentido de responsabilidad en nosotr@s que nos empuja a no parar. Porque se supone que es lo que tenemos que hacer…

Pero sé -por experiencia propia- que, si no paramos la máquina por las buenas, es muy probable que la máquina termine parando por sí misma.

Después de pasar una semana muy intensa, con mil cosas en la cabeza y con todas mis autoexigencias… veo muy claro que debería existir una norma que nos obligara a dedicar la última parte del día -o de la semana- a relajarnos, a desconectar y al autocuidado.

Y es lo único que me veo con ánimo ahora mismo de compartir contigo…

 

Date permiso para no estar al 100%,

baja el ritmo cuando tu cuerpo no puede más…

si te sientes cansad@

permítete sentirte así…

y yo me lo aplico ahora mismo, y me voy a dormir,

porque, al final, la calidad de tu vida

depende, en gran parte,

de cómo te sientes contigo mism@

(hora de soñar…)

 

 

 

Son sueños…

quiero que existas nada más

sigo buscando dónde estás…

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