El miedo es temporal

 

No sé por qué extraño motivo no podemos vivir una vida tranquila y plácida. No sé por qué, de de vez en cuando, tienen que aparecer temas inesperados que desmontan tus planes y te obligan a adaptarte a una realidad que no esperabas. Temas que no dependen de ti, que hacen aparecer un problema de repente, inesperado, que tú no has causado y ¿qué puedes hacer?

La primera reacción ante esas situaciones inesperadas es el miedo.

Es como esa reacción que tiene un conejo ante las luces de un coche que se acerca a gran velocidad… se asusta tanto que se queda paralizado, hasta que lo atropellan.

El miedo es una emoción muy presente en nuestras vidas.

Y es que la vida no es fácil.

La vida no es sencilla, tranquila y previsible.

La vida no es plana…

Es una gran montaña rusa, que combina alegrías, problemas y retos por lograr.

Pero, de vez en cuando, te olvidas de ello. En un momento dado, crees que todo está ya tranquilo, bajo control, que tu vida va a ir por ese sendero que te has marcado. Sí, ya lo ves claro…

Error. En algún momento, ese camino va y se tuerce, algo sucede que te lo cambia todo. Y tus planes se desmontan, y tu mundo se descoloca.

La vida nos somete a circunstancias estresantes, a duras pruebas ante las cuales debes reaccionar.

Y ahí debes tener cuidado.

La reacción primera puede ser la misma que el conejo… el inmovilismo ante la que se te viene encima. Quedarte bloquead@ e inmóvil… creer que no puedes hacer nada por evitarlo.

Ya puedes imaginar que no es la mejor opción… aunque sea muy difícil ver las opciones, aunque sea complicado reaccionar, debes esforzarte por hacerlo. Si no ves opciones, pide ayuda, siempre tienes a alguien a tu alrededor que te quiere y que te va a ayudar… no hacer nada no es una opción.

 

Un concepto a recordar: indefensión aprendida

Creo que, en ocasiones así, es importante recordar el concepto de «indefensión aprendida» de Martin Selligman, psicólogo americano, para comprender cómo las personas nos paralizamos ante determinadas situaciones, cómo dejamos de actuar y de hacer aquello que nos llevaría a nuestro bienestar.

Los estudios científicos realizados por Martin Selligman con perros se han convertido en mundialmente conocidos. En sus estudios, el Dr. Selligman dividía a los perros en tres grupos:

los de la jaula A recibían una descarga eléctrica, algo que podían detener si apretaban una barra con el hocico –lo aprendieron muy rápidamente–;

los de la jaula B recibían una descarga eléctrica, pero no podían detenerla hicieran lo que hicieran;

y a los de la jaula C no los sometieron a ninguna descarga.

Al día siguiente, a todos los perros los encerraron en una jaula con dos zonas: una con descargas y otra sin ellas. Bastaba con saltar una barrera. Los perros que habían estado en las zonas A y C saltaron sin problemas. Los de la B ni siquiera trataron de escapar. Se abandonaban a su suerte, se sometían de inmediato sin ni siquiera intentar escapar. Habían «aprendido» que no tenían control sobre sus vidas.

El Dr. Seligman realizó también un experimento con humanos. A un grupo de voluntarios les hicieron entrar en una habitación con ocho puertas de salida. Emitió un ruido ensordecedor, ante el cual las personas trataron de salir, pero encontraron que las puertas estaban cerradas. Mientras se sentaban de nuevo, Seligman y su equipo abrieron las puertas.

¿Cuántos voluntarios intentaron abrirlas de nuevo?

Ninguno

Lo significativo de estos experimentos es comprobar cómo nos marcan nuestras creencias, que se fundamentan en experiencias previas. Nuestras creencias impulsan nuestros actos y nuestra conducta para producir ciertos resultados. Y, en muchas ocasiones, tenemos miedo a hacer algo por culpa de experiencias anteriores, sin detenernos a pensar que la situación que tenemos delante de nuestros ojos no es la misma que teníamos ayer.

Tal vez, nos pasa a todos… el miedo nos invade ante aquello que necesitamos hacer. Por ello, es necesario recordar lo que nos muestra la psicología, con trabajos como este: puedes reaccionar ante los problemas, debes hacer algo por escapar de ellos, intenta ver qué opciones tienes y actúa.

Creo que ya va siendo hora de

atreverse a reaccionar ante eso que se te viene encima…

Y es que la vida tiene mucho de lucha constante contra el miedo, en distintas circunstancias y en diferentes momentos.

El problema no está en tener miedo, sino en el efecto que éste tiene en nuestras vidas…

No permitas que el miedo te paralice, porque si te quedas inmóvil nada cambia.

El miedo es temporal…

el arrepentimiento de no haber hecho nada es para siempre.

 

A veces hay que ir ‘con uñas y dientes’…  

 

Llevo horas intentando ponerme de acuerdo conmigo

y no lo consigo

llevo días sin hablarme, sabiendo que soy mi único testigo

y no lo concibo

dime ¿qué puedo hacer ahora?

 

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