El poder del optimismo  

 

Seguro que alguna vez has pensado en algo que te gustaría cambiar en tu vida, o se te ha pasado por la cabeza alguna idea que te encantaría llevar a la realidad. Probablemente, en más de una ocasión. Y, muchas veces, decides aplazar esos temas para otro momento, guardarlos para más adelante…

En la vida en general, como en el mundo de la empresas, nacen un montón de ideas interesantes, de cambios retadores… que naufragan incluso antes de zarpar. ¿El motivo? Nos aferramos a la costumbre y a la rutina en lugar de impulsar el cambio. Tal vez porque el cambio siempre es difícil y porque muchas veces no sabes ni por dónde empezar.

Y así, con el tiempo, vas desechando ideas que te motivan y vas descartando cambios que te ilusionan.

Mi trabajo está ahí. Trabajo en ayudar a facilitar el cambio a organizaciones y a personas que quieren hacerlo y te aseguro que es un trabajo estimulante, retador y que me da muchas satisfacciones.

Solo podemos empujar el cambio en las organizaciones desde personas convencidas de que ese cambio es posible y es deseable.

Solo puedes empujar un cambio en tu vida desde dentro de ti.

En los momentos de cambio, en los momentos de crecimiento, tú debes ser consciente de qué es lo que gustaría alcanzar, de dónde querrías estar. Sin esa visualización, es mucho más difícil conseguirlo. Y, una vez eres capaz de verlo, debes ser consciente de que ese cambio es posible, debes activar el optimismo.

 

Activa el optimismo

Extracto de mi libro “¡Vamos!”

Durante unas maniobras militares en Suiza, un joven teniente de un destacamento húngaro en los Alpes envió a un pelotón de soldados a explorar una montaña helada. Al rato empezó a nevar y un par de días después la patrulla aún no había regresado.

El teniente pensó angustiado que había mandado a sus hombres a la muerte. Al cuarto día, los soldados volvieron al campamento. El oficial, sorprendido, les preguntó qué les había ocurrido y cómo habían conseguido volver. El pelotón contestó que se habían perdido y que poco a poco su ánimo se fue consumiendo hasta que uno de ellos encontró un mapa en su bolsillo. Esto les tranquilizó. Esperaron a que la tormenta pasara y valiéndose del mapa dieron finalmente con el camino de vuelta.

El oficial estudió detenidamente el mapa y comprobó que… no era un mapa de los Alpes, sino de los Pirineos.

Relato verídico, explicado por Karl Weick-Universidad de Michigan

 

Esta historia real nos muestra la fuerza que tiene el hecho de creer que existe una solución al problema con el que te enfrentas. Es la fuerza del optimismo. Lo que salvó la vida del pelotón de soldados, obviamente, no fue el mapa, sino la creencia de que tenían la solución a su problema.

El optimismo no es un sentimiento, sino un modo de actuar. Y ser optimista no es ser ingenuo. El optimismo no consiste en cerrar los ojos ante los problemas, sino que consiste en mantener una actitud consciente, voluntariamente positiva y constructiva.

Ante cualquier reto, está claro que es importante activar el optimismo. Sin embargo, no somos optimistas de serie. Nacemos con un mecanismo de protección ante los problemas que nos hace tendentes al pesimismo. Ante los posibles peligros o amenazas, nuestro cerebro se pone en guardia y nos hace ser cautos. Yo también nací pesimista. Todavía recuerdo a mi madre llamarme “Tristón”, un personaje de dibujos animados absolutamente pesimista que todo el día decía “oh, cielos, qué horror… !todo va a salir mal! “.  Pero me fui dando cuenta de que cómo me perjudicaba ese modo de ver las cosas y decidí que era preferible “cambiar de bando” y pasar al de los optimistas.

Podemos aprender a ser optimistas. Eso no quiere decir que sea fácil, ya que mantenerse optimista en un mundo negativista, ante tantos problemas y envueltos en situaciones difíciles requiere de un esfuerzo importante.

Es cuestión de entrenar tu optimismo. Y como no se trata de decir, sino de hacer, aquí van 4 acciones que podemos practicar para activar un optimismo inteligente:

1.

Haz un esfuerzo por mirar con otra mirada. El mundo cambia según como tú lo miras. Tienes ese poder de mirar desde otra perspectiva. Si te fijas en lo negativo, verás como el mundo se tiñe de negatividad. En cambio, si buscas lo positivo de cada circunstancia, serás capaz de aprender en cualquier circunstancia.

Si cambias el modo en que miras las cosas…

las cosas que miras, cambian

Wyne Dyer

Como escribía hace unas semanas en “El dolor te cambia, el amor te transforma”, conozco a personas que el hecho de vivir una circunstancia dolorosa las ha llevado a la amargura y al rencor. Sin embargo, las personas más bonitas que conozco, han sido capaces de superar ese dolor llevándolo a un plano superior, siendo capaces de convertir ese dolor en un proceso de transformación. El modo en que miras influye en tu vida. Tú puedes decidir cómo mirar cualquier circunstancia de tu vida.

2.

Cuida tus relaciones y promueve conversaciones de calidad. Compartir experiencias con otras personas siempre es positivo. No somos islas y compartir te pueden ayudar a desarrollar tu optimismo. En las conversaciones, en primer lugar, te obligas a expresar lo que te ocurre y eso ya ayuda a dar una cierta perspectiva a los hechos, a relativizarlos y a disminuir el pesimismo: Por otro lado, te permite escuchar el punto de vista de otra persona, otra perspectiva y eso siempre te ayuda a ver otras opciones que, tal vez, tú no veías.

3.

Prohíbete las excusas. Intenta durante unos días no poner excusas. Intenta eliminarlas de tu vida. Cuando aparezca ante ti una situación complicada o difícil, busca enfocarte a la solución en vez de a la excusa. De ese modo, será más fácil que lo consigas. Buscar excusas o quejarnos es racionalizar el hecho de no hacer nada para salir de la situación en la que estamos. Es sacar la responsabilidad personal de tu problema fuera de ti. No pongas excusas. Si de verdad quieres conseguir algo, supera cualquier excusa y busca la solución.

4.

Y olvídate de tus complejos. Para activar el optimismo inteligente, debes confiar en ti, por ello debes hacer un esfuerzo para eliminar tus complejos. Los complejos son los culpables de muchas de nuestras limitaciones. De algún modo, nosotros mismos limitamos lo que podemos hacer. No les des ese poder a tus complejos… Fuera complejos, son limitantes.

 

Martin Seligman, creador de la psicología positiva, publicó en 1990 su libro “El optimismo (es una ventaja y un placer que) se adquiere”. En este libro, tras haber realizado varios estudios sobre la depresión, Seligman explica que el estado depresivo se fragua no solo a partir de disposiciones genéticas, sino también por una concatenación de pensamientos que favorecen la tristeza y conducen a una enfermedad real. Pudo comprobar que, actuando sobre este proceso, haciendo un esfuerzo por enderezar la interpretación de la realidad y saliendo de esa tendencia a la tristeza, el desplome se corrige y es posible, mediante aprendizaje, afrontar una misma situación adversa con resultados muy diferentes.

Si se afronta una situación complicada desde el optimismo, se incrementan las probabilidades de resolverla correctamente. Como veíamos en la historia del principio del capítulo, cuando los soldados afrontaron su situación pensando que tenían un mapa de la montaña, fueron capaces de salir de allí. No se trata de negar la realidad, sino de afrontarla con una expectativa optimista, ya que en muchas ocasiones confiar en un resultado positivo y trabajar con mejores expectativas contribuye a conseguir los resultados deseados.  Existe una correlación positiva entre la actitud optimista y la consecución del logro.

Aprender a ser optimista requiere trabajar contra aquellos obstáculos que nos impiden ser felices: la propensión a fijarte en lo negativo, a creer que siempre va a ocurrir lo peor, el hábito de magnificar los contratiempos y las adversidades o el de creer que tu elección siempre es la incorrecta.

Las personas optimistas acostumbran a conseguir lo que se proponen. Es cuestión de tener claros cuáles son tus objetivos, convencerte de que es posible alcanzarlos y trabajar en esa dirección.

Los expertos aseguran que el sistema perceptivo de las personas optimistas funciona de forma opuesta al de los pesimistas. Según Rojas Marcos “las personas optimistas tienden a localizar el centro de control dentro de ellas mismas, consideran que ocupan ‘el asiento del conductor’ de sus vidas; los pesimistas, por el contrario, tienden a poner el control de su vida en manos del destino y creen en el nada de lo que yo haga importa».

 

¿De qué sirven las alas, sin el coraje de volar?

La vida te da las armas que necesitas para hacer aquello que quieres hacer…

sin embargo, muchas veces no nos atrevemos.

 

Tod@s nos hemos sentido así en alguna ocasión… a las puertas de hacer algo que deseas de verdad, pero sin el valor de dar el paso. Conozco muy bien el vértigo que te invade en ese momento… y sé que la decisión es complicada, que durante un tiempo crees que no vas a poder hacerlo…

 

“A veces pienso que todos tenemos un cajón en nuestra cabeza, un cajón donde dejamos caer las ideas que desechamos por los motivos que sea, las iniciativas que ahogamos, los cambios que no nos atrevemos a hacer, los proyectos que soñamos (que solo soñamos), no sé… todo lo que está en nuestra cabeza y que no nos atrevemos a sacar de ahí. Sería interesante echar un vistazo a ese cajón -probablemente un ejercicio emocionalmente duro – y arriesgarnos a dar el paso.” (1)

 

Mi trabajo está justamente ahí… en impulsar el cambio en la vida de las personas y de las organizaciones que desean hacerlo. Un camino cuesta arriba porque, aunque un cambio sea para mejor, no quiere decir que no duela (y mucho).

 

Elegir un camino nuevo, sobre el que no están tus huellas, es un ejercicio de valentía y muchas veces, también, de inteligencia. Nos cuesta transitar por lo desconocido, incluso cuando intuimos que lo nuevo es mucho mejor que lo anterior, tanto en lo profesional (una nueva posición, una nueva empresa, …) como en lo personal (cambiar nuestros hábitos, iniciar o terminar una relación, …).

 

Para innovar en las organizaciones, como para iniciar cambios en tu vida, es necesario ser conscientes de que ese cambio es posible. “El optimismo es la conciencia de la posibilidad”, como nos mostró José Antonio Marina. Cuestión de activar el optimismo.

Si yo conseguí cambiar mi mentalidad de “Tristón”, te aseguro que tú también puedes…

Atrévete a activar el cambio desde el optimismo,

porque el cambio duele…

pero el no cambio mata.

Sería una pena dejar dentro de tu cabeza todas esas ilusiones, haciendo ruido, recordándote que no te has atrevido… ¿no crees?

¿De qué sirven las alas

   sin el coraje de volar?”

  Philippe Perrin

 

A veces, alguien te tiene que recordar que mires dentro de ti y que te atrevas a volar hacia aquello deseas y que realmente merece la pena…

 

 

Yo soy de volar

Hoy una canción muy tranquila de Dvicio, para escuchar con calma en una tarde de relax de domingo…

mil gracias por dedicarme un poquito de tu tiempo 😉

 

Y aunque sea una locura,

esto va tomando altura

y yo soy de volar…

 

 

(1) Escrito por David Barreda en su reseña de mi libro “¡Vamos”