Empezamos nuevo curso. Nuevos proyectos, nuevos propósitos y deseos positivos… pero hoy me resulta imposible escribir sobre proyectos personales. Esta semana ha estado marcada por un hecho que nos ha golpeado en la cara, como sociedad, de la manera más cruda.
Hemos sido testigos de la foto de Aylan Kurdi, el niño sirio que murió intentando llegar a Europa con su familia. Ver su imagen es demoledor…

Es imposible mirar esta foto sin que se nos llenen los ojos de lágrimas, pero creo que todos debemos mirarla. La imagen de un niño -que seguro que muchos hemos pensado que podría ser nuestro- es una imagen terrible que nos ha hecho entender la dimensión de un drama actual.
La ola migratoria de refugiados
Estamos viviendo la mayor ola migratoria de refugiados desde la II Guerra Mundial. A lo largo de nuestro planeta, las guerras acechan muchos países y empujan a sus habitantes a huir de las zonas de guerra de forma desesperada. ACNUR ha publicado que el total de refugiados en el mundo supera los 50 millones de personas, que incluyen los más de 4 millones de refugiados sirios.
Estos datos los tenemos a nuestro alcance todos los días, no son nuevos… y sin embargo no creo que estos datos hayan conseguido impactar en nuestro corazón ni en una ínfima parte de lo que lo ha hecho la imagen de Aylan en la playa… Aylan se ha convertido en la imagen de la durísima realidad que atraviesan muchas familias y muchos pueblos.
Al hacernos conscientes de lo que sucede, lo primero es ver de qué modo podemos ayudar… y así es como encuentro la forma de hacer mi pequeña aportación a través de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados -a la que puedes acceder a través de su web o el teléfono de donaciones 902 218 218-, y puedo enviar ropa a una asociación de apoyo al pueblo sirio…  existen muchas iniciativas a través de las que todos nosotros podemos aportar nuestro pequeño grano de arena.
Nuestra sociedad necesita orientarse
Pero el tema es de una trascendencia mayor. Más allá de las ayudas a título personal que cada uno de nosotros podemos hacer, hace falta exigir que como sociedad nos planteemos una reorientación en profundidad.
Vivimos una época de mejoras y avances tecnológicos sin precedentes. Sabemos que el ritmo de evolución actual no se había producido en épocas anteriores. Y, sin embargo, ¿qué principios son los que guían este proceso? ¿A qué aspiramos como sociedad?
Oímos hablar con frecuencia de la necesidad de crecer de nuestra sociedad, de indicadores económicos y de la evolución del PIB (Producto Interior Bruto) en cada país. El PIB es el indicador más utilizado en el mundo para estudiar la evolución de los países. Pero ¿sirve el PIB para medir el progreso de nuestras vidas?, ¿para medir nuestro avance como sociedad?
Una sociedad que aspire a conseguir un crecimiento del PIB y se olvide de que la riqueza de las naciones debería estar al servicio de la sociedad y de asegurar un mínimo de bienestar y de dignidad a sus ciudadanos creo que ha fracasado. Considero que deberíamos incorporar otros indicadores de valor a nuestra sociedad más allá de los económicos, y la primera vía para introducirlos es, seguramente, la educación. No lo digo gratuitamente, sino porque la educación es la que guía el camino de las personas.
En palabras del filósofo José Antonio Marina «la educación es la actividad fundacional de la especie humana».  Creo que no deberíamos olvidarnos de ello. La principal función de la educación no es trasmitir conocimientos, sino enseñar a vivir, una tarea urgente en nuestra sociedad, asolada por grandes problemas. Marina nos recuerda que «la EDUCACION  es la encargada de la transmisión cultural, adquiere una relevancia ontológica: es la encargada de cuidar y dirigir la evolución«. Suscribo totalmente su opinión, debemos saber hacia dónde queremos ir como sociedad.
Y en la misma línea, podemos encontrar a pedagogos como Michael Fullan, que en su proyecto “New Pedagogies for Deep Learning”, incluye el “emprendimiento ético”. También el informe del National Research Council de EEUU de 2012  «Education for Life and Work: Developing Transferable Knowledge and Skills in the 21st Century» añade las competencias éticas. Y Howard Gardner -conocido en todo el planeta  por las inteligencias múltiples- también incluye la inteligencia ética en su libro Las cinco mentes del futuro. Podríamos seguir con muchos autores… pero creo que no hace falta.
La fuerza de Aylan
Aylan ha sido la imagen de nuestra deshumanización.
Pero la imagen de este ángel en la playa ha tenido una fuerza enorme. Aylan ha conseguido que se activen algunos mecanismos para ayudar a las personas, ha despertado consciencias, ha conseguido que muchos de nosotros hayamos hecho alguna pequeña acción, hace que nos replanteemos muchos temas importantes… y ojalá consiga que nuestra sociedad se convierta en más humana.
Que el cielo te brinde el hogar que no pudiste tener aquí.