El año ha empezado con fuerza. 2023 promete. Así que, una semana más de universidad, de trabajar con mujeres extraordinarias y de avanzar en nuevos proyectos. Trabajando hasta el sábado por la noche (mérito tremendo el de mis alumnos que cursan un Máster compaginándolo con su trabajo).
Un comentario que me han hecho esta semana me ha hecho reflexionar. Es algo que me ha pasado en más de una ocasión. Cuando conozco a alguien en persona, después de haber coincidido por algún tema, muchas veces me dicen que les sorprende mi sencillez. Esta semana, el comentario textual fue “ya me lo habían dicho, que eres una persona muy cercana y sencilla”. Y, la verdad me parece un piropo maravilloso.
Siempre he admirado la sencillez.
No me suelen impresionar las personas presuntuosas, las que se dan importancia y hablan bien de sí mismas con frecuencia. Y las hay. Lo que me sorprende es que a la gente les deslumbren.
Las personas más grandes que conozco son sencillas. He podido coincidir con personas realmente grandes, algunas en consejos de administración y, a pesar de su trayectoria, de su inteligencia y de todo lo que han conseguido en su vida, son personas sencillas.
Porque no necesitan darse importancia, no necesitan aparentar… sencillamente, son.
La sencillez como valor
Y, si en mi vida valoro la sencillez, me sucede lo mismo en el trabajo. Creo que un gran trabajo es aquel que se puede exponer con sencillez. Cuando realmente dominas un tema, eres capaz de exponerlo de un modo sencillo. Hay quien cree que sofisticar los temas, exponerlos de modo complejo y barroco le da valor y hace que los demás le vean como un erudito. Para mí, nada más lejos de la realidad. Cuando alguien, para explicar un tema, necesita recurrir al “es muy complejo, os va a costar de entender…” y empieza a dar vueltas y vueltas en su explicación, mi opinión es que muy claro no lo tiene.
Las personas realmente grandes lo convierten todo en sencillo, son capaces de transmitirte cualquier concepto de un modo claro y natural. Nunca te hacen sentir que estás lejos de ese concepto o que no lo puedes alcanzar… Las personas grandes que conozco tienen un aura de sencillez que siempre va con ellas.
La sencillez es una virtud extraordinaria y menos frecuente de lo que debiera ser. La considero un valor, asociada con la humildad, la honestidad y la nobleza. Por ello, aunque resulte sorprendente, solo las personas extraordinarias son sencillas.
Lo sencillo es mucho más difícil que lo complejo.
Tienes que ser muy buen@ para llegar a ser sencill@ y debes ser muy valiente para defenderlo.
La sencillez no es fácil de alcanzar. Escribía Antoine de Saint-Exupéry “la perfección no se alcanza cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar”. Llegar a ese punto.
Porque solo llegas a la sencillez si no tienes miedo a ser quién eres. Sin necesidad de aparentar nada, sin tener que resaltar nada.
Lo que de verdad importa
Es cuestión de valorar lo que de verdad importa.
Lo que de verdad importa siempre es sencillo…
aunque solemos llegar a ello
por el camino más complicado
La felicidad no suele estar en las grandes cosas,
ni en los lugares más lejanos y exóticos…
sino en los pequeños detalles
y en algún sitio que es simplemente especial
porque estás tú y las personas que quieres
Esta semana me ha acompañado esta canción, con la que termino el post y te deseo feliz semana, gracias por leerme
All 4 nothing
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