Hay momentos en la vida

que te cambian

Hay momentos que transforman tu perspectiva, tu mundo y a ti mism@.

Y uno de esos momentos es, sin duda, el nacimiento de tu hij@. La intensidad de todo lo que sucede a partir de ese momento es tremenda y marca tu vida como nada la ha marcado antes.

Sin embargo, a partir de ese momento, es posible que no todo sea como habías imaginado… especialmente en el caso de las madres. Es posible que la imagen que tenías de la maternidad no sea exactamente la realidad que vives… es posible que no puedas llegar a todo, que esa imagen de “superwoman que tenías acabe siendo una quimera muy difícil de alcanzar… Es posible que te culpes por no llegar a todo, o que creas que el hecho de tener que compatibilizar tantas cosas te reste como madre…

¿Somos malas madres?

Una pregunta que nos hemos formulado más de una…

Y este es el título de mi nuevo libro, feliz de anunciar que saldrá a la venta el próximo 14 de noviembre. Se trata de un proyecto mío muy personal, en el que empecé a trabajar hace unos años. Cuando eres una madre que trabaja dentro y fuera de casa se te plantean muchas dudas…

¿Malas madres?

Extracto de mi libro ¿Somos malas madres?

Desde que nacieron mis hijos, he vivido muchos años con el remordimiento de ser una mala madre. Pensando en mis hijos cuando estaba en el trabajo y pensando en el trabajo cuando estaba con mis hijos. Sintiéndome culpable por creer que no hacía nada bien.

El primer día que volví al trabajo después de nacer mi primer hijo, y lo dejé en brazos de otra persona, no se ha borrado de mi memoria. Mi hijo empezó a llorar desconsoladamente, de un modo en que yo no le había visto llorar nunca… o, al menos, eso me pareció a mí en ese momento. Me fui con el corazón encogido. Supe que no dejó de llorar. Nos costó unos cuantos días superar ese momento, en el que yo me iba a trabajar y él se quedaba en casa, nos costó superarlo a él y a mí.

Cuando nació mi hija, la cosa no fue más fácil. Tuve que incorporarme al trabajo muy pronto, no pude disfrutar de las semanas de baja por maternidad, y dejar a mi bebé para ir a trabajar continuaba siendo algo muy duro para mí.

Recuerdo perfectamente cómo me sentía, en esa época, cuando terminaba de trabajar –normalmente tras una jornada de bastantes más de 8 horas de trabajo– y volvía a casa por la noche. Me moría de ganas de ver a mis hijos y, a la vez, me moría de culpa por no haber podido estar con ellos durante el día. Recuerdo que, algunos días, intentaba encontrar alguna tienda abierta –a esas horas, tenía que ser una tienda de 24 horas de alguna gasolinera– para poder comprar algún pequeño regalo para ellos. Traerles un regalo era un modo de intentar superar ese sentimiento de culpa que me acompañó durante mucho tiempo.

Resultaba inevitable pensar en si les faltaba algo a mis hijos, por el hecho de que yo no pudiera estar más tiempo con ellos. Y, por supuesto, ese sentimiento de culpa alcanzaba su clímax cuando tenía que viajar por trabajo. Recuerdo perfectamente de un viaje a Italia, con mi hijo enfermo. Creo que durante todo el vuelo de ida le estuve hablando a mi compañero de viaje sobre mi hijo y mi preocupación por él. Y en el viaje de vuelta, también. De hecho, era un compañero maravilloso, y recuerdo que se interesó en los días siguientes por la evolución de mi hijo, me escribía por mail para preguntarme cómo estaba…

Así era mi vida. Con mi día a día monopolizado en gran parte por mi trabajo, y con mi corazón partido por tener poco tiempo para mis hijos. Conviví esos años con un remordimiento tremendo por el hecho de ser una madre trabajadora, por sentirme una mala madre. Sé que no soy la única que ha pasado por ello, es un sentimiento muy generalizado.

La expresión “malas madres” forma parte de nuestro vocabulario popular. El concepto no es nuevo. Se estrenó una película con ese título “Malas madres” en 2016, existe el “club de las malas madres” y lo utilizamos con frecuencia.

Existe una cierta presión social, unos patrones preestablecidos que parecen destacar todo lo negativo que puede suponer para un bebé el hecho de que su madre trabaje. Son temas que se comentan y que se publican. Noticias como la de que “pediatras recomiendan no llevar a los niños a la guardería antes de los 2 años” nos lo demuestran. El debate pone el foco sobre la madre: ¿quién mejor que la madre para cuidar al bebé?, y la pregunta que surge en ocasiones es ¿es mejor quedarse en casa que volver al mundo laboral?

Cada caso es distinto y todas las decisiones son válidas. Entiendo a las madres que deciden quedarse en casa para cuidar de sus hijos y sé que tiene sus ventajas. Pero este libro va dirigido a las que no han escogido esa opción y siguen trabajando después de la maternidad. Estas madres trabajadoras que vivimos con el corazón partido, con el alma dividida entre los motivos que nos llevan a trabajar y la preocupación por si a nuestros hijos les falta algo por el hecho de que trabajemos. Vivimos en un mar de remordimientos, especialmente durante los primeros años de los niños, y me gustaría ayudar a mitigar esos remordimientos.

Creo que ese sentimiento de culpa que tienes por ser una madre trabajadora, especialmente cuando tus hijos son pequeños, es algo que debemos aprender a superar. Fundamentalmente, porque hoy sé que ser una madre trabajadora no le resta nada a tu hij@, sino que, al contrario, el hecho de que tú trabajes le aporta una serie de ventajas, que debes conocer para poner en valor lo que estás haciendo, para alcanzar ese necesario equilibrio emocional en tu vida y para que ese conocimiento te aporte un poquito de felicidad –merecida– al saber que le estás sumando un plus a tu hij@.

Existen estudios científicos sobre maternidad y trabajo

Y, ¿cómo sé que ser mamá trabajadora le aporta un plus a tu hij@? Pues lo descubrí cuando empecé mi trabajo de doctorado. Uno de los grandes estímulos de realizar un trabajo de doctorado es poder analizar estudios realizados en la rama científica en la que trabajas. En mi caso, trabajo en la rama científica de Economía de la Educación, que analiza el impacto que tiene la Educación sobre la Economía.

Al empezar la búsqueda bibliográfica, encontré diversos trabajos que analizaban cuáles son los factores que impactan de forma más significativa en la educación de los niños. Dentro de estos trabajos, algunos abordaban el impacto de las madres en sus hijos –porque el entorno familiar del niño es uno de los factores más determinantes en su evolución– y, algunos trataban específicamente el caso de las madres trabajadoras. Al leerlos, me quedé fascinada por lo que muestran: las madres trabajadoras aportan una serie de ventajas a sus hij@s que yo desconocía, al igual que lo desconocen la mayoría de madres.

Existen muchos estudios científicos acreditados que han analizado la evolución de los hijos de madres trabajadoras y cómo influyen éstas sobre sus hijos. Podemos encontrar estudios internacionales, desde hace décadas, que demuestran que el papel de las madres trabajadoras en la educación de sus hijos es fundamental, así como el impacto posterior que va a suponer. Aunque nadie se lo haya explicado a todas esas mamás trabajadoras remordidas. 

Desde que descubrí estos estudios, estoy convencida de que tengo un deber social de dar a conocer las conclusiones de los mismos a más personas, especialmente a todas las madres que se sienten como me sentía yo cuando empecé a compatibilizar maternidad y trabajo.   

Es necesario desterrar el sentimiento de culpabilidad de las madres que trabajan.  

En el libro te contaré las conclusiones de los principales estudios que se han realizado a nivel internacional para probar los efectos de las madres trabajadoras en sus hijos, porque creo que resulta maravilloso para una madre conocer cómo está contribuyendo al desarrollo de sus hijos, no sólo como madre sino también desde su faceta como mujer trabajadora.

Lo que los estudios demuestran… pero nunca te han contado

Ojalá pudiera ayudar a erradicar el síndrome de malas madres, me encantaría que éste fuera el libro anti-remordimientos para cualquier madre preocupada por compaginar maternidad y trabajo, mi sueño sería que este libro fuera un regalo para las nuevas mamás que van a iniciar su aventura maternal, con todos esos temores que nos suelen invadir a las madres trabajadoras… y que conocieran todo lo positivo de ser madre trabajadora, para ti y para tu hij@.

Ser madre trabajadora no le resta nada a tu hij@.

Te invito a descubrir qué le aportas a tu hij@ a través de las páginas del libro, con el que aspiro, con toda la humildad del mundo, a conseguir reducir ese sentimiento de culpa de muchas madres trabajadoras y a unirte al movimiento para erradicar el síndrome de malas madres.  

Te invito a descubrir lo que los estudios demuestran… pero nunca te han contado.

La maternidad suele iniciar su andadura con una primera etapa muy complicada en la que, en muchas ocasiones, aparece el sentimiento de culpa… Por suerte, la ciencia, con sus estudios, pone luz a todo lo que supone maternidad y trabajo, expone los efectos positivos que tiene y lo demuestra en cifras.

No te culpes por no llegar a todo, ni que creas que el hecho de tener que compatibilizar tantas cosas te reste como madre…

los estudios científicos demuestran que es positivo compatibilizar maternidad y trabajo,

y a ti te corresponde apartar el sentimiento de culpa

y poner en valor lo que aportas.

Gracias por acompañarme un día más y por querer saber un poco más sobre maternidad y ciencia. Me gusta escribir partiendo del rigor de investigaciones científicas, con las que inicio mi libro, y que cierro con una conclusión contundente:  el amor es el motor más poderoso de la vida.

Qué bonita la vida

Y como el libro es muy mío, no podían faltar en él las canciones… cada capítulo tiene una canción que me inspira y me parece la banda sonora ideal para ese tema. En el primer capítulo, esta es la canción…  ¡Qué bonita la vida!

Qué bonita la vida
que da todo de golpe
y luego te lo quita
te hace sentir culpable
a veces cuenta contigo
a veces ni te mira…

Artículo publicado en INED21