No podemos evitar sentir miedo,
solo podemos decidir cómo lo gestionamos
La semana pasada hablaba en INED21 sobre una situación dura por la que había pasado, una situación excepcional, un momento en el que fue necesario gestionar el miedo. Gracias por leerlo, compartirlo y por preocuparos por mí. Entre los mensajes que me llegaron, el de mi amigo José Blas me recordaba que experiencias como esta, donde está presente el miedo (’emoción’), deben ser gestionadas adecuadamente y que deberían desarrollarse en la escuela para preparar a las personas para la vida, una visión que comparto.
La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades personales no atendidas en las materias académicas ordinarias. Los que me conocéis ya sabéis que soy una defensora convencida de que las emociones importan, es algo científicamente demostrado y que, por lo visto, preocupa a mucha gente, puesto que mi artículo sigue siendo el artículo más leído en este portal –mi agradecimiento más sincero a todos, es algo que me hace muy feliz–.
Enseñar a identificar las emociones y ofrecer herramientas para poder gestionarlas es útil, y va a ser necesario en la vida de cualquier persona en algún momento, porque todos vivimos momentos complicados, difíciles de gestionar.
MIEDOS COTIDIANOS
El miedo es una facultad innata que compartimos los humanos con todos los animales, y que nos advierte ante una amenaza. Según la definición de la RAE, significa ‘angustia por un riesgo o daño real o imaginario’, y en su segunda acepción ‘recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea’.
Y es que no solo sentimos miedo en situaciones excepcionales, el miedo nos acompaña también en nuestro día a día con más frecuencia de la que desearíamos. El miedo es el culpable de que muchas veces no nos atrevamos a hacer lo que realmente deseamos.
Seguro que lo has sentido en alguna ocasión. Sucede algo maravilloso, tienes la posibilidad de dar un paso hacia delante hacia algo que te apetece, que deseas sinceramente y, sin embargo… sientes miedo. ¿Cómo es posible? ¿Cómo podemos sentir miedo a hacer que lo queremos hacer?
«Ponemos barreras para protegernos de quiénes creemos que somos.
Luego, un día, quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir»
El caballero de la armadura oxidada
Las experiencias previas son las que nos pueden bloquear en momentos así, las que nos llevan al temor a realizar una acción determinada.
INDEFENSIÓN APRENDIDA
Es interesante recordar el concepto de «indefensión aprendida» de Martin Selligman, para comprender cómo las personas nos paralizamos ante determinadas situaciones, cómo dejamos de actuar y de hacer aquello que nos llevaría a nuestro bienestar.
Los estudios que realizó Martin Selligman con perros se han convertido en mundialmente conocidos. En su estudio, los perros se dividían en tres grupos: los de la jaula A recibían una descarga eléctrica, algo que podían detener si apretaban una barra con el hocico –lo aprendieron muy rápidamente–; los de la jaula B recibían una descarga eléctrica, pero no podían detenerla; y a los de la jaula C no los sometieron a ninguna descarga. Al día siguiente, a todos los perros los encerraron en una jaula con dos zonas: una con descargas y otra sin ellas. Bastaba con saltar una barrera. Los perros que habían estado en las zonas A y C saltaron sin problemas. Los de la B ni siquiera trataron de escapar. Se abandonaban a su suerte, se sometían de inmediato sin ni siquiera intentar escapar. Habían «aprendido» que no tenían control sobre sus vidas.
El Dr. Seligman realizó también un experimento con humanos. A un grupo de voluntarios les hicieron entrar en una habitación con ocho puertas de salida. Emitió un ruido ensordecedor, ante el cual las personas trataron de salir, pero encontraron que las puertas estaban cerradas. Mientras se sentaban de nuevo, Seligman y su equipo abrieron las puertas.
¿Cuántos voluntarios intentaron abrirlas de nuevo?
Ninguno
Lo importante de estos experimentos es que comprobar cómo nos marcan nuestras creencias, que se fundamentan en experiencias previas. Nuestras creencias impulsan nuestros actos y nuestra conducta para producir ciertos resultados. Y, en muchas ocasiones, tenemos miedo a hacer algo por culpa de experiencias anteriores, sin detenernos a pensar que la situación que tenemos delante de nuestros ojos no es la misma que teníamos ayer.
Tal vez nos pasa a todos… el miedo nos invade ante aquello que queremos hacer. Por ello, es necesario recordar lo que nos muestra la psicología, con trabajos como los de Selligman.
Creo que ya va siendo hora de
atreverse a hacer lo que quieres hacer…
Eso que tanto te asusta, que tanto miedo te da… puede ser justamente lo que necesitas hacer y, en el fondo, lo sabes.
Nuestras dudas son traidoras,
porque nos hacen perder
aquello que pudimos ganar,
por miedo a intentarlo
William Shakespeare
Artículo publicado en INED21
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