No pretendas que la vida sea como tú quieres

 

Mi trabajo consiste en acompañar a las personas en procesos de cambio. Es algo que me encanta, desde mis programas de formación y desde el coaching. En una semana especialmente intensa en procesos de coaching, veo lo importante que es saber avanzar hacia el cambio -cambios que, unas veces son voluntarios, y otras veces son forzados por las circunstancias, cambios a nivel profesional o personal… no importa-. Aunque sepas que es necesario, cualquier proceso de cambio está lleno de miedos y temores, que hay que superar o harán que no te atrevas a dar el paso.

En la vida, tenemos que enfrentarnos muchas veces a cambios, algo que siempre es difícil. Tal vez por ello, solemos aferrarnos a la costumbre y a la rutina en lugar de impulsar el cambio. Nos empeñamos en que la vida sea de una determinada manera y nos desespera cuando las cosas no son como esperábamos que fueran.

 

Anécdotas cotidianas

Entre sesiones de coaching y clases en la universidad -esta semana en la Universidad Europea de Madrid-, varios viajes en AVE. Para ir a la estación de Sants, suelo tomar un bus, que me baja en pocos minutos, aunque la parada de bus queda un poco lejos de mi casa. Debo caminar un buen rato hasta allí, suelo andar a paso rápido, pensando por el camino en si voy a llegar bien de tiempo y no voy a tener que esperar mucho rato el autobús. Justamente un día de esta semana, cuando estaba llegando a la parada, a pocos metros, al otro lado de la calle, el bus pasó delante de mí. Iba llenísimo, paró un momento y volvió arrancar frente a mí, sin que me diera tiempo a alcanzarlo. Fue un momento de frustración, lo había perdido… ¡ojalá hubiera salido un minuto antes de casa! ¡qué mala suerte la mía! Fue una sensación de rabia por haberlo visto pasar delante de mí sin llegar a tiempo de subir a él.

Es curioso cómo nos sentimos cuando las cosas no suceden como esperamos.

Las pequeñas anécdotas cotidianas nos dan pistas de cómo vivimos la vida.

Nos frustra que algo no salga según nuestros planes. Querríamos tener el control sobre todo en nuestra vida. Nos gustaría que las cosas fueran tal y como las planificamos.

Y cuando la vida nos muestra que no va a ser así, aparece la frustración y la insatisfacción personal.

 

La insatisfacción personal

¿Cuántas cosas querrías que fueran distintas? ¿Cuántas cosas no te gustan de ti? ¿Cuántas veces estás esperando a que suceda algo para sentirte bien?

Querríamos que las cosas fueran de un determinado modo y son de otro. Es un patrón de comportamiento muy general.

En 2002, Byron Katie publicó un libro orientado a acabar con la insatisfacción personal: “Amar lo que es. Después de sufrir durante varios años una profunda depresión, Katie descubrió que eran sus expectativas idealizadas de la vida y sus pensamientos de vivir una realidad diferente los que la hacían sufrir. Como ella misma cuenta, su depresión venía no de cómo era su realidad, sino de cómo ella creía que debía ser. Por ello, decidió empezar a trabajar en aceptar su realidad, lo cual no implicaba resignarse, sino reconocer el valor de la misma.

Su método se denomina “The Work” (“el Trabajo”) y busca identificar las fuentes de sufrimiento y gestionarlas. “The Work” es un método que consta sencillamente de cuatro preguntas que, aplicadas a un problema específico, te permiten ver lo que te perturba desde una óptica nueva:

¿Es eso verdad?

¿Tengo la certeza absoluta de que eso es verdad?

¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento?

¿Quién sería sin ese pensamiento?

 

La grandeza de «el Trabajo» es que te permite comprobar que lo único que puedes controlar es a ti mism@. No puedes controlar aquello que es externo. Por ello, el método te hace cuestionar tus creencias, para que veas que tú tienes el poder de gestionar tu vida. Tú eres la única persona responsable de ti y de tu bienestar

Lamentarte no ayuda. Aceptar es el camino.

 

Acepta lo que sucede

El reto al que tenemos que enfrentarnos en muchos momentos de nuestra vida es afrontar circunstancias no deseadas.

Aceptar pasa por reconocer tu vulnerabilidad. Aceptar significa reconocer que estás en un lugar que no te gusta, en el que preferirías no estar, viviendo algo que te resulta duro o incómodo… pero ahí estás.

Aguantando lo que te toca vivir, de lo más bobo a lo más duro.

Viendo cómo has perdido el bus delante de tus narices,

o cómo tu salud no está tan bien como tú quisieras

o cómo no tienes el apoyo que esperabas de alguien

o las mil y una cosa que pueden suceder de un modo totalmente diferente a lo que tú esperabas

o, lo más grave, la muerte de un ser querido.

Y, en esos momentos, toca aceptar. Que lo que tú creías que era, no es. Que lo que tú esperabas que pasara, no pasa. Que las pérdidas no se superan, se aceptan. 

 

Y acéptate a ti   

Aceptar la realidad de lo que sucede fuera. Al igual que también tienes que aceptarte a ti.

Aunque tú veas muchas cosas que no te gustan en ti. Aunque desearías ser más …… pon aquí el adjetivo que quieras, todos querríamos ser distintos en algo, más inteligentes, más seductores, más fuertes, …

Aceptar la realidad y aceptarte a ti no es sencillo y no es algo que suceda de golpe, es más bien un proceso gradual. La aceptación implica aflojar, dejar el control y abrirte a lo que tienes ante ti, supone abandonar la lucha y dejar de frustrarte porque las cosas no son “como tú querías que fueran”.

Acepta. Di “sí” a una vida que no está predeterminada y que no siempre va a ser como tú esperas. Los golpes más duros van a dejar herida por siempre en tu corazón y te van a mostrar que eres más fuerte de lo que creías. Para el resto de circunstancias que no son como esperabas…  pon distancia y sé paciente.

Por cierto, ese día en el que vi pasar el bus delante de mí y reaccioné con pesar… pues resulta que apenas dos minutos más tarde llegó otro bus, éste mucho más vacío que el anterior, que me llevó cómodamente sentada a mi destino, mucho mejor de lo que habría ido en el bus anterior. Y me hizo pensar… queremos que las cosas sean de una determinada manera, como las tenemos en la cabeza. Cuando lo que deberíamos hacer es aceptar las cosas como son, sin pretender forzar nada, simplemente dejando que la vida suceda.

No pretendas que la vida sea como tú quieres. Acepta la vida como es.

Porque es posible que lo que no esperas, termine siendo mucho mejor que lo que te empeñabas en encajar en tu vida.

Y porque es muy probable que todo lo que no te gusta de ti, sea en realidad maravilloso a los ojos de otras personas.

 

En guerra

 

¿Qué le pasará a tu espejo?

que no ve lo que yo veo

¿para qué quieres cambiar?

 

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