Parece que crecer sea aprender a convivir con más límites en nuestra vida.
¿Has oído alguna vez a un niño decir que no puede hacer algo? Los niños no acostumbran a ponerse límites. Si hablas con un niño o una niña al que le gusta la luna, te dice que será astronauta… es lógico, ¿no?  En un adulto todo es más complicado.
Y escribo esto mientras replanteo temas de mi trabajo de tesis doctoral. Encallada en un aspecto que no veo cómo solucionar, parece que tengo una limitación que no me permite avanzar hacia dónde yo quisiera. No estoy segura de si voy a conseguir solucionarlo pero, de momento voy a seguir intentándolo… ¿cuándo sabemos si hemos llegado al límite?
Límites históricos
Jim Hines fue el primer hombre que rompió la barrera de los 10 segundos para recorrer 100 metros. En toda la historia de la competición atlética, siempre se había considerado una barrera imposible de superar. En los Juegos Olímicos de 1968, Hines marcó un tiempo de 9,89 segundos. Era la primera vez que el ser humano recorría 100 metros en menos de 10 segundos.
Hasta ese momento nadie lo había logrado. Se creía que era imposible. Lo curioso es que, una vez superada esa marca, otros atletas consiguieron rebajar el tiempo por debajo de los 10 segundos. Tantos años para superar esa barrera y, en el momento en que un atleta demostró que era posible… otros atletas lo consiguieron. Cuando pensaban que no era posible, nadie se atrevía a intentarlo. En el momento en que alguien les demostró que no existía ese límite… muchos más se atrevieron a intentarlo y lo consiguieron.
Límites cotidianos
Otro ejemplo. Este muy cotidiano. Le das a un niño unos colores y le pides que dibuje algo y lo hará encantado… es igual si le pides un dibujo sencillo como un triángulo, que si le pides que te dibuje una ciudad imaginaria llena de inventos revolucionarios. Lo dibujará.
Pídele a un adulto que te dibuje algo… lo más probable es que te diga que no sabe dibujar.
¿Cuándo hemos dejado de saber dibujar? ¿Cuándo dejamos de confiar en que sabemos hacer algo? ¿En qué momento empezamos a ponernos límites, a pensar que de esto no sé, esto no lo puedo hacer…?
Y sucede lo que sucede. Si crees que no puedes… no vas a poder.
Duda de los límites
Viendo el efecto que tiene imponerte límites… ¿por qué no dudas de ellos?
Pon en duda tus límites, son imaginarios… desafíalos con determinación, visión y esfuerzo. Desafiar tus límites es perseguir nuevos retos. Eso nunca es fácil. Los límites son una especie de barrera de seguridad que se auto-impone nuestra mente para mantenernos protegidos. Los nuevos retos dan miedo. Y el miedo nunca desaparecerá mientras sigas creciendo. Porque crecer es salir de tu zona de confort, asumir incertidumbre y esforzarte sin garantía de éxito. Es más… cuando no lo consigues tienes que oír el terrible comentario de «yo ya te lo dije !».  Pero… ni caso.
Tus objetivos están más cerca de tu alcance si tienes una idea clara y precisa de lo que deseas y una enorme fuerza de voluntad para perseguirlo.  Nada es fácil. Pero ya sabes que yo creo que la satisfacción radica en el esfuerzo. La cuestión no es si se puede hacer algo o no… sino en encontrar el modo de hacerlo.
Solo podrás crecer si dudas de tus límites y no limitas tus dudas. Cuestión de actitud.