Creo que este año la Navidad ha llegado casi sin avisar… o es que la histeria del mes de diciembre nos sigue sometiendo a esa presión incomprensible de todos los años. Es como si en diciembre se acabara el mundo, tantas cosas que deben estar terminadas antes de que acabe al año, prisas por entregar trabajos, por firmar temas, por cerrar proyectos…  prisas que a veces nos impiden situarnos adecuadamente en nuestra agenda y saber en qué día vivimos.
Y, de repente, un vuelco en el corazón… porque no tengo nada, absolutamente nada, preparado para Navidad.
Cuando llegan estas fechas, parece que estamos obligados a haber cumplido con el ritual de los preparativos navideños… salir a comprar regalos, décimos de lotería, dejarlo todo organizado…  no sé, cosas así. Y tal vez este tipo de rituales no sean los más importantes.
Posiblemente sea más valioso vivir lo que realmente sientes, hacer lo que deseas de corazón, no por imposición. Sé honesto contigo mismo. Hay muchas cosas maravillosas por vivir y por compartir. No malgastes tu tiempo en aquello que no sientes… porque la vida no va de tener y aparentar, sino de de ser y compartir.
Feliz Navidad…