Una Navidad sin besos ni abrazos.
Adelanto mi post del domingo al día de Navidad, porque hay fechas señaladas que merecen hacer excepciones a la norma.
La primera Navidad que no disfruto alrededor de una mesa con mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, … y resulta tan extraño. Una Navidad sin besos ni abrazos – no sabes cuánto me cuesta contenerme de dar besos, pero no queda otra-. A pesar de ello, soy afortunada, lo sé, Navidad en ‘petit comité’ con mis hijos, y con el resto de familia vía teléfono, video-llamada o whatsapp … pero no puedo evitar sentir nostalgia. Tener ganas de sentir el cariño de mi familia, poder intercambiar regalos, abrazos y compartir el “tió” después de comer.
Deseos de besos y abrazos
Sé que, para muchos, la situación es parecida. Celebración muy reducida, con actitud responsable ante una situación inesperada y todavía poco controlada. Sin poder disfrutar de muchas de las pequeñas cosas que hacíamos en años anteriores. Extrañando esas pequeñas cosas, que ahora parecen mucho más valiosas… deseos de contacto, deseos de abrazos y besos.
El mundo de los deseos es un mundo curioso, que siempre me ha llamado la atención. Escribí ya hace un tiempo sobre los deseos, y hoy no puedo evitar volver sobre ello.
¿Qué es lo que realmente deseamos?
Parece una pregunta fácil. Y, sin embargo, es muchísimo más complicada de lo que parece. Ante una pregunta así, creo que la gente suele responder más por tópicos que por haberlo meditado con calma. Y es que vivimos en una sociedad insaciable de deseos por cumplir, además, de un modo inmediato.
Los deseos tienen una base química. La neurociencia nos muestra que el deseo está relacionado con la dopamina. La dopamina es el neurotransmisor más importante del sistema nervioso. Participa en numerosas funciones, las más significativas son las relacionadas con la emotividad, la conducta motora, la afectividad y la comunicación neuroendocrina. Liberamos dopamina ante ciertos estímulos, como los que comentábamos: viajes, coches, alimentos exquisitos, sexo… La observación en diferentes experimentos científicos permitió establecer una correlación entre el déficit de dopamina y los estados de angustia o infelicidad.
El rol de la dopamina en el sistema de recompensa del cerebro es fundamental. Pura química. Conseguir lo que deseamos nos produce una sensación de bienestar, es algo placentero.
¿Escogemos bien los deseos?
El efecto es claro: placer al conseguir un deseo.
La dificultad, en mi opinión, está en acertar en aquello que deseamos y valorar realmente aquello que conseguimos. No siempre lo que deseamos es lo que puede hacernos felices; a veces, nos equivocamos en nuestros deseos, y mucho…
He leído en diversas ocasiones, artículos sobre personas a las que les ha tocado la lotería, ¿cómo ha cambiado su vida? ¿Qué sucede unos años después? Las estadísticas nos muestran que tres cuartas partes de los ganadores de la lotería tienen menos dinero cinco años después de haber ganado el premio y no se declaran precisamente felices. Parece que pocos son los que consiguen un efecto beneficioso en su vida por el hecho de que les haya tocado la lotería.
Todos tenemos deseos, no es ningún secreto. De hecho, en economía, las empresas se mueven alrededor de los deseos de sus consumidores.
El algoritmo del deseo
En la era de los algoritmos, es indudable que todas las marcas están detrás del algoritmo del deseo. ¿Cuál es la fórmula automática que responde a esta gran pregunta para cada persona en particular? Las marcas buscan conocer qué busca su cliente, qué es lo que le impulsaría a comprar.
Como todo, empezó con una primera generación de algoritmos, que servía para optimizar respuestas a peticiones de información o de localización. Nos hemos ido acostumbrando a ello, sabemos el efecto que tienen las “cookies” en nuestros dispositivos. Actualmente, parece que los algoritmos ya se van anticipando a nuestras demandas, algo casi mágico.
Sería bonito disponer de un algoritmo que nos indicara al instante cuál es nuestro deseo. Sin tener que pensar, sin agobiarnos… el algoritmo que va y te muestra justo lo que necesitas. Esto es justamente lo que están buscando muchos, y parece que la tecnología se va acercando… de momento, como mínimo, intenta mostrarte aquello que cree que te puede gustar. Tal vez, la Inteligencia Artificial sería más eficiente que nosotros mismos a la hora de encontrar aquello que nos conviene.
El algoritmo del deseo no es sencillo.
Desear tiene mucho que ver con la magia.
Y la magia solo dura mientras persiste el deseo…
¿Cuándo termina el deseo?
Curiosamente, por mucho que deseemos algo, parece que el deseo tiene fecha de caducidad. El deseo se extingue en el momento en que se consigue aquello deseado… ¿cómo gestionar esto?
El deseo no se satisface por el mero hecho de tener aquello que deseamos. La satisfacción de conseguirlo genera una sensación agradable por un tiempo –generalmente escaso–, un subidón de dopamina. Pero, en cuanto lo tenemos, nos acostumbramos a ello y dejamos de valorarlo.
Es difícil desear lo que ya se tiene. Y es que el deseo no es causado por los objetos, sino por la falta de ellos. A las marcas, ya les va bien que se extinga ese deseo. Porque aparecerá un nuevo deseo, que implicará una nueva compra.
Sin embargo, a las personas, tal vez, no nos vaya tan bien ese mecanismo. Me parece una espiral peligrosa que no sé muy bien dónde nos lleva. Y es que resulta que nuestros mayores deseos van a ser siempre ésos que no conseguimos alcanzar. Tal vez por ello, esta Navidad, valoramos más que nunca los besos y los abrazos… porque no los podemos tener.
Una Navidad en la que extrañamos con dolor a quién ya no está, y en la que valoramos y agradecemos a quiénes están a nuestro lado, aunque no les podamos abrazar.
Debería hacernos pensar… y deberíamos grabar en nuestra memoria cómo hemos extrañado los besos y abrazos este año, para agradecer y disfrutar los que tendremos en un futuro.
Ojalá acertemos en lo que deseamos y, ojalá, lo valoremos cuando lo tengamos…
Te deseo un maravilloso día de Navidad, disfrútalo aunque sea en un formato no ideal y valora todo lo que tienes, no sea que otro año sea justamente lo que desearías…
Feliz Navidad, con los mejores regalos… esos que no se envuelven
All I want for Christmas…
aunque este año no tenga a todos los que yo querría tener a mi alrededor, sigue siendo mi deseo…
‘all I want for Christmas… is you’
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