Esta que ves en la foto soy yo… hoy.

No es la misma Marta de hace 4 meses.

Hoy, hace 4 meses, aterrizaba en París tras un vuelo transoceánico de 7 horas, llegaba de presentar mi último libro en LatAm y tenía prevista otra presentación en ESADE Alumni para el día siguiente. En ese momento, además de mis clases en la universidad, me esperaba una agenda repleta de formaciones incompany y conferencias presenciales antes de las vacaciones del mes de agosto. Mis previsiones para 2020 eran extraordinarias, como nunca antes. Tenía que llamar a mi madre ese día, tenían previsto salir de viaje con mi padre el día siguiente. Ese 12 de marzo empezó a cambiar todo para mí, como para tantas y tantas personas…

Han pasado 4 meses desde el 12 de marzo. No hace falta que te cuente lo que ha pasado con mi trabajo estos 4 meses, porque probablemente es muy parecido a lo que te ha pasado a ti. Tampoco hace falta que explique lo que ha pasado en mi vida, porque ya lo escribí, ni contar cómo me invade aún la nostalgia pensando en mi madre ni cómo la extraño cada día.

La realidad, muchas veces, no es la que quisiéramos.

Y hay que asumirlo.

No tengo muy claro que hayamos aprendido que muchas cosas ya no podrán ser como eran, al menos durante un tiempo. Aunque nos cansamos de escuchar que la situación actual lo ha cambiado todo, la realidad que yo veo es que mucha gente sigue esperando el momento de poder volver hacer todo exactamente igual a cómo lo hacíamos a principios de marzo.

Sentimos nostalgia, nos gustaría volver a momentos pasados… pero no es posible.

Ha pasado ya la primera etapa de la pandemia, el primer gran confinamiento y el cese de la actividad en una buena parte del mundo.

Cuatro meses, que se han hecho muy largos, para volver a una normalidad tutelada que no confirma a corto plazo una solución real ni al problema de salud ni al problema económico. Al finalizar esa etapa, la realidad nos muestra cómo se producen nuevos rebrotes y cómo ya son necesarios nuevos confinamientos.

Primera lección: el coronavirus sigue aquí, como escribía Rosa Mª Artal esta semana.

 

Y después, ¿qué?

Cuando el covid19 esté en situación de control, veremos una nueva realidad.

¿Qué nos espera? Las previsiones, aunque no coincidan exactamente en las cifras, sí que coinciden en cuanto a la tendencia: una crisis de enormes dimensiones, como no hemos vivido hasta ahora. Las previsiones de la Unión Europea sitúan a España como uno de los países con mayor impacto de la crisis, y sus indicadores previsionales señalan:

  • caída del PIB de un 9,4% en 2020 (otras organizaciones prevén una caída aún mayor)
  • la deuda va a suponer el 116% del PIB
  • el paro alcanzará el 19%

El gráfico con las previsiones de evolución del PIB para 2020 y 2021 (en este momento):

Una caída sin precedentes.

Cuando se deje de intervenir en el mercado laboral, se empezará a ver la verdadera dimensión del desempleo provocado por el confinamiento. Cuando la situación sanitaria se estabilice, parece que la realidad que llega es la de despidos masivos, desaparición de empresas, falta de liquidez, …

Por supuesto, el impacto real no va a depender solo de lo que ha ocurrido hasta ahora, sino también de las medidas que adopten los gobiernos de cada país, y estamos viendo ya grandes diferencias.  Alemania es el país de la UE que más dinero ha invertido tanto por impulso fiscal inmediato, como por aplazamientos de impuestos y cotizaciones para amortiguar el impacto del covid19 en sus empresas. España se encuentran en la cola en cuanto a inversión, y además España anuncia una subida de impuestos, mientras que Reino Unido ya ha anunciado que elimina el impuesto por compra de vivienda y baja el IVA a la hostelería del 20% al 5%.

Políticas económicas y fiscales distintas, tendrán distinto impacto en sus economías.

Situados ante un panorama poco alentador, en un momento en el que muchos nos sentimos preocupados y analizando la estrategia a seguir.

 

No existe la fórmula mágica

Ante este panorama, está claro que nadie tiene la fórmula mágica.

Pero la incertidumbre del momento no nos puede llevar a eternas dudas ni a dejarnos paralizados.

Y después de la situación actual… ¿qué?

La pregunta no es qué va a pasar. La pregunta es qué vamos a hacer.

Una persona libre nunca se pregunta qué va a pasar, sino qué vamos a hacer.

Fernando Savater

Conozco a muchas personas que se preguntan qué va a pasar, que esperan los acontecimientos como meros agentes pasivos condenados a la situación que venga (la teoría de la indefensión aprendida de Martin Seligman) … por suerte conozco también a personas que se preguntan qué vamos a hacer y caminan en esa dirección, son menos, pero son tremendamente inspiradoras. En estas últimas semanas, me han inspirado especialmente mi hermana Anna -siempre dispuesta a HACER lo que es necesario, sin esperar a que la realidad nos lleve hacia donde no queremos ir, y ayudando a quién lo necesita- mi amigo Juan Carlos Cubeiro -no es una mente privilegiada por casualidad, cada día lee un libro, constantemente está estudiando cursos en distintas universidades, en la cuarentena escribió un nuevo libro, está trabajando sin parar en nuevos proyectos…- y mis amig@s que siguen empujando en su trabajo a pesar de la incertidumbre. Son estas personas las que me inspiran a moverme, a no quedarme quieta, a cambiar temas en mi trabajo para reducir los formatos presenciales, a seguir cada día para no hundirme en la preocupación ni quedarme paralizada por el miedo.

No se trata de que todo cambie en un instante. No se trata de un gran cambio, que mucha gente aplaza indefinidamente, ese gran cambio que algunos esperan hacer cuando se den las circunstancias ideales para ello… es decir, nunca. Se trata de ir sumando pequeños cambios progresivamente, de empezar a caminar hacia donde quieres ir en esta nueva realidad.

Estamos en un momento decisivo, y el futuro va a depender de lo que hagamos ahora.

Y posiblemente ese futuro no es el mismo que habías planificado hace unos meses. El mundo ha cambiado, el coronavirus sigue aquí y las cosas deben ser distintas. Toca seguir trabajando, de otro modo.

Hay que estar preparados. Lo he escrito ya en semanas anteriores, toca impulsar nuestra mentalidad startup, convertir la incertidumbre en oportunidad: ¿qué es necesario? ¿en qué puedo ayudar? ¿cómo puedo prepararme?

Preparación y trabajo. Horas, muchas horas.

En estas semanas, he comprobado cómo de necesario va a ser trabajar en las tendencias de futuro… las 5 tendencias que no podrás esquivarY ahí estoy yo, con formatos que han sufrido modificaciones, con propuestas adaptadas al nuevo momento… con muchos proyectos para el tercer trimestre, pero con la mirada puesta en la evolución de la pandemia para poder adaptarme, si es necesario. A punto de empezar una nueva formación (como alumna) el próximo mes de agosto -este agosto tendrá menos de vacaciones y más de trabajo- y de arrancar nuevos proyectos.

No conozco otra manera de avanzar. Sabes que lo he escrito muchas veces: la educación es la inversión más rentable (James Heckman). No podemos dejar de aprender, y debes crear tu propio plan de aprendizaje, en función de tus objetivos y de tus nuevos retos. Hay que apostar por la formación.

Convencida de que quiénes apuesten por ello, serán quienes tendrán éxito, algo que aplica tanto a personas como a organizaciones. Las organizaciones deben apostar también por la formación en los momentos de transformación. Preparación y trabajo. Nada nos garantiza nuestro futuro, pero no prepararse para él garantiza el fracaso.

Cuando tu futuro es incierto, la educación y el trabajo duro son el camino… aunque no tengamos garantías.

 

«Que tinguem sort» («Que tengamos suerte»)

una canción maravillosa de Lluis Llach, cantada por Samantha -mi favorita en OT 2020-, con una letra que hoy adquiere más sentido que nunca…

 

 

Per això,

malgat la boira,

cal…

caminar

 

Por eso,

a pesar de la niebla,

es necesario…

caminar