Abraza tus miedos

cuando la vida te pone a prueba

 

 

Semana bonita. Intensa en trabajo, sí, pero a la vez con recompensas que hacen que mi trabajo valga la pena. Cerrando un curso maravilloso y con la vista en un nuevo curso que promete mucho. Un balance más que positivo, lo cual no implica que la vida sea de color de rosa.

La vida nos pone a prueba muchas veces.

Pruebas en forma de situaciones inesperadas que, sin avisar, te encuentras frente a ti. Sean del tipo que sean, puede suceder en tu trabajo, en tus relaciones, con tu salud, con tus amigos, con tu familia, …

A veces me pregunto por qué extraño motivo no podemos vivir una vida tranquila y plácida. No sé por qué, de vez en cuando, tienen que aparecer temas imprevistos, que desmontan tus planes y te obligan a adaptarte a una realidad que no esperabas -ni quieres-. Situaciones que no dependen de ti y que cambian tu perspectiva.

La primera reacción ante esas situaciones inesperadas es el miedo.

Es como esa reacción que tiene un conejo ante las luces de un coche que se acerca a gran velocidad… se asusta tanto que se queda paralizado.

 

La vida no es como esperas

La vida no es como esperas, ni como la planificas… La vida te somete, a veces, a circunstancias estresantes y ahí debes tener cuidado.

Porque tu primera reacción puede ser la misma que el conejo… el inmovilismo ante lo que se te viene encima. Quedarte bloquead@ e inmóvil o caer en el pesimismo del peor escenario. Y no te culpes si te sucede, es humano. Tenemos un cerebro que tiene la función de advertirnos de los peligros y, por ello, te muestra siempre con tremendismo lo que puede suceder. Es su mecanismo de alerta.

Sin embargo, tú debes gestionar esa visión horrible que te muestra tu cabeza -qué poco me gusta esa manía de mi cerebro de buscar siempre lo peor y de hacerme preocupar por mil temas…-, y debes optar por poner de tu parte para gestionar esa situación que te asusta.

 

Un concepto a recordar: indefensión aprendida

Creo que, en ocasiones así, es importante recordar el concepto de «indefensión aprendida» de Martin Selligman -psicólogo y escritor americano, con publicaciones que han sido “best sellers” mundiales- para comprender cómo las personas nos paralizamos ante determinadas situaciones, cómo dejamos de actuar y de hacer aquello que nos llevaría a nuestro bienestar.

Uno de los estudios científicos liderados por Martin Selligman se ha convertido en mundialmente conocido, un estudio en el que Selligman analizó tres grupos de perros:

 

los perros de la jaula A recibían una descarga eléctrica, algo que podían detener si apretaban una barra con el hocico –lo aprendieron muy rápidamente–;

los perros de la jaula B recibían una descarga eléctrica, pero no podían detenerla hicieran lo que hicieran;

y a los perros de la jaula C no los sometieron a ninguna descarga.

 

Al día siguiente, a todos los perros los encerraron en una única jaula con dos zonas: una con descargas y otra sin ellas. Bastaba con saltar una barrera. Los perros que habían estado en las zonas A y C saltaron sin problemas. Los de la B ni siquiera trataron de escapar. Se abandonaban a su suerte, se sometían de inmediato sin ni siquiera intentar escapar. Habían «aprendido» que no tenían control sobre sus vidas.

 

El Dr. Seligman realizó también un experimento con humanos. A un grupo de voluntarios les hicieron entrar en una habitación con ocho puertas de salida. Emitían un ruido ensordecedor, ante el cual las personas trataban de salir, pero encontraban que las puertas estaban cerradas. Mientras se sentaban de nuevo, Seligman y su equipo abrieron las puertas.

¿Cuántos voluntarios intentaron abrirlas de nuevo?

Ninguno.

 

Lo significativo de estos experimentos es comprobar cómo nos marcan nuestras creencias, que se fundamentan en experiencias previas. Nuestras creencias impulsan nuestros actos y nuestra conducta para producir ciertos resultados. Y, en muchas ocasiones, creemos que no podemos hacer nada por culpa de experiencias anteriores, sin detenernos a pensar que la situación que tenemos delante de nuestros ojos es una situación nueva.

 

Cuando la vida te pone a prueba, abraza tus miedos

Tal vez, nos pasa a todos… el miedo nos invade en determinadas circunstancias. Por ello, es necesario recordar lo que nos muestra la psicología, con trabajos como este: puedes reaccionar ante los problemas, debes hacer algo por escapar de ellos, intentar ver qué opciones tienes y actuar.

Para conseguirlo, es necesario que abraces tus miedos.

No es lo que quisieras, está claro… nadie quiere experimentar miedo. Pero, ante ciertas circunstancias, lo mejor es aceptarlo.

Abrazar tus miedos no es sencillo, pero es posible siguiendo estos 5 pasos:

 

1.

identifica tus miedos

entiende bien cuáles son y por qué te asustan realmente

2.

acepta las posibilidades que pueden suceder

ser realista es necesario, porque de nada sirve engañarte. Sólo podrás gestionar bien la situación si conoces los escenarios que se pueden dar

3.

desarrolla el valor de afrontarlo

No pretendas evitarlo. Permítete sentir miedo, y si tienes que hacer algo que te asusta, hazlo con miedo.

Vencer el miedo es posible. El secreto está en sentir el miedo y hacerlo de todos modos, como nos explica Susan Jeffers en el libro del mismo título “Aunque tenga miedo, hágalo igual”.

4.

despliega una mayor confianza en ti

Los nuevos retos siempre dan miedo. El miedo nunca desaparecerá en tu vida.

Pero sólo lograrás avanzar si confías en que puedes hacer algo. Recuerda este concepto que te acabo de exponer:  “indefensión aprendida”.

5.

y toma la decisión de cuidar de ti mism@

Con todos estos elementos, reflexiona un poco.

Escucha lo que sientes dentro de ti.

Ten claro qué es lo que puede ayudarte en este momento de tu vida. Lo importante es darte cuenta de ello, cultivar la fuerza necesaria para empezar a pasar a la acción, hacer lo que tienes que hacer y ser valiente. De ti depende permanecer inmóvil o avanzar.

 

El problema no está en tener miedo, sino en el efecto que éste puede tener en tu vida.

Será cuestión de abrazar tus miedos, porque quieren decirte algo, porque no los puedes esquivar y porque no queda otra.

No permitas que el miedo te paralice, porque si te quedas inmóvil nada cambia. A veces toca forzar una sonrisa -aunque no salga fácil-, activar la fuerza del optimismo y ponerse en marcha.

Así que, cuando la vida te pone a prueba, abraza tus miedos.

Eres responsable de tu cuidado y de tu felicidad.

 

 

 

Cuando la vida te pone a prueba, tal vez sea el momento de ir ‘con uñas y dientes’…

Te deseo una feliz semana de julio, mil gracias por leerme un día más

 

 

Llevo horas intentando ponerme de acuerdo conmigo

y no lo consigo

llevo días sin hablarme, sabiendo que soy mi único testigo

y no lo concibo

dime ¿qué puedo hacer ahora…?

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