ERES MÁS EMOCIONAL DE LO QUE CREES

 

Nos esforzamos por esconder nuestras emociones.

Lo observo a diario. Esta semana, en ESADE, con la presentación de Trabajos Fin de Máster (alumnos fingiendo serenidad frente a esos nervios que llevaban por dentro), reuniones de preparación de proyectos para el último trimestre (en los que trabajaré la parte emocional) y con temas diversos que a veces me estresan, y me recuerdan que las emociones siempre están a flor de piel.

Nuestras emociones están siempre ahí. Sin embargo, preferimos fingir que no las vemos, o preferimos disimularlas.

Recuerdo haber escuchado -hace años- en más de una ocasión, que no debía llorar, que llorar es de débiles… y yo no podía evitarlo. Llegué a creer que, efectivamente, debía ser una persona débil, porque en determinados momentos, sentía un nudo en el estómago y necesitaba llorar. Crecí con la consigna de que las emociones se deben reprimir.

Y, como persona obediente, yo intenté esconderlas.

 

¿Debemos reprimir las emociones?

Aunque me esforzaba por reprimir mis emociones, no solía conseguirlo. Siempre he sido muy sensible -como escribí en mi artículo “No confundas sensible con débil”- y emociones como la tristeza, la alegría, el miedo, la vergüenza, … o el amor han estado siempre presentes en mi vida.

Imagino que, por ello, siempre he sentido interés por conocer más sobre lo que nos pasa por dentro.

He leído todo lo que ha caído en mis manos sobre este tema, y he descubierto que no podemos dejar las emociones de lado.

En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. Probablemente, hemos creído que las emociones nos confunden. Pero no es así. Las investigaciones científicas evidencian lo contrario. Investigadores neurocientíficos nos demuestran que es necesaria la participación de las emociones en la toma de decisiones.

Los profesores Jules Lobel (Universidad de Pittsburg) y George Lowenstein (Universidad Carnegie Mellon) demostraron que las decisiones humanas son controladas por dos sistemas: el deliberativo y el emocional. Y que es necesaria la interacción de ambos.

Daniel Goleman publicó en 1995 “Inteligencia emocional”, en el que defiende que el éxito de una persona no viene determinado únicamente por su coeficiente intelectual o por sus estudios académicos, sino que entra en juego la inteligencia emocional.

Define la inteligencia emocional como la capacidad de la persona para identificar su propio estado emocional y gestionarlo de forma adecuada.

Reprimir las emociones no es la mejor opción. Debemos aceptar que las emociones existen, que juegan un papel importante al enviarnos señales de qué sucede en nuestra vida -todas, las negativas también- y que hay que aprender a gestionarlas.

 

¿Por qué necesitas gestionar tus emociones?

Como profesionales, muchas veces, nos esforzamos en aparentar una racionalidad ‘a prueba de bomba’.

Sin embargo, todos sabemos que no somos así. Que, detrás de cada persona, se esconde un mundo interior muy profundo, con sus alegrías y sus tristezas, con sus seguridades y sus miedos. Y es justamente aquí, en la dimensión emocional, donde ‘se decide el partido’.

Tal vez es más fácil verlo en el ámbito deportivo. Podemos encontrar muchos deportistas de élite tremendamente preparados, con un nivel de desempeño extraordinario. Sin embargo, en el momento de la competición, entre deportistas de un altísimo nivel técnico, prácticamente igual entre ellos, lo que marca la diferencia es la gestión emocional: cómo controlan sus nervios, cómo resisten en situaciones duras, cómo mantienen su motivación, … En el ámbito deportivo es dónde se inició el coaching, justamente para que los deportistas fueran capaces de desarrollar todo su potencial. Hoy, cualquier profesional que aspire a mejorar tiene su coach para acompañarle en su crecimiento, y no es casual.

En las situaciones difíciles, es cuando es más necesario ser capaz de gestionar tus emociones

 

¿Cómo gestionar las emociones?

La diferencia entre los profesionales buenos y los extraordinarios está en esta dimensión emocional. En mi experiencia como coach de grandes profesionales, he podido comprobar cómo las personas realmente excepcionales se preocupan por desarrollar su inteligencia emocional. Conseguir gestionar adecuadamente las emociones no es fácil, requiere de la voluntad de hacerlo y de seguir algunas pautas en tu día a día.

 

1.

Dedica tiempo al autoconocimiento y a la introspección

Todo empieza en ti. Si quieres gestionar adecuadamente tus emociones, hay una primera etapa imprescindible: una etapa de introspección, de autoconocimiento. No puedes desplegar todo tu potencial ni enfocarte adecuadamente sin conocerte a fondo. Y, en este proceso, recuerda que no solo se trata de buscar debilidades y temas a mejorar en ti. Acuérdate de valorar tus fortalezas y todo lo bueno que hay en ti.

Cuando te conozcas mejor, te será más fácil gestionar tus emociones.

2.

Observa tus emociones

Permítete sentir, y observa tus emociones.

Esquivar las emociones no es una opción. Nos han dicho muchas veces que hay sentimientos y emociones que debemos evitar. Nos dicen, por ejemplo, que no hay que llorar o tener miedo. Y no es así. Las emociones se producen por algo, tienen un motivo. Intentar asfixiar lo que sientes, solo aplaza su expresión. Lo que reprimes retorna y, a veces, con más fuerza.

No esquives las emociones. Siente. Y observa lo que sientes.

Para observar tus emociones, debes preguntarte: ¿qué estoy sintiendo? ¿cómo me siento? E intentar poner el nombre exacto a esa emoción que experimentas. ¿Es ira? ¿Es miedo? ¿Es …? Cuanto más precisa sea la identificación, más fácil te será comprender el porqué de esa emoción.

3.

Esfuérzate por tener pensamientos positivos

Promueve un diálogo interno positivo.

Por ejemplo, si te dices con frecuencia “no voy a poder con esto”, “no soy lo suficientemente capaz” o “no puedo cambiar nada”, aumentas tu malestar emocional.

Lo ideal es que identifiques tus diálogos internos y, una vez detectados, los vayas cambiando y modificando por otros más amables y positivos que te ayuden a superar la circunstancia por la que estás pasando.

Las emociones deben ser gestionadas, es necesario que veas qué puedes hacer para solucionar una situación difícil y para pasar a la acción.

4.

Aprende a relajarte.

La gestión emocional necesita de una cierta serenidad.

Vivimos a toda velocidad, con urgencias constantes, con poco tiempo para parar, con mucho por hacer cada día… Solemos vivir desde la impaciencia, las prisas y el estrés que nos produce el ritmo de vida que nos imponemos.

Sin embargo, en ocasiones, la vida te para un momento. Y pone ante ti una mala noticia, o una circunstancia difícil o inesperada que, de repente, te hace relativizar todo el resto. Ante una mala noticia, afloran determinadas emociones y determinados estados de ánimo. Saber gestionarlos requiere de una gran capacidad de calma y control. Y, para ello, es importante aprender a relajarte.

No hay fórmulas infalibles que te aseguren controlar este tipo de situaciones y conseguir serenidad, pero me atrevo a compartir contigo dos propuestas que te pueden ayudar mucho:

la práctica de la meditación

y rodearte de personas que te apoyen, te ayuden o, simplemente, te acompañen y estén a tu lado

Es fundamental conocerte, ser consciente de lo que te pasa por dentro, saber gestionar tus emociones, aprender a discriminar estímulos -especialmente los negativos-, poner límites a determinados temas, ser capaz de desconectar y relajarte de vez en cuando, poner foco en lo importante y saber pasar a la acción cuando es el momento.

A menudo, lidiamos con universos emocionales duros, y lo hacemos como buenamente podemos. Hay quien esconde e interioriza sus problemas, sin darse cuenta de que está cronificando su sufrimiento. Y hay quien se dedica a derramar agresivamente sobre los demás sus frustraciones. Es cuestión de no caer en esas trampas, es cuestión de gestionar las emociones de un modo inteligente.

Eres más emocional de lo que crees.

No deberías sentir ningún pudor por reconocerlo.

Atrévete a profundizar en el lenguaje no hablado de las emociones, no esquives sentir las emociones y aprende qué te quiere decir cada una de ellas, para que puedas responder mejor a ese sistema emocional de alertas.

La belleza de la vida es inseparable de su vulnerabilidad.

 

Emocional

no podía ser otra la canción de hoy 😉

Lejos contigo a bailar,
a dejarnos llevar…
sin seguir los consejos,
los consejos que dan
los que por miedo a amar
viven no siendo ellos…

 

 

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