Termina una semana tranquila, entre clases en la universidad -online ahora mismo-, propuestas para nuevos proyectos en 2021 y un poco de tiempo compartido en la radio, con Silvia Saucedo y su programaSilvia te orienta”, para hablar de mi último libro “¿Somos malas madres?y la necesidad de trabajar por un nuevo paradigma en maternidad y trabajo. Gracias de corazón a Silvia, a l@s colaborador@s del programa y a l@s oyentes por ese rato maravilloso que pude disfrutar.

 

Hay momentos en los que simplemente disfrutas de tu trabajo. Y quién me conoce sabe que no lo digo por decir, que realmente disfruto con mi trabajo, como disfruto de mi vida, y lo hago con intensidad.

Sentir con intensidad

La intensidad con la que siento las cosas es algo que no siempre he llevado bien. Ser muy intensa, y con la sensibilidad a flor de piel no es fácil precisamente en nuestra sociedad. Recuerdo que, hace muchos años, cuando veía cómo me afectaba todo lo que me sucedía, solía pensar que era inmadurez. Que, con los años, dejaría de llorar al ver una película dramática, que las cosas dejarían de afectarme tanto y que me convertiría en una persona más fuerte.

Recuerdo que hubo una época en la que no podía escuchar una canción concreta de Dani Martín. Literalmente, no podía, porque era escucharla y no poder parar de llorar. La música me llega muy dentro. Tampoco puedo ver según qué películas, los dramas me hacen sentir mal durante mucho tiempo. Mi nivel de empatía con otras personas reconozco que es demasiado elevado, y no puedo evitar ponerme en su lugar y sentir lo que sienten.

En mi día a día, esté donde esté, oigo la música que pone la vida. En una tienda, viendo una serie, en el coche… no puedo evitar fijarme en la música que suena. Todo el mundo que está a mi alrededor la oye, pero parece como si solo yo pusiera atención a lo que escucho.

Me fijo en los pequeños detalles. Detecto las coincidencias. Todo lo bueno me hace sentir muy feliz. Todo lo malo me impacta de un modo terrible.

Hace tiempo que sé que todo lo siento con mayor intensidad. Y no se trata de una sensación, es algo que, en ocasiones, se manifiesta de forma física, como problemas en la piel ante situaciones de estrés o jaquecas cuando algo me preocupa.

Si a ti te pasa, o conoces a alguien que le sucede lo mismo, sabrás que no es algo intencionado ni deseado.

Durante años, no sabía por qué me sucedía todo esto. No era algo que yo quisiera que me pasase… sencillamente, no podía evitarlo. Como comentaba, eran rasgos que asociaba con inmadurez.

Hasta que, hace cuatro años, en una consulta por un problema de salud que tenía en ese momento, descubrí que tengo alta sensibilidad, que soy una “Persona Altamente Sensible” (PAS). Cuando me contó las características de las personas altamente sensibles, iba pensando “no puede ser, está hablando de mí, todo eso me pasa a mí,…”. Encajaba a la perfección en el perfil que me describía.

Nunca antes había oído hablar de la alta sensibilidad. Sin embargo, descubrí que no es algo raro, puesto que se calcula que es una característica presente en un 20% de la población, aunque muchos no lo saben.

El primer científico que lo estudió fue Iván Pávlov, a través de sus investigaciones sobre la reactividad sensorial. Más recientemente, a mediados de los años 90, la doctora y psicóloga Elaine Aron acuñó el término popular PAS -personas altamente sensibles- y lo dio a conocer  a través de su libro “El don de la sensibilidad”.

 

No es una enfermedad

Ser altamente sensible no es un síndrome ni una enfermedad. Ser altamente sensible significa tener una mayor sensibilidad emocional y una mayor reactividad en el sistema nervioso central.

La sensibilidad es una característica básicamente innata del cerebro y del sistema nervioso y, por tanto, forma parte de uno de los genotipos que encontramos dentro del código genético de los seres humanos. Las personas hipersensibles son personas que reciben relativamente mucha más información sensorial a la vez, en relación a alguien con una sensibilidad media.

El psicólogo José Mª Guillén Lladó señalaba en una entrevista que “La Persona Altamente Sensible posee un sistema neuro-sensorial más desarrollado y perceptivo. Recibe más información sensorial simultánea que alguien con sensibilidad media o baja, procesándola de forma más intensa y profunda, lo que puede provocar que se sature o se sobre-estimule. La PAS es muy emocional y con una fuerte empatía hacia el sufrimiento ajeno. Muy sensible al dolor y a la violencia. Tiende a profundizar en sus pensamientos.” También señala que “suele ser muy sensible a ruidos, olores y luces fuertes. Capta aspectos sutiles del entorno. Reacciones emocionales intensas. Gran empatía con los demás. Enamoradiza. Asustadiza. Le afectan las imágenes violentas. Intuitiva. Idealista. Creativa. Le gusta el arte, la lectura, la música. Espiritual. Profunda. Se siente vulnerable. Le cuesta relajarse. Se bloquea si le gritan. Perfeccionista. Se agobia. Se siente culpable si se equivoca. A veces necesita estar sola. “

¿Te identificas con estos rasgos? Si es así, tienes muchas probabilidades de pertenecer a ese 20% de personas altamente sensibles.

 

¿Cómo es una persona altamente sensible?

Al decir que una persona es altamente sensible, lo más frecuente es que lo asocien con timidez, introversión, … El desconocimiento de la alta sensibilidad hace que se pueda confundir con susceptibilidad e inestabilidad emocional. La suposición más común es que somos personas débiles y frágiles. Lo explica extraordinariamente bien Elena Herdieckerhoff en su TEDx. Si te interesa el tema, y tienes 15 minutos, te aconsejo verla.

 

 

Necesitamos borrar la idea de que sensibilidad es debilidad. El secreto está en conocer más sobre el tema.

Las personas altamente sensibles presentan una serie de rasgos comunes. Según la psicóloga Elaine Aron, la Alta Sensibilidad está ligada a la existencia de 4 factores que deben estar presentes en una persona para ser considerada como tal. La investigadora propuso su propia regla mnemotécnica a través del acrónimo D.O.E.S. para conocer si una persona puede considerarse altamente sensible.

D – Depth of Processing – Profundidad de Procesamiento

Hace referencia a la tendencia a dar vueltas a los mismos pensamientos y a llevar a cabo un análisis profundo de los mismos. Evalúa y compara escenas pasadas y las del presente para decidir la acción antes de ejecutarla. (una característica que estaréis de acuerdo en que es bastante femenina, que tendemos al ‘overthinking‘)

O – Overstimulation – Sobre estimulación o saturación

Esa profundidad de procesamiento, junto con la gran emocionalidad, son factores que pueden desencadenar saturación y sobre estimulación por el exceso de información y el procesamiento profundo de ésta. Algo que fue demostrado en un estudio desarrollado por Friederike Gerstenberg y publicado en Personality and Individual Differences (2012).

E – Emotional Reactivity & Empathy – Gran emocionalidad y empatía  

La PAS manifiesta una gran intensidad emocional en cada una de sus emociones. Suele sentirse identificada con vivir en una montaña rusa de emociones. Tiene mayor capacidad de empatía y presenta más actividad en las zonas del cerebro donde se ubican las neuronas espejo.

*The highly sensitive brain: An fMRI study of sensory processing sensitivity and response to others’ emotions. Brain and Behavior, 4, 580-594

S – Sensing the Subtle – Sensibilidad hacia las sutilezas  

Tienen capacidad para percibir sutilezas a través de los sentidos, como olores, sabores, texturas e incluso en el plano visual suelen detectar pequeños detalles no percibidos por el resto de personas.

 

No son las únicas características de la PAS, pero constituyen cuatro rasgos fundamentales que ayudan a entender un poco más sobre ella.

Ser altamente sensible no significa ser débil, significa tener una mayor sensibilidad emocional y una mayor reactividad en el sistema nervioso.

Sentir el dolor de las personas que tienes alrededor, empatizar con los demás, … no es ser débil.

La sensibilidad puede aportar mucho a nuestra sociedad. Si sientes que eres especialmente sensible, sé consciente de que no es un defecto y que no significa ser débil.

Si eres especialmente sensible, lo fundamental es conocerte, ser consciente de lo que te pasa por dentro, saber gestionar tus emociones, aprende a discriminar estímulos -especialmente los negativos-, ponte límites a lo que te impacte demasiado, rebaja las expectativas que tienes en los demás -no todos te entenderán como tú les entiendes a ellos-, intenta desconectar y relajarte de vez en cuando y, sobre todo, recuerda que tiene su lado positivo: vives lo bonito con gran intensidad, disfrutas de los pequeños detalles que muchos no ven y puedes estar emocionalmente más cerca de otras personas. Estoy convencida de que el mundo necesita de la sensibilidad de las personas para hacerlo un poquito mejor. 

No confundas sensible con débil. 

Aunque, a veces, te sientas así.

Cuando más débil te sientes… es cuando puedes descubrir lo fuerte que puedes llegar a ser

 

I’m resilient

Puede llover por unos meses

no todo sale como uno lo quierе a veces…

si hubo una herida, la curé solo yo…

 

 

.