¿UNA ETAPA IDEAL?


Sábado por la mañana. Estoy escribiendo mi post antes de la clase que doy en un programa de Máster en Madrid… con cierto estrés, no lo voy a negar. He tenido una semana sin parar, y no he sabido encontrar el momento para escribir antes. Y, en mi cabeza, me digo a mí misma que la próxima semana seguro que lo voy a escribir antes del sábado… que no voy a ir tan agobiada, que seguro que no tendré tantas urgencias como esta semana…
No sé por qué siempre imaginamos la evolución de las cosas de un modo más fácil de lo que realmente acaba siendo… Esperamos terminar proyectos, que se solucionen problemas, que llegue un determinado momento en el que, de repente… todo esté solucionado.
En muchas ocasiones les damos vueltas a cosas imposibles en nuestra cabeza. Me gustaría no tener problemas. En alguna ocasión, he planificado mi futuro pensando en todo lo que iba a hacer cuando se resolvieran todos los problemas que tenía abiertos… Todo lo bueno tenía que suceder a partir de ese momento. Fin de los problemas, principio de una etapa ideal.

PROBLEMAS «EN PROCESO»

Hasta que alguien, de forma casual, me hizo notar que eso no va así… que siempre tenemos problemas «en proceso» y es necesario aprender a convivir con ellos. Que siempre vamos a tener preocupaciones, temas por cerrar… en la vida es necesario aprender a convivir con los problemas. Y disfrutar de las cosas buenas que suceden al mismo tiempo que nos preocupamos por las cosas menos buenas. O sea, que debía empezar a pensar en disfrutar de lo bueno, aunque mi cabeza sea una obsesa de darle vueltas a todo lo negativo.
Escuché atentamente todo lo que me contaba, sintiendo que era verdad… nunca vamos a estar libres de preocupación, libres de problemas… Y debemos aceptar esta realidad, debemos convivir con ciertos problemas, con incertidumbres y con incomodidades. Por ello, debemos aprender a vivir con un cierto nivel de estrés, pero no podemos permitir que ese estrés nos sobrepase.
GESTIONAR EL ESTRÉS
El estrés es, sin duda, uno de los grandes problemas de la población en este siglo XXI. Por ello, es fácil encontrar publicaciones que tratan sobre el mismo.
Uno de los libros que leí sobre estrés es «Relájese. Los 7 paradigmas para gestionar el estrés», de Michael Olpin y Sam Bracken. El libro nos muestra cómo gestionar mejor el estrés y vivir una vida con sentido, aplicando Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey. Recuerdo que lo compré porque soy una gran fan del libro de Stephen Covey, y pensé que tenía su gracia que se hubieran inspirado en él para proponer claves de gestión del estrés.

EFECTOS DEL ESTRÉS

Y es que deberíamos ir con cuidado con el estrés. Al elevar el nivel de estrés, sin darnos cuenta, estamos sometiendo a nuestro cuerpo a una presión que tiene serios efectos negativos, el estrés debilita la salud.
El estrés –cuando no es crónico– tiene su utilidad, es un sistema de alerta ante un factor de riesgo. El estrés te mantiene en alerta en situaciones peligrosas, al incrementar tu ritmo cardiaco y respiratorio, la sangre fluye hacia los músculos y hacia su conciencia sensorial.

Tu cuerpo responde ante lo que percibe como una amenaza y tarda entre 30 y 90 segundos en considerar si debe huir o pelear, para regresar después al estado natural de homeóstasis. Un cierto nivel de estrés es beneficioso –de hecho, es necesario para desarrollar tu trabajo con un cierto nivel de exigencia–, pero el estrés crónico y prolongado es perjudicial para tu salud.

Ciertamente, no puedes evitar el estrés, pero puedes minimizarlo. Y es que la mayor parte del estrésproviene de tu interior; por ello, los autores nos muestran que tú puedes aprender a «desenredar» tus reacciones habituales y reemplazarlas por conductas más saludables. El tiempo que transcurre entre un estímulo y la respuesta que le das al mismo te da la oportunidad de controlar cómo reaccionas ante el estrés. Y para ello, nos ofrecen 7 grandes pautas.

SIETE PARADIGMAS

Los 7 paradigmas para gestionar el estrés

1

De reactiv@ a proactiv@

En el primer paradigma, nos señalan que debes controlar tu estrés, en lugar de reaccionar ante él. No puedes evitar el estrés, pero puedes minimizarlo.
Para ello, una actitud proactiva ante cualquier hecho que pueda resultar estresante. Por ejemplo, las personas proactivas hacen ejercicio, comen bien y se someten a exámenes médicos con regularidad para reducir el estrés sobre su salud. Evitan problemas en las relaciones al ser respetuosos, amables e indulgentes. Este tipo de actitud, que conduce a evitar problemas es el primer paradigma para reducir el nivel de estrés.

2

De desmotivad@ a inspirad@

Si tu trabajo no te entusiasma, es más fácil llegar a situaciones de estrés. El antídoto a estar desmotivad@ es la inspiración. Recuerda que hace unas semanas te comentaba la importancia de tener clara tu misión en la vida y de revisar esa misión periódicamente, pues bien, en el libro también recomiendan este aspecto. La inspiración proviene de tener una misión clara y unos valores. Tener un por qué  ayuda a reducir el nivel de estrés.

3

De presiones a prioridades

Muchas personas se sienten desbordadas por el trabajo. Se enfrentan a la presión intentando hacerlo todo a la vez, lo cual no hace más que incrementar el nivel de tensión. En realidad, tratar de realizar varias tareas de forma simultánea genera más estrés, se produce un problema de atención y de concentración. En vez de eso, cambia tu paradigma de presiones a prioridades. Planifica, pon en tu agenda lo que necesitas hacer y distribuye el tiempo. Establece prioridades y siente la satisfacción del trabajo terminado a medida que vayas cerrando puntos, te ayudará a reducir el estrés.

4

Del hastío a la armonía

Los problemas cotidianos en el trabajo pueden ser de distintos tipos. Sean cuales sean, es importante no pensar en la vida como una batalla –con perdedores y ganadores–, sino más bien como en un juego de equipoBuscar alianzas y buscar nuevos modos de hacer las cosas ayuda a generar un entorno con mayor nivel de armonía y reduce el estrés.

5

De la ansiedad a la empatía

Para manejar la ansiedad, en muchas situaciones la solución es desarrollar más la empatía. Para gestionar muchos temas, la empatía es una gran aliada. La empatía es entender lo que otros sienten. Practica la empatía escuchando a las personas con la intención de entenderlas, más que escuchar para responder. Aunque parece que la tecnología facilita la comunicación, la realidad es que nos ha llevado a tener menos encuentros cara a cara con los demás. La empatía decae cuando las personas se aíslan y no se dan cuenta cómo el aislamiento genera estrés. La empatía requiere atención plena, enfocarse en el presente y en la persona que está contigo, una táctica muy importante en la liberación del estrés.

6

De estar a la defensiva a aceptar la diversidad

El hecho de estar siempre a la defensiva provoca agotamiento. Adherirse de manera continuada a un punto de vista único –al de la mayoría– puede conducir a perder oportunidades. La recomendación es abrazar la diversidad, aceptar diferentes tipos de personas, opiniones y actitudes. Mostrarte abiert@ a la diversidad te aportará y te permitirá reducir el nivel de estrés.

7

De tens@ a tranquil@

En situaciones de tensión, es necesario trabajar en cuatro esferas para conseguir serenidad:

Tranquilidad mental

Medita para lograr la tranquilidad mental. Visualiza una imagen de algo que te calme y trata de utilizar todos tus sentidos alrededor de esa imagen.

Tranquilidad espiritual

Esfuérzate por cultivar tu paz interior, por la vía por la en que sientas que puedes conseguirla.

Tranquilidad física

Usa el ejercicio y la relajación para sentirte físicamente más tranquil@. Reduce el estrés con 30 minutos de ejercicio, en especial después de un hecho estresante.Mejora la calidad del sueño, acuéstate más temprano, mantén tu habitación a oscuras y no utilices dispositivos electrónicos antes de ir a la cama. El ejercicio y el descanso son grandes aliados.

Tranquilidad emocional

Busca conexiones que no sean estresantes con otras personas, en palabras de los autores.


Y es que, en definitiva, siempre podemos vernos sometid@s a circunstancias estresantes, porque la vida ni es lineal ni es sencilla. Pero debemos ser conscientes de que los altibajos son parte de la vida misma y hay que saber gestionarlos. Los autores del libro nos hablan de buscar conexiones no estresantes con otras personas. En palabras mías:

Rodéate de esas personas que son capaces de mirar el mundo de un modo distinto… de sacar lo mejor de cada lugar y de cada momento. Porque la energía de esas personas te ayudará de un modo extraordinario.

Esta semana, hace unos días, comí con un amigo que tiene una vida profesional especialmente estresante. Me contaba que había llegado de Estados Unidos el día anterior a las tres de la madrugada, y a primera hora estaba ya en su despacho, para gestionar temas, comer luego conmigo, con un poco de prisa porque a las 15.30 h tenía que coger otro vuelo… un puesto de responsabilidad que le exige muchísimo de forma constante. Y, sin embargo, me lo contaba con una sonrisa y una actitud positiva que demuestra que no son las circunstancias las que determinan tu vida, sino el modo cómo las afrontas.

UNA GRAN MONTAÑA RUSA

La vida es una gran montaña rusa… me hizo gracia este video que «casualmente» me envió un amigo por whatsapp: 

 
Será cuestión de asumirlo… la vida es una gran montaña rusa, la vida está llena de retos por lograr, lo cual es muy estimulante, con todo lo bueno y todo lo malo que conlleva. Vivir implica gestionar problemas y aceptar decepciones, vamos a intentar hacerlo del mejor modo posible.

Será cuestión de asumir que puedes tener un mal día… y no pasa nada.

Aunque, eso sí, mejor rodéate de esas personas que son capaces de mirar el mundo de un modo especial…

Bad day


Artículo publicado en INED21