Éxito, ¿según quién… y para cuándo?
Cómo cambia tu idea de éxito cuando cambias tú
Semana navideña. Familia, comidas de celebración, regalos, … ¿Qué tal ha ido la tuya? Deseo que muy bien, que hayas aprovechado para desconectar un poco, para agradecer lo que te rodea y para disfrutar de los tuyos.
Preparados todos ya para el inicio de un nuevo año. Ese momento para hacer balance, para revisar lo vivido y, casi sin darte cuenta, para proyectar deseos.
Hoy quiero desearte un año nuevo lleno de éxito.
Y por ello, antes de seguir, creo que lo fundamental es que te formules la pregunta:
¿qué es éxito para ti?
Piénsalo un momento.
No respondas deprisa.
No con lo que “debería ser”.
Sino con lo que realmente es hoy, en este momento de tu vida.
Porque el éxito, aunque lo tratemos como un concepto universal, aunque se dé por hecho en qué consiste … es profundamente personal.
Y, sobre todo, no es estático.
El éxito también se estudia
(y no dice lo mismo a todas las edades)
Desde la psicología y las ciencias sociales, el concepto de éxito ha sido ampliamente analizado, y los resultados son reveladores.
Uno de los marcos teóricos más sólidos para comprender qué nos motiva es la Teoría de la Autodeterminación, desarrollada por Edward Deci y Richard Ryan, uno de los modelos más influyentes en la psicología contemporánea sobre el bienestar, la motivación y el crecimiento personal. A lo largo de décadas de investigación, ambos demostraron que la motivación humana y el bienestar psicológico no se sostienen únicamente en recompensas externas —como el estatus, el salario o el reconocimiento social—, sino en la satisfacción continuada de tres necesidades psicológicas básicas:
– autonomía (sentir que elegimos y decidimos),
– competencia (percibir que somos eficaces y capaces)
– y relación (experimentar vínculos significativos con los demás).
Cuando el éxito se define sólo desde indicadores externos, puede resultar estimulante a corto plazo, pero pierde fuerza con el tiempo. Con el tiempo, el concepto de éxito evoluciona y adquiere más importancia lo que nos sostiene por dentro.
Desde otra perspectiva complementaria, la Psicología del Desarrollo Adulto aporta una clave fundamental para entender este cambio. Erik Erikson ya señalaba que las personas atravesamos distintas etapas vitales, cada una con desafíos y preguntas centrales propias.
En las primeras fases de la vida adulta, el foco suele ponerse en construir identidad, consolidar una trayectoria profesional y demostrar valía a través del logro.
Sin embargo, a medida que avanzamos, ese énfasis se desplaza progresivamente hacia la búsqueda de sentido, la contribución a algo que nos trascienda y la coherencia entre lo que hacemos y lo que somos. No dejamos de querer hacer cosas importantes; lo que ocurre es que lo importante deja de medirse solo en términos de éxito externo y empieza a evaluarse desde una lógica más interna, más integrada y más alineada con nuestra propia biografía.
Dicho de otro modo:
lo que te motivaba a los 30 no tiene por qué hacerlo a los 45.
Y eso no es una crisis.
Es evolución.
Tres claves para repensar tu concepto de éxito
Antes de entrar en propuestas concretas, es bueno detenerte un instante.
Repensar el éxito no es un ejercicio de autoayuda ni un gesto impulsivo de final de año, es un proceso de reflexión que requiere un poco de tiempo y mucha honestidad contigo. Implica revisar creencias, cuestionar automatismos y aceptar que todo cambia.
Las tres claves que te propongo no pretenden ofrecerte respuestas, sino plantearte preguntas que te pueden ayudar a redefinir el éxito desde una posición más consciente, más alineada contigo y con el momento vital en el que te encuentras ahora.
1.
Distingue entre éxito heredado y éxito elegido
Durante años, muchos perseguimos una idea de éxito que no hemos construido nosotros. Es un éxito aprendido, socialmente premiado, culturalmente reforzado. Revisarlo no implica despreciarlo, sino preguntarnos con honestidad: ¿sigue siendo mío?
2.
Acepta que la motivación cambia – y debe hacerlo-
Cuando un cierto tipo de éxito deja de empujarte, no siempre es señal de agotamiento. A veces es una señal de madurez. No es raro que en ciertos momentos de tu vida dieras mucha importancia a tu trabajo, y en otros momentos priorizaras algún proyecto especial… ¡claro que no! Pero tampoco es raro cambiar y que hoy tengas otras prioridades.
Los motores internos se recalibran y aparecen nuevas prioridades: equilibrio, coherencia, bienestar, paz, … Ignorarlas suele salir caro.
3.
Mide el éxito también por cómo te hace sentir
Medir el éxito requiere tener en cuenta más de una dimensión.
No sólo por lo que consigues, sino por cómo vives el proceso hasta llegar ahí.
No sólo por los resultados, sino por el sentirte bien.
No sólo por el “más”, sino por el “mejor”.
Porque un éxito que no te llena por dentro deja de ser éxito.
Te deseo muchos éxitos
En estas fechas, es un buen momento para desearte éxito, y también para invitarte a redefinirlo. Ojalá consigas eso que deseas.
No tanto: “¿qué más puedo lograr?”
Sino: “¿qué quiero lograr que realmente me motiva?”
Tus ganas de crecer no se apagan, se transforman.
Y escuchar ese cambio es inteligencia vital.
Es respeto por ti.
Y probablemente sea la forma más profunda de éxito.
Feliz año 2026.
Te deseo muchos éxitos.
Pero, sobre todo, que sean tus éxitos.
Hoy te dejo una canción de Phil Collins con Genesis – que está aprendiendo a tocar con piano un vecino en mi casa y la oigo con frecuencia- para darte las gracias por leerme y desearte un feliz inicio de año
There’s been no one whomakes me feel like you dosay we’ll be together ‘til the end
.
.
.
Comentarios recientes