Tu mejor versión necesita un rival
Semana de trabajo muy entretenida, con sesiones de mi programa y proyectos que avanzan. Semana que termina con un fin de semana divertido, con partido de fútbol femenino en el campo: el clásico Barça–Madrid en el Estadi de Montjuïc, que ha terminado con victoria blaugrana por 4-0.
Los clásicos tienen una energía especial. Cuando hay un rival directo, la intensidad cambia: aumenta la concentración, la motivación y las ganas de superarse. Y lo mismo ocurre en el ámbito profesional.
El impacto de la rivalidad
La rivalidad puede dividir… pero también puede impulsarnos.
En el entorno profesional, solemos evitar la palabra “competitividad” porque solemos asociarla al estrés o a la comparación, pero cuando se entiende como rivalidad constructiva, es un motor de crecimiento.
Según un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology (Garcia, Tor & Gonzalez, 2006), la proximidad con un rival directo puede incrementar significativamente el esfuerzo y el desempeño.
La rivalidad bien canalizada activa la motivación interna, despierta la creatividad y nos invita a superarnos.
En el ámbito profesional, este tipo de competitividad tiene tres efectos clave:
- Nos impulsa a esforzarnos más.
Un rival nos recuerda que siempre hay margen para mejorar.
- Nos enseña a aceptar y respetar la diversidad.
La rivalidad nos recuerda que no podemos —ni debemos— ser todos iguales. Cada persona tiene su propia manera de ser, su ritmo y su forma de alcanzar los objetivos. Aceptar la diversidad nos hace más fuertes como profesionales y más inteligentes como equipo: la verdadera competitividad no busca uniformidad, sino crecimiento desde la singularidad de cada uno.
- Nos ayuda a crecer.
Tener un rival nos obliga a mantenernos despiertos, a cuestionar nuestros límites y a seguir aprendiendo. Cada vez que alguien nos supera o nos desafía, tenemos la oportunidad de revisar nuestras estrategias, fortalecer nuestras capacidades y dar un paso más en nuestra evolución profesional.
Claves para transformar la competitividad en crecimiento
La rivalidad, por sí sola, no garantiza progreso. Lo que marca la diferencia es cómo la interpretas y la energía que decides poner en ella. Puedes vivirla desde la comparación —que desgasta— o desde la superación —que impulsa—. La clave está en transformar la competencia en un espacio de aprendizaje y crecimiento personal.
Estas cuatro ideas pueden ayudarte a conseguirlo:
1.
Identifica tu verdadero rival.
Identifica quiénes muy bueno en lo que tú haces y tenlo identificado.
Pero, más allá de seguirle, ten en cuenta que cada día tienes la oportunidad de avanzar un paso más: de aprender algo nuevo, de atreverte un poco más. Y que tu gran rival eres tú mismo y que lo especial es ser mejor que ayer. Competir contigo mismo te ayuda a avanzar y te libera de la necesidad de compararte con los demás.
2.
Practica la admiración.
Cuando veas a alguien destacar, cambia la mirada: no lo veas como una amenaza, sino como una fuente de inspiración. Pregúntate qué puedo aprender de esa persona, de su forma de trabajar o de su actitud. La admiración es una herramienta poderosa que transforma la envidia en crecimiento. Cuando reconoces el talento ajeno, amplías tu propio horizonte.
3.
Comparte logros y aprendizajes.
La rivalidad deja de ser una barrera cuando se convierte en red. Compartir tus éxitos, tus errores y tus aprendizajes crea un entorno de confianza donde todos pueden mejorar. En lugar de competir por reconocimiento, inspiras a los demás y te alimentas de su experiencia. La cooperación no anula la competitividad: la eleva.
4.
Compite con propósito.
Competir por ganar cansa; competir por mejorar transforma. El propósito es lo que da sentido al esfuerzo. Cuando tienes claro el “para qué”, la rivalidad se convierte en impulso y no en presión. Enfoca tu energía en avanzar hacia tus valores y metas, no en superar a otros. Así, cada reto deja de ser una lucha y se convierte en una oportunidad para crecer con sentido.
La rivalidad como espejo de tu potencial
La rivalidad es necesaria para descubrir todo lo que aún puedes llegar a ser.
Nos incomoda porque nos muestra nuestras zonas dormidas, y nos obliga a salir de nuestra zona de confort.
Pero, en el fondo, la rivalidad no se trata de los demás: se trata de ti. De cuánto estás dispuesto a esforzarte para crecer, de cuánta energía pones en convertirte en tu mejor versión.
Así que la próxima vez que sientas esa chispa de competencia, no la apagues.
Canalízala. Escúchala.
Porque tu mejor versión necesita un rival —no para vencerlo, sino para descubrir aquello de lo que realmente eres capaz.
Hoy te regalo una canción preciosa del nuevo álbum de Rosalía para darte las gracias por leerme y desearte una feliz semana
.
Comentarios recientes