Esta ha sido una semana de diciembre algo extraña. Con el trabajo habitual, pero con un sentimiento de tristeza de fondo por la pérdida de una persona extraordinaria, muy querida por mí y por todos los que tuvimos la suerte de conocerla. Las despedidas nunca son fáciles y, cuando llegan, nos obligan a convivir con emociones que no sabemos encajar.

En el funeral, amigos y familiares le dedicaron unas palabras y, de forma unánime, destacaron su bondad y su capacidad de liderazgo. Escuchándoles, pensé que hay personas que lideran sin proponérselo, sin cargos ni títulos, simplemente por la manera en que cuidan, acompañan y hacen que quienes las rodean se sientan vistas y valoradas. Personas que impulsan a otros a hacer cosas importantes y a construir algo que va más allá de lo individual.

Ese recuerdo es el que me ha llevado a compartir hoy este texto, publicado en el blog de OBS Business School (Grupo Planeta), para reflexionar sobre el liderazgo colaborativo. Un enfoque que entiende el liderazgo no como una posición de poder, sino como la capacidad de crear espacios donde las personas pueden participar, aportar y responsabilizarse de forma conjunta.

Liderazgo colaborativo

El liderazgo colaborativo parte de una idea sencilla pero profunda: el conocimiento está distribuido y las mejores decisiones surgen cuando se escucha al equipo. Frente a modelos jerárquicos o autoritarios, propone una forma de liderar basada en la confianza, la corresponsabilidad y la co-creación. Liderar, en este sentido, es facilitar, no imponer.

En entornos marcados por la incertidumbre y el cambio constante, este tipo de liderazgo se vuelve especialmente relevante. Ninguna persona puede tener todas las respuestas. Los retos complejos requieren inteligencia colectiva, conversaciones abiertas y la capacidad de movilizar al equipo para afrontar juntos la realidad.

Cuando las personas se sienten escuchadas y partícipes, cambian las dinámicas. Mejora la comunicación, se rompen silos, aumenta la creatividad y crece el compromiso. No porque se exija más, sino porque se cuida mejor. El liderazgo colaborativo tiene un impacto directo en la motivación, en el sentido de pertenencia y en la experiencia diaria de quienes forman parte de un equipo.

Pero este enfoque también exige un cambio interno en quien lidera. Requiere escuchar de verdad, facilitar conversaciones difíciles, gestionar conflictos y renunciar a la idea de control absoluto. Implica saber cuándo abrir el diálogo y cuándo tomar decisiones con claridad, sin confundir colaboración con parálisis.

Implementar liderazgo colaborativo no ocurre por casualidad. Se construye a través de prácticas concretas, culturas que fomentan la participación y herramientas que facilitan la transparencia. Y, sobre todo, se sostiene en una intención clara: poner a las personas en el centro sin perder de vista el propósito compartido.

Puedes leer el artículo completo en este link: «Liderazgo colaborativo«.

 

Al inicio te hablaba de una persona que lideraba cuidando, sin necesidad de ocupar un lugar formal de poder. Ese es, en esencia, el liderazgo colaborativo: una forma de estar con otros que genera confianza, impulsa el talento y deja huella incluso cuando la persona ya no está.

Quizá la pregunta que queda abierta es sencilla y, a la vez, profunda: ¿A quién cuidas?, ¿a quién escuchas? y ¿qué espacios estás creando para que otros puedan crecer?. Son puntos importantes.

«Si tus acciones inspiran a otros

a soñar más,

a aprender más,

a hacer más

y a ser mejores…

eres líder»

Jack Welch

Gracias Nuria por inspirarnos.

Gracias a ti por leerme y por compartir un poco de tu tiempo conmigo.

Te deseo una feliz semana.

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