A veces, tardamos en darnos cuenta de que estamos en el lugar equivocado.
En el lugar equivocado en el trabajo, en una relación, en la ciudad en la que vives, en tu entorno, en un grupo…
Y te das cuenta en el momento más inesperado. Lo sientes en mitad de una reunión absurda, en la que piensas «¿qué estoy haciendo yo aquí…?», o cuando despiertas por la mañana y se abre un abismo ante ti… Es algo que se siente.
A veces, no estamos en el lugar adecuado. Algo por dentro te hace notar que estás desubicad@. Por circunstancias, por decisiones tomadas anteriormente, por trabajo, por estudios, por azar… o –simplemente– porque hay motivos lo suficientemente poderosos para anclarte a un contexto que no es el tuyo.
Y, sin embargo, no puedes irte. O, al menos, no inmediatamente.
Y debes aceptar vivir fuera de contexto. Y eso es algo duro.
Quien lo ha experimentado, lo sabe.
Es en estas circunstancias cuando empiezas a notar el verdadero significado de la palabra ‘distancia’. La distancia entre dónde estás y dónde deberías estar, donde te sientes verdaderamente tú.
DÓNDE ESTÁS
La mayoría de nosotros nos desenvolvemos en la vida sin ser conscientes de que el entorno es el disparador más potente de nuestras vidas y de que no siempre nos beneficia. El entorno donde estás influye, e incluso determina, muchos aspectos de tu vida.
Seguro que has escuchado en más de una ocasión que eres el promedio de las cinco personas con las que pasas más tiempo. La frase es de Jim Rohn y ciertamente, estoy convencida de que cada persona está influida enormemente por las personas de las que se rodea, ya escribí sobre ello en INED21.
GENTE POSITIVA
Muchas veces, las personas que no has elegido pero que forman parte de tu vida –familia, compañer@s de trabajo, vecin@s…–, parecen una imposición imposible de eludir. Ciertamente, no puedes decidir al 100% quién forma parte de tu vida, pero sí tienes la capacidad de minimizar su efecto, si crees que su influencia es negativa.
Relacionarse con gente buena, con gente positiva es una receta para la felicidad que no siempre tenemos en cuenta.
El entorno puede llegar a determinar una parte muy significativa de nuestra conducta y hay que ser conscientes de ello. Distintos estudios científicos han demostrado que existe una tendencia natural inconsciente de las personas a sincronizar e imitar muchos aspectos de la conducta que observamos en otros a nuestro alrededor. Por tanto, hay que prestar atención a nuestro entorno y a nuestras relaciones personales y saber si es ese el entorno que queremos en nuestra vida.
Como dice también Jim Rohn «si no te gusta dónde estás, muévete… no eres un árbol».
ACTÚA
Cuando sientas que ese lugar no es tu sitio…
Cuando sientas que ese lugar no es tu sitio… entonces, actúa.
Muchas veces, insistimos en mantenernos dónde estamos, en un lugar donde ya no nos sentimos cómodos o incluso, en ocasiones, en un sitio que nos hace sufrir. Tenemos la rara habilidad de resistirnos a aceptar que estamos en el lugar equivocado.
Creo que lo que realmente ocurre es que sentimos miedo, miedo al cambio. Nos paraliza la idea de tener que empezar de nuevo, la idea de aceptar que vivimos una situación insostenible con nuestra manera de ser, la idea de cambiar de entorno, de trabajo, de personas, de sentimientos… nos aterra.
Y el miedo es algo que hay que gestionar
Nada ocurre por casualidad, si sientes que un sitio no es el tuyo o si tu corazón quiere salir volando a otro lugar… es que algo pasa, y sencillamente deberías reflexionar sobre esa señal, deberías escucharte y afrontar qué te pasa. No suele ser una buena idea esquivar los problemas, porque no van a desaparecer. Recuerda que todas las decisiones tienen consecuencias… las que tomas y las que no.
DÓNDE QUIERES ESTAR
Probablemente, no podrás cambiar de un modo instantáneo, seguro que no podrás chasquear los dedos y decidir aparecer en otro lugar o cambiar tus circunstancias… las cosas son más complicadas.
Pero debes afrontarlo, no lo esquives
Si eres consciente de no estás en el lugar correcto, creo que es el momento de dedicar un poco de tiempo a la reflexión y a decidir qué vas a hacer. En los procesos de cambio, es necesario pasar por distintas etapas. Es curioso cómo trabajo en este tema con organizaciones, porque las empresas también necesitan cambiar y cuando adquieren consciencia de ello, empiezan a trabajar en ese sentido.
Existen muchos paralelismos entre la vida de las organizaciones y la vida de las personas, y siempre he defendido que las metodologías que aplicamos en el mundo empresarial son extrapolables al mundo personal. Este es el esquema que trabajamos con las organizaciones que deciden un proceso de cambio, y creo que es absolutamente aplicable también a nuestra vida.
1
Introspección. Necesidad de cambio
Asegúrate de que no es un capricho. Todos podemos tener un mal día o una mala época… eso no significa necesariamente que debamos cambiar radicalmente por ello. Asegúrate de que realmente lo que sientes es algo profundo y duradero antes de iniciar un proceso de cambio, porque debes tener claro que va a ser un proceso duro y complicado.
2
Define dónde quieres estar, qué es lo que quieres exactamente
Si tienes claro que estás en el lugar equivocado, es el momento de definir dónde quieres estar. Qué buscas, qué quieres exactamente, debes dibujarlo con el mayor grado de detalle que puedas, debes visualizar aquello que buscas, para poder ir hacia allí. No se trata de cambiar por cambiar, ser trata de cambiar para mejorar.
Aquí hay que definir unos indicadores (KPI’s) muy claros de nuestros objetivos.
A veces, definirlo puedo llevar tiempo. Te propongo hacer una lista con todos los puntos importantes que debe tener, con todo lo que consideras vital para ti, y revisarla cada semana hasta que notes que esa lista ya está completa. Ahí es donde quieres estar, no te conformes con algo distinto.
3
Dibuja tu plan de ruta
Cuando tienes claro tu objetivo, es el momento de dibujar tu plan de ruta.
Acciones que debes hacer para llegar donde quieres llegar. Deben ser acciones SMART(eSpecíficas, Medibles, Alcanzables, Realistas y en un horizonte de Tiempo concreto) y debes comprometerte contigo mism@ en cumplirlas.
El plan de ruta en un proceso de transformación suele tener un horizonte temporal de años, no es algo inmediato. Por mucho que quieras ir rápido, hay temas que necesitan su tiempo y hay que ser realista.
Planificar objetivos poco realistas no ayuda en el proceso de cambio, más bien al contrario, pueden generar frustración y llevar a abandonar el plan. Tu plan va a necesitar su tiempo.
4
Y empieza a caminar…
Y, habiendo llegado a este punto, ya solo queda pasar a la acción. Empezar a caminar.
Recuerda que lo fundamental no es dar pasos de gigante, lo importante es que empieces a caminar y que NO te detengas…
Cuando estás en el lugar equivocado, debes iniciar el necesario cambio. El cambio es doloroso… pero lo es más quedarte en un lugar al que no perteneces.
Estás en un determinado lugar por un conjunto de circunstancias, está claro. Pero no tienes por qué quedarte allí… A veces, hay que ‘escapar’ del lugar equivocado, aunque no sea fácil, aunque no sea inmediato, aunque necesites tiempo y energía para hacerlo, aunque te resulte duro…
De dónde vienes no dice mucho…
hacia dónde vas y lo que haces para llegar allí…
es lo que dice realmente quién eres.
Yo ya hace un tiempo que descubrí que estaba en el lugar equivocado y empecé este proceso, planifiqué cambios en mi vida, y estoy en ello, siguiendo el plan –importantísimo tenerlo, porque visualizar tus objetivos es lo que te da luz en los momentos oscuros–, cumpliendo con esa planificación y sintiéndome feliz de haber decidido empezar a caminar hacia donde quería estar… a cada paso que doy, estoy un poquito más cerca.
Lo mejor está por llegar.
Lo mejor está por llegar… esta es la canción que escuché un montón de veces hace unos años, si te sientes atrapad@ y necesitas escapar, una canción así te despierta algo por dentro…
Atrévete…
no mires atrás…
lo mejor está por llegar
Artículo publicado en INED21
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