Propuesta de valor

Todos los profesionales tenemos nuestra “propuesta de valor”, nuestro ámbito de trabajo en el que nos especializamos y en el que ayudamos a nuestros clientes.

Tanto si trabajas por cuenta propia como si trabajas por cuenta ajena, tú tienes tu experiencia, tu especialización y tu “marca” en algo muy concreto y es allí donde aportas valor. Has llegado ahí por un camino determinado, por tu experiencia, por tus decisiones -o por tus “no-decisiones”- y, un poquito, por algún azar de la vida (que, sin duda, no es una casualidad sino una “causalidad”).

En un momento en el que las propuestas de valor de los profesionales son tan diversas, es importante saber explicar cuál es la tuya. Una propuesta que probablemente no necesitará todo el mundo, ni gustará a todos… pero que a un grupo determinado de personas les puede aportar mucho y por la que te van a necesitar.

Mi propuesta de valor es muy específica.

Sabes que soy profesora y consultora en innovación. Me apasiona mi trabajo, y mi propuesta de valor es la que hoy da título al post: innovación inclusiva.

Innovación inclusiva

Ayudo a las organizaciones a conseguir innovación a través de las personas, utilizando metodologías emprendedoras. Desde hace años, me parece importantísimo potenciar el talento de las personas, y ayudar a las organizaciones a crecer desde una visión inclusiva, descubriendo todo el potencial que aportan las personas desde sus diferencias.

La diversidad suma

Las empresas que desean innovar no pueden menospreciar el potencial enorme que tienen en su propia organización. En una empresa, quién mejor conoce al cliente, el producto/servicio, el sector y la propia organización son las personas que trabajan allí. Trabajar con ellas para conseguir descubrir cómo mejorar lo que hacen es una experiencia siempre gratificante.

Mi trabajo está en estas dos claves:

 

Hay varias vías de innovación, como ya he escrito otras veces, y probablemente la vía en la que yo trabajo parece la más modesta, yo no trabajo con blockchain, ni con big data… trabajo con las personas. Sin embargo, estoy convencida que es la base fundamental para cualquier innovación. La innovación nace en las personas, después vendrán las herramientas necesarias. Y, para potenciar la innovación desde las personas, hay que potenciar su mentalidad emprendedora y hay que poner en valor las diferencias.

Así es mi trabajo, ayudo a las organizaciones a innovar desde las personas que forman parte de ellas, empezando por plantearse el por qué de las cosas. Para ello, hay que ser consciente de que las cosas pueden ser de otro modo. Lo primero es tener claro que “el presente no es el único estado posible de las cosas”, todo puede cambiar. Por ello es fundamental sumar la visión distinta de las personas. Entre ellas, como escribía hace unas semanas, las ventajas del Liderazgo Femenino. Según el modelo de Zenger y Folkman (2011), de 16 competencias de Liderazgo las mujeres destacaban en 12, especialmente en tomar la iniciativa, integridad, promover la obtención de resultados, inspirar y desarrollar a otros. El estudio se actualizó en 2019 y los resultados fueron prácticamente los mismos.  Sólo en perspectiva estratégica los hombres salían ligeramente mejor puntuados. ¿Podemos prescindir de ese talento? Hay situaciones que requieren avanzar de un modo distinto, y tenemos la responsabilidad de mejorar en aquello en lo que hemos fallado.

La innovación no se genera solo en un laboratorio aislado del mundo, se puede generar también desde tu puesto de trabajo, desde tu visión del mundo. El modo cómo miras el mundo es importante y la innovación puede estar allí.

Sin darnos cuenta, tendemos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas. Pensamos que las cosas se van a mantener siempre –o mucho tiempo– tal y como están. Que siempre vamos a vivir donde vivimos, que siempre vamos a tener a esas personas a nuestro lado, que siempre vamos a estar san@s, que nuestro trabajo va a seguir igual…

La creencia de que todo permanece siempre igual

Y esa creencia inconsciente de que las cosas no cambian nos lleva a actuar automáticamente, sin pensar, sin darnos cuenta de que es posible hacer las cosas de otro modo o de que las circunstancias han cambiado.

Recuerda el cuento del elefante de Bucay.

«Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante… durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales. Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?

Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante… Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan…?”

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo».

Jorge Bucay

 

Creo que hay muchas personas que también se sienten así… que no pueden cambiar su propia vida, que no pueden cambiar su trabajo, que siguen encadenados a su propia estaca, sin entrever todo el potencial que encierran y todo lo que pueden hacer.

Lo primero es que veas tu potencial, que seas consciente de lo que eres capaz.

A partir de ahí, que creas en ti. Que, si quieres hacer algo, lo intentes… que, a lo mejor no sale el primer día, ni el segundo, … pero que muy probablemente llegará el día en el que sí podrás cambiar aquello que quieres cambiar.

Y las empresas deben ser capaces de entender que la singularidad de cada persona es un valor. Que las diferencias suman y que hacer grandes a las personas es hacer grande a la organización. Solo así es posible innovar y solo así es posible crecer.

Innovación inclusiva… o mi eterna batalla contra el “siempre se ha hecho así”.

Hasta ahora, el liderazgo había sido un liderazgo masculino “siempre había sido así” y hoy descubrimos todo el potencial enorme que aporta el liderazgo femenino.

Hasta ahora, siempre había estructuras jerárquicas en las organizaciones, con procedimientos burocráticos repetitivos y con las órdenes fluyendo de arriba a abajo. Y hoy descubrimos todo lo que aporta el trabajo en equipo, los marcos de trabajo Agile y el escuchar lo que aportan las personas.

Hasta ahora, había muchas cosas que “siempre se han hecho así” y que han dejado de hacerse de ese modo… estamos en momentos de cambio.

El cambio nunca es fácil, y ello provoca muchas veces que las personas y las organizaciones lo eviten y se mantengan en lo que están haciendo, es una decisión desde la comodidad o desde el miedo, con consecuencias a largo plazo. Hay momentos en la vida, en los que hay que parar y hacer balance, momentos en los que hay que soltar, para elevarse y también para dejar sitio a lo nuevo, momentos para imaginar un modo mejor de hacer las cosas y momentos para llevar a la realidad esas ideas.

Y eso aplica a las organizaciones y a la vida…

El cambio nunca es fácil,

el cambio duele…

pero el no cambio mata

Escapa al “siempre se ha hecho así” y apúntate a la innovación inclusiva.

Y la canción de esta semana, tenía que ser de Pau Donés, otro talento enorme que nos ha dejado estos días, pero al que recordaremos siempre a través de su música. Mi favorita: agua

 

Cuando uno tiene sed,

pero el agua no está cerca…