Hay palabras que son difíciles de pronunciar… y, sin duda, adiós es una de ellas.

Qué difícil es decir adiós a alguien a quien quieres mucho, a alguien que te ha hecho feliz, que te ha acompañado siempre, a alguien que no quieres que se vaya…

Uno de los momentos más duros y delicados para cualquier persona es decir ese adiós.

Hemos podido decir adiós a mi madre. Una despedida tan diferente a las que había asistido hasta ahora, tres meses después de que nos dejara, nada ha sido como estábamos acostumbrados, se imponían las normas de distanciamiento, la asistencia con mascarillas, sin contacto, sin abrazos, … pero con el cariño de muchísima gente que la quería -ella se hacía querer-, que han respetado escrupulosamente las normas de distanciamiento y que han demostrado que también se puede mostrar el cariño y la tristeza sin contacto físico. Es increíble el poder de una mirada o cómo se percibe la sinceridad de unas palabras.

 

Distintos tipos de ‘adiós’

A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a distintos tipos de adiós.

En ocasiones, es el adiós a algo que termina, a algo que ya no es lo que era, que acabó… y hay que ser valiente para dar el paso de reconocerlo. Este es un tipo de adiós que cuesta decir. Por algún motivo, siempre encontramos una excusa para retrasarlo o para evitarlo. Hasta que, en un momento, sin saber por qué, aparece para la valentía para dar el paso… Entonces te das cuenta de que realmente debiste haberlo hecho mucho antes… es un tipo de adiós que libera. Es un adiós al que nos resistimos, sin saber por qué nos aferramos a la cotidianeidad para no cambiar… aunque sabemos que debemos hacerlo.

Hay momentos en la vida en los que hay que soltar lastre para elevarse… y para dejar sitio a lo nuevo…

Pero hay otro tipo de adiós, muy duro… cuando se trata de una despedida sin retorno, despedir a alguien que se ha ido.  Es el adiós que tenemos que dedicar a personas queridas que mueren. Ese adiós definitivo, que no podemos creer hasta pasado un tiempo… es un adiós lleno de impotencia, de no comprender, de no querer asumir, de llorar cuando quieres llamar a esa persona y te das cuenta de que ya no va a contestar… Ya no está.

No nos han enseñado cuáles son los mecanismos del adiós y cómo afrontar el duelo… El dolor por la pérdida llega de improviso y nos desestabiliza, para rompernos por dentro.

Vivir el dolor de un adiós no es fácil… y la pandemia del covid-19 lo ha hecho todavía más difícil.

Toda despedida tiene su ritual

La pandemia ha traído muchas situaciones de duelo sin despedida y, según los expertos, no es una situación deseable. Los psicólogos aconsejan seguir algunas pautas para decir adiós, y la mayoría coinciden en estas cuatro:

  1. Toda despedida tiene su ritual

Todo adiós debe tener su ritual.

Culturalmente, tenemos rituales muy arraigados para despedirnos de las personas queridas y realizar un ritual de adiós es sanador. Permite mirar cara a cara la pérdida y es un paso hacia la aceptación.

  1. Tómate tu tiempo

No te impongas un plazo para cerrar la herida. La despedida es dolorosa y puede llevar tiempo

  1. Respeta tus emociones y acepta tu dolor

No trates de reprimir las emociones que sientes, las emociones son las naturales en esta situación y tienen su función. Deja que salgan las emociones como la tristeza o el enfado, para que se puedan transformar … Debes aceptar tu dolor.

  1. Evita pasar la despedida en soledad

En este aspecto, ciertamente, el coronavirus no ha ayudado mucho… a los que perdimos a un ser querido en soledad, la situación le añadió más dolor.

No es lo mismo el dolor en soledad que en compañía. La compañía ayuda a aliviar el dolor, incluso físicamente. Somos seres sociales y poder despedir en compañía ayuda muchísimo.

Difícil afrontarlo, pero estoy convencida de que seguir ciertos rituales ayuda. Y esforzarte por no hundirte en el dolor, agradecer todo lo bueno que ha traído esa persona a tu vida, recordar la suerte de haberla tenido y el amor que deja.

 

Vivir implica aceptar

Despedirse es muy difícil. Echar de menos a esa persona, sentir un vacío por dentro que no se puede llenar… porque has tenido la suerte de tenerla en tu vida, porque has vivido momentos únicos con ella. El ritual de despedida es necesario para que el dolor de paso a la aceptación… no nos gusta, pero no nos podemos “saltar” ese paso.

Vivir implica aceptar y no esquivar todo lo que te va llegando: disfrutar los buenos momentos, encajar golpes inesperados, luchar contra problemas que, a veces, te parecen gigantes, pensar que no vas a poder cruzar esa montaña que tienes delante, llorar en ocasiones –más de las que quisieras–, dar gracias por las personas que te quieren, valorar cada pequeño detalle que te regala la vida, … y aceptar que a veces la vida duele.

 

 

Solo queda mi lamento

y decir te quiero de verdad

solo queda que aún te siento…

y que siempre te voy a recordar