Seguro que alguna vez has querido hacer algo que te ilusiona especialmente, que te apetece, que te parece especial y maravilloso… Tal vez, una idea brillante, tal vez una relación, tal vez un nuevo proyecto…  Y, a lo mejor, has decidido guardarlo para más adelante, porque te cuesta encontrar el momento perfecto en el que todo encaja, en el que todo está preparado…
 
En la vida, en general, y en cualquier ámbito en particular, nacen estimulantes ilusiones, muchas iniciativas que naufragan incluso antes de zarpar, porque preferimos aferrarnos a nuestra zona de confort antes que atrevernos a intentarlo… No es que no queramos hacerlo, es que no sabemos cómo empezar, es que sentimos miedo, es que nadie nos ha contado cómo se estimula la iniciativa

Y, en este mundo en el que vivimos,

la iniciativa se ha convertido en imprescindible

La iniciativa es el motor que nos impulsa a hacer cosas nuevas y la necesitamos en nuestra vida personal y en nuestra vida profesional. En nuestra vida personal para conseguir alcanzar nuestras ilusiones, para ser felices y llegar a nuestra particular cima del mundo… En nuestra vida profesional, para desarrollarnos plenamente, para aportar valor y para innovar… las empresas necesitan personas que tengan iniciativa, la innovación se ha convertido en imprescindible. Hoy en día, lo que marca la diferencia es pasar a la acción.

Pasa a la acción

De la idea a la realidad

 

 Extracto del capítulo 8 del libro «Vamos»:

Las ideas son necesarias. Son la base de cualquier acción. Si no somos capaces de imaginar algo, no es posible hacerlo. La idea es el paso previo imprescindible. Ya hemos hablado de la importancia de la creatividad para desarrollar ideas que aporten valor.
Pero debemos ir más allá del mundo de las ideas. Debemos ser capaces de llevar las ideas a la práctica. Una idea siempre se podrá mejorar, no lo niego. Pero no se trata de tener la mejor idea del mundo, sino que se trata de llevarla a la práctica.
Si una persona tiene una buena idea y se dedica a darle vueltas, a mejorarla, a repensarla, a analizar todo lo que pueda tener relación con esa idea, pero sin atreverse a llevarla a la práctica, piensa con frecuencia en su idea, sabe que se trata de una buena idea pero nunca encuentra el momento adecuado para hacerla realidad… ¿de qué le sirve esa idea?
Sin pasar a la acción,
la idea no sirve de nada
Todos tenemos ideas. Pero es bueno recordar que, cuando yo tengo una idea, en un mundo con más de 7.000 millones de habitantes, existe una alta probabilidad de que la hayan tenido también otras personas.
¿Qué sucede con una idea? Una persona puede convertir una idea en un proyecto fantástico y de éxito. Y esa misma idea en la mente de otras personas, puede quedar en nada. ¿Qué marca la diferencia para que una misma idea se transforme en un éxito o no?

La diferencia radica en

la ejecución

La forma en la que una persona lleva a la práctica esa idea es la que la convertirá en una realidad que funciona o no. Y eso aplica para cualquier idea, ya sea en el ámbito profesional o en el personal.

El hecho de pasar a la acción es determinante y, aunque parezca algo lógico, en la práctica muchas personas se encallan en esta parte de emprender una idea.

Es necesario buscar fórmulas que nos ayuden a materializar ideas, que nos impulsen a convertir en realidad la idea que hemos tenido. Desde las páginas de mi libro “¡Vamos!”, te propongo tres fórmulas que impulsan a la acción, que han ayudado a muchas personas a ponerse en marcha de forma exitosa y de las cuales su eficacia está fuera de toda duda:

1

Empieza probando tu idea… el planteamiento de Eric Ries

Este sistema de probar tu idea en el mundo real es la metodología denominada «lean startup» de Eric Ries. El método lean startup actualmente se aplica en las escuelas de negocios de todo el mundo. El objetivo es conocer lo antes posible si tu idea puede convertirse en un proyecto viable o no. Si no es viable, desecharla sin invertir ni demasiado tiempo ni demasiados recursos. En caso de que sea viable, ir haciendo modificaciones a la idea inicial para adaptarla a lo que realmente valoran los destinatarios de esa idea. La fórmula de lean-stratup la podemos trasladar también a las organizaciones y a nuestra vida.

 

2

Practica el optimismo, Martin Seligman te explica por qué

El optimismo no es un sentimiento, sino un modo de actuar. Y ser optimista no es ser ingenuo. El optimismo no consiste en cerrar los ojos ante los problemas, sino que consiste en mantener una actitud consciente, voluntariamente positiva y constructiva.
El optimismo es la consciencia
de la posibilidad

3

Aunque tengas miedo, házlo igual…

el poderoso consejo de Susan Jeffers

Ante los cambios o ante la acción, sentimos miedo. El miedo es una emoción muy presente en nuestras vidas que nos impide hacer muchas cosas. Un paso muy importante para conseguir nuestro objetivo es atrevernos a vencer el miedo. Si no damos este primer paso… no seremos capaces de hacer lo que queremos hacer.

Vamos. Atrévete

Atrévete a pronunciar ese «¡Vamos!»,  es como un grito de guerra que llama a la acción, y la acción es lo que separa a alguien que tiene una idea de alguien que la lleva a cabo. Y justo de eso trata mi  libro… de aplicar el espíritu emprendedor en la empresa y en la vida.
Nunca será el momento ideal para atreverte a hacer lo que quieres hacer, siempre quedará algún fleco por solucionar, siempre tendrás miedo de dar ese primer paso, siempre faltará algo… por eso, el momento perfecto es ahora –aunque no se den todas las circunstancias ideales–.

¡Vamos!

Atrévete


¿Por qué tenerle miedo…?
No intentes evitar…
lo que ya no se puede parar
 
Artículo publicado en INED21