APRENDER A DESPEDIRSE

Hay palabras que son difíciles de pronunciar… y, sin duda, adiós es una de ellas.
Solo cinco letras, pero qué difícil es decir adiós…
Tremendamente difícil decir adiós a alguien a quién queremos, qué difícil decir adiós a quién nos hizo felices en algún momento…
Dicen que madurar es aprender a despedirse

DISTINTOS TIPOS DE ‘ADIÓS’

A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a distintos tipos de adiós.
En ocasiones, es el adiós a algo que termina, a algo que ya no es lo que era, que acabó… y hay que ser valiente para dar el paso de reconocerlo. Este es un tipo de adiós que cuesta decir. Por algún motivo, siempre encontramos una excusa para retrasarlo o para evitarlo. Hasta que, en un momento de extrema valentía, damos el paso… Entonces te das cuenta de que realmente debiste hacerlo mucho antes… es un tipo de adiós que libera. Es un adiós al que nos resistimos, sin saber por qué nos aferramos a la cotidianeidad para no cambiar… aunque sabemos que debemos hacerlo.
Hay momentos en la vida en los que hay que soltar lastre para elevarse… y para dejar sitio a lo nuevo…
También está el adiós que duele… cuando se trata de una despedida sin retorno, a alguien que se va.  Es el adiós que tenemos que dedicar a personas queridas que mueren. Ese adiós definitivo, que no podemos creer hasta pasado un tiempo… es un adiós lleno de impotencia, de no comprender, de no querer asumir, de llorar porque quieres llamar a esa persona y te das cuenta de que ya no va a contestar… Ya no está.
 
No nos han enseñado cuáles son los mecanismos del adiós y cómo afrontar el duelo… El dolor por la pérdida llega de improviso y nos desestabiliza, para rompernos un poco por dentro.

DUELO

Las etapas del duelo

La psiquiatra Elisabeth Kubler-Ross publicó en 1969 «On Death and Dying», uno de los textos más conocidos sobre el duelo, en el que expone las 5 etapas del duelo. Son 5 etapas por las que se pasa tras una pérdida –no necesariamente en este orden– y constituye un marco que nos permite comprender el proceso que seguimos hasta asumir la pérdida, sea del tipo que sea.

NEGACIÓN

Primera etapa: la negación

La primera reacción ante la pérdida de una persona querida es negar la realidad de la trágica noticia.
 
La negación consiste en el rechazo consciente o inconsciente de los hechos y de la realidad. Es un mecanismo de defensa que busca amortiguar el shock que produce la realidad y evitar sentir más dolor del que podemos soportar.
En esa primera etapa es habitual tener pensamientos del tipo «esto no me puede estar pasando a mí».
Es una etapa muy complicada. Invade un sentimiento de incredulidad y cuesta pensar en cómo puede continuar la vida tras ese suceso.
Se trata de una respuesta temporal, que es normal en el duelo, pero que no se puede alargar indefinidamente.

IRA

Segunda etapa: la ira

Cuando ya no es posible ocultar la pérdida, empieza a emerger la realidad y su consecuente dolor… lo cual se traduce en ira, de diferente intensidad. Aparece un enfado, que se canaliza hacia lo que sea: hacia la persona que se pierde, hacia el entorno, hacia nosotros mismos, hacia desconocidos…
Se siente un resentimiento intenso por la pérdida y se busca un culpable, el que sea.
Las frases que se suelen repetir en esta etapa son del tipo «no es justo».
Para Kübler Ross, hay que dejar expresar este enfado, sin juzgar a la persona que lo padece y sin intentar contenerlo, porque esta ira es temporal y es necesaria. La autora recomienda dejar hablar a la persona, o que escriba lo que siente… que de alguna forma deje salir esa ira, porque es un camino para calmar y canalizar el duelo.

NEGOCIACIÓN

Tercera etapa: la negociación

En esta etapa aparece la esperanza de que se pueda posponer o retrasar la pérdida de esa persona, que se pueda cambiar la situación. Puede producirse justo antes de la pérdida –queriendo evitarla- o bien después de la pérdida -se intenta negociar el dolor con algún poder superior para conseguir que esa persona regrese… imaginar que se puede volver atrás en el tiempo o que se puede producir un milagro-.
Se desea enormemente volver a esa vida que se tenía antes de perder a esa persona y que todo vuelva a ser como antes. Se dedica gran parte del tiempo a pensar en aquello que se podía haber hecho de forma diferente para evitar esa pérdida.
Esta etapa suele ser la más breve, ya que se trata del último esfuerzo por aliviar del dolor con fantasías que no coinciden con la realidad.

DEPRESIÓN

Cuarta etapa: la depresión

Es el momento en que ya se empieza a reconocer la realidad, la certeza de la pérdida. Se siente tristeza y miedo a lo que vendrá. Es la etapa en la que se repiten frases como «¿para qué seguir?».
Es una etapa en la que se devuelve la atención al presente. Aparece sufrimiento y agotamiento. La persona que pasa por esta etapa tiene la sensación de que siempre va a ser así, aunque sea temporal. Esta depresión no es sinónimo de enfermedad psicológica, sino que es la respuesta del cuerpo ante la pérdida, y se debe pasar por ella.

ACEPTACIÓN

Quinta etapa: la aceptación

Finalmente, es el momento de hacer las paces con la pérdida y aceptar que  la vida debe seguir sin esa persona. Solo es posible llegar a esta etapa después de pasar por un proceso de depresión.
Para cerrar el proceso de duelo es necesaria la aceptación. No es que se esté de acuerdo con la pérdida, es simplemente que la pérdida pasa a ser una pate de nosotros. Al admitir la realidad, se empieza a aprender a vivir de forma distinta,  la rutina diaria toma mayor protagonismo, se suelen activar las relaciones sociales y se aprende a vivir sin esa persona.

‘INEVITABLE’

Un hecho inevitable

Las etapas no se suceden necesariamente en este orden, pero se pasa por todas ellas hasta llegar a aceptar la pérdida como un hecho inevitable en nuestra vida. La etapa de aceptación llega, aunque después de un largo proceso. Hay que aceptar que tras la pérdida, aparece la tristeza, la angustia y una cierta incertidumbre.
 

Vivir el dolor de un adiós no es fácil…

Difícil afrontarlo, pero estoy convencida de que agradecer todo lo bueno que ha traído esa persona a tu vida es parte del proceso…

Qué suerte tengo de tener algo 

a lo que decir adiós 

se hace tan difícil

Winnie the Pooh

Fue una suerte conocerte, Rosa…

I never knew I can hurt like this…