Un principio del arte de la educación
es que no se debe educar a los niños conforme al presente,
sino conforme a un estado mejor,
posible en el futuro de la especie humana;
es decir, conforme a la idea de humanidad
y de su completo destino.
Kant – Pedagogía

 

Artículo publicado en INED21

La educación es una de las grandes tareas de la humanidad. Como dice nuestro gran filósofo José Antonio Marina, a través de la educación “la persona asimila en un período asombrosamente breve lo que sus antepasados han conseguido penosamente durante decenas de miles de años. De esta manera, la educación se convierte en creadora de la Humanidad”.

Ante semejante reto, es importante tener muy claros cuáles son los objetivos de la educación, para trabajar del mejor modo posible en conseguir resultados, porque hay mucho en juego.

Muchos son los autores que han desarrollado su trabajo en el mundo de la educación, sin embargo, en mi humilde opinión, pocos llegan a la altura del trabajo de José Antonio Marina. Después de leer a muchos autores internacionales, con trabajos extraordinarios reconocidos, me convenzo aún más de la grandeza de Marina. Su obra me parece indispensable para cualquier educador/a que desee entender cómo funciona el proceso de aprendizaje y se plantee profundamente cuál es el propósito de su labor –una de las más bellas y estimulantes del mundo–.

El objetivo de la educación es desarrollar el talento de los individuos y los grupos, ayudarles a crecer y que puedan ser aquello a lo que aspiran. Por ello, la primera pregunta que nos formulamos inevitablemente es

¿Qué es el talento?

El talento es la inteligencia

actuando de manera adecuada,

brillante, eficiente

José Antonio Marina

Consecuentemente, no educamos para conseguir que los alumnos obtengan unos buenos resultados escolares, sino que educamos para conseguir que los alumnos tengan unos ‘buenos resultados vitales’, lo cual supone un reto muchísimo mayor.

Uno de los libros más leídos de José Antonio Marina es “La educación del talento” (Ed. Planeta, 2010) y a él me voy a referir para exponer brevemente los principales aspectos que explica el autor.

He escuchado varias veces en directo a José Antonio Marina, y en muchas de ellas, inició del mismo modo su conferencia: exponiendo que una cosa es la inteligencia y otra, el uso que hagamos de ella –y suele poner el ejemplo de un alumno suyo que hizo un mal uso de su inteligencia– Este es el gran tema.

La inteligencia en sí misma,

NO garantiza nada

Lo que nos interesa lograr es el ‘talento’, que es algo que llega siempre después de la educación. En “La educación del talento”, Marina escribe que necesitamos talento para un mundo cambiante, por tanto, debe ser un talento flexible, capaz de aprender continuamente y que sea capaz de aprovechar las circunstancias cambiantes para descubrir nuevas oportunidades, un tema que resulta fascinante: ser capaces detransformar la incertidumbre en oportunidad. Y, por otra parte, necesitamos fomentar ‘talentos personales muy maduros para vivir en un mundo en red sin licuarse’.

¿ESTO SE PUEDE APRENDER?

La tan repetida cuestión sobre si el talento es innato o adquirido… Es evidente que cada niño es distinto, pero según la opinión científica más ampliamente aceptada, ‘la inteligencia depende a partes iguales de la herencia y de la educación’. Por tanto, sí, esto se puede aprender.

‘La educación del talento’ se organiza a través de tres grandes bloques:

La inteligencia generadora.

La inteligencia ejecutiva.

Los criterios de evaluación.

Haciendo un recorrido por los dos niveles de la inteligencia (generadora y ejecutiva) y acabando con los criterios de evaluación, porque no podemos olvidar la importancia de los criterios que deben guiarla. El objetivo es generar talento.

INTELIGENCIA GENERADORA (IG)

El primer objetivo de la educación debería ser ‘ayudar a cada niño a convertir su cerebro en una fuente generadora de ideas brillantes, deseos adecuados, sentimientos animosos y alegres, imágenes expresivas, discursos elocuentes, ocurrencias divertidas’.

Sobre la Inteligencia Generadora (IG) sabemos que gran parte de su actividad es inconsciente y solo se hacen conscientes algunos de los resultados de esa actividad. Y ¿cómo conseguir desarrollar la IG? Marina nos ofrece la fórmula:

         Progreso   =  habilidades innatas  +  proyecto  +  entrenamiento

Todos podemos ser más brillantes, más inteligentes… a través de perseguir un proyecto claro y con horas y horas de entrenamiento (sabemos que la práctica deliberada es la que impulsa la mejora y la que nos permite alcanzar la excelencia, diversos estudios empíricos lo han demostrado).

Y no olvidemos la Inteligencia Generadora de sentimientos… los sentimientos forman parte de nuestra vida. Marina incluye una cita deliciosamente real respecto a este tema:

Estoy tan no sé qué…

que no puedo recordar

cómo se llama eso…

Miles Stelle (5 años)

Sentimos.

Y a veces nos cuesta expresar lo que sentimos…

ya no digamos gestionar lo que sentimos…

Los sentimientos nos informan sobre cuál es ‘el estado de nuestro organismo y, en especial, de cómo se están comportando nuestros deseos en su choque con la realidad. Si se están cumpliendo, experimento satisfacción; si no se cumplen, decepción; si pierdo el objeto de mis deseos, siento tristeza y si la pérdida es definitiva, puedo verme invadido de desesperanza’. Por tanto, el aprendizaje de hábitos sentimentales también es necesario, constituye una parte más del aprendizaje global.

INTELIGENCIA EJECUTIVA (IE)

‘Aquellas destrezas que unen la idea con su realización, y que sirven para elegir objetivos, elaborar proyectos y organizar la acción para realizarlos son las que debemos potenciar, porque de nada sirve disponer de una gran capacidad analítica o de una enorme habilidad relacional si después no podemos llevar a la práctica todo lo planificado’.

Durante siglos se relacionó la inteligencia con el conocimiento y se consideraban inteligentes aquellas personas que eran capaces de memorizar gran cantidad de información. Es posible que muchos de los errores educativos que hemos sufrido tengan su origen en haber intentado educar la inteligencia cognitiva, proporcionando conocimientos a los niños, sin dar importancia a otras vertientes de la inteligencia, como comentaba en mi anterior artículo.

José Antonio Marina expone que la “inteligencia emocional” intentó llenar ese vacío, pero tampoco proporcionó una visión integrada de la mente humana, probablemente porque la función de la inteligencia no es conocer, pero tampoco es sentir.

La función de la inteligencia no es conocer,

sino dirigir la acción

José Antonio Marina

El capítulo que dedica a la IE es extenso y profundo, merece una lectura detenida porque es extraordinario. Imposible resumirlo, pero me permito extraer un apartado del mismo, en el que expone las cuatro grandes destrezas que el niño debe aprender para gestionar adecuadamente la IE:

1    Inhibir el impulso

Lo que define a la especie humana es su capacidad de control

Roy Baumeister

2     Deliberar

Es importante detener el impulso para que nos deje tiempo para deliberar, es decir, para aplicar nuestros conocimientos (de la IG) a la situación y poder comprobar si el impulso nos llevaba por el camino adecuado o no.

3       Decidir

Deliberar no es decidir, la decisión viene después. La competencia más poderosa de la IE es recibir las indicaciones de la IG, someterlas a evaluación, aceptarlas o rechazarlas y, en última instancia:

4      Ejecución del proyecto

El momento más comprometido es la realización del proyecto, de lo que se ha decidido, para lo cual será fundamental la capacidad de soportar el esfuerzo.

CRITERIOS DE EVALUACIÓN

La teoría de la inteligencia de José Antonio Marina puede sintetizarse en la premisa de que nuestra inteligencia se compone de un sistema que genera ideas, sentimientos, deseos… y un sistema ejecutivo que da órdenes, evalúa, vigila y controla las ocurrencias producidas por la inteligencia generadora.

Si la gran tarea de la inteligencia es dirigir bien el comportamiento, para ello necesita tener unos criterios de evaluación: un modelo de ser humano, un modelo de conducta. Es una parte fundamental de la educación de la inteligencia.

Y en este punto, me viene a la memoria Carmen Pellicer, que apelaba a la necesidad de modelos en una reciente conferencia sobre coaching educativo en la Universidad de Nebrija:

Necesitamos modelos positivos

para guiar a los niños

Carmen Pellicer

Ella decía que parece que “los malos” tienen más glamour y nos seducen más fácilmente, y que solo hay un modo de luchar frente a ello: con modelos positivos, ciertamente una necesidad imperiosa: toda pedagogía necesita un modelo que realizar.

El desarrollo del talento es un objetivo extraordinariamente ambicioso y noble. Porque ¿quién no va a querer desarrollarlo? ¿quién no va querer tener mejores ideas, mejores sentimientos? ¿quién no va a querer HACER aquello que desea?

La educación

es la gran esperanza