Es increíble lo que somos capaces de sentir… sin querer.

El amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias, cuando siente lo que piensa la otra, cuando nota su alegría y su dolor.

Y eso tiene su efecto en los buenos momentos, y en los momentos menos buenos.

Cuando quieres a una persona, no puedes evitar sentir lo que ella siente… y si siente dolor, ese dolor traspasa a tu corazón. Y ¡cómo duele! No sé cómo se produce este extraño efecto, pero es físico, es real, y lo vives en primera persona.

Esta semana, un mensaje de whatsapp me ponía al corriente de un problema de una persona a quien quiero (iba a escribir «muchísimo», pero no hace falta…. si quieres a una persona, la quieres infinito). Desde la primera frase que me mandó por whastapp, ya intuí que era un tema grave para ella. Y, con el paso de las horas, se confirmaba.

 

VULNERABILIDAD 

No intercambiamos demasiados mensajes, no hacía falta… sin que me escribiera, yo iba sintiendo lo que ella sentía, lo notaba como si me estuviera ocurriendo a mí, conocía la secuencia de pensamientos que estaban pasando por su cabeza.

Y, después, cuando ella me contaba lo que le estaba sucediendo, se iban confirmando todas y cada una de mis intuiciones. Esa noche, ella no estaba conmigo. Pero os aseguro que sentí lo que ella sentía, y que me desperté llorando varias veces… sin querer.

Se lo dije, le dije que sabía lo que sentía… y ella me contestó que no quería que yo me sintiera como ella, porque me quiere y no quería que yo estuviera mal. Y yo no podía dejar de lamentarme por no ser capaz de aliviarla en ese momento, por no poder hacer nada.

Es sorprendente la conexión que existe entre las personas que se quieren. Y no solo en lo bueno, en lo bonito, en lo bucólico… sino también en los momentos más duros, en los momentos en los que querrías evitarle el dolor a la otra persona… y no puedes.

Los momentos en los que emerge con más fuerza nuestra vulnerabilidad, curiosamente son los momentos que más nos conectan. No soy de esconderla, siempre he mostrado mi vulnerabilidad sin tapujos, no la escondo… aprendí hace tiempo que es mejor reconocerla, que eso no te hace más débil. Y creo que aceptarla ayuda a conectar mejor con otras personas.

 

Somos vulnerables…

y es mejor aceptarlo

 

Uno de los vídeos más vistos de TED es justamente «El Poder de la Vulnerabilidad» de Brené Brown, profesora de la Universidad de Houston, e investigadora de la vulnerabilidad, la valentía, la puesta en valor y la vergüenza. Tiene varios libros tremendamente interesantes, como ‘I thought it was just me’ (Pensé que solo era yo), ‘Connections’ (Conexiones),  ‘The Gifts of Imperfection’ (El regalo de la Imperfección) o ‘Daring Greatly: How the Courage to Be Vulnerable Transforms the Way we Live, Love, Parent and Lead’ (Atreverse a lo Grande: Cómo el Coraje de Ser Vulnerable transforma el modo en que vivimos, amamos, somos padres y lideramos).
Brené Brown es una increíble investigadora, a la que merece la pena seguir. Su TED estrella es, como te decía, «El poder de la vulnerabilidad»:

 

 
Brené Brown ha estudiado la conexión humana, nuestra capacidad de empatía, de pertenencia, de amar. En esta exposición conmovedora y divertida, comparte una visión profunda de su investigación que la llevó a una búsqueda personal para conocerse a sí misma y a la humanidad. Expone muchos conceptos en su charla, de los cuales me parecen especialmente significativos los siguientes:

La conexión es lo que aporta propósito y significado a nuestra vida, estamos neurobiológicamente preparados para la conexión con otras personas.
Como contraposición a la conexión, está la vergüenzaLa vergüenza se comprende mejor como un miedo a la conexión. Detrás de la vergüenza, subyace un sentimiento de vulnerabilidad insoportable.
Si queremos que ocurra la conexión con otras personas, debemos permitirnos ser vulnerables y permitir que otros nos vean.
Las personas con una fuerte sensación de amor y pertenencia –ella las define como «todo corazón»–, creen que ell@s se merecen el amor y la conexión.
Las personas que viven de todo corazón tienen la valentía de ser imperfect@s, la compasión para ser amables con ell@s mism@s primero y después con los demás, y la autenticidad de decir lo que piensan.
La vulnerabilidad es el núcleo de la vergüenza y el miedo, pero también es el origen de la alegría, la creatividad, la sensación de pertenencia y el amor.
No podemos adormecer de manera selectiva las emociones. Cuando adormecemos las emociones negativas, también se adormecen las emociones positivas.

Para la profesora Brown, la vulnerabilidad es la clave de la innovaciónla creatividad y el cambio. Por ello, sentirnos vulnerables tiene su parte positiva y debemos aceptarlo.  

 

La vulnerabilidad es justo lo opuesto al narcisismo,

tan habitual en nuestra sociedad

 

Los rasgos narcisistas no siempre son fáciles de reconocer y, con moderación, no tienen por qué ser un problema. Son comportamientos egoístas, poco empáticos, de personas que quieren ser el centro de atención, ser reconocidas socialmente y que suelen resistirse a admitir sus fallos y que se creen extraordinarias. Veo constantemente casos así, personas que no dejan de presumir de lo bien que lo hacen todo y que jamás reconocerán un error.

 

NOSOTR@S MISM@S

Cuando nos atrevemos a mostrar nuestro amor, a preocuparnos por otras personas, a reconocer debilidades, a ser nosotr@s mism@s, damos un salto adelante en nuestra vida. La vulnerabilidad es un pegamento que une las relaciones íntimas, que nos permite realmente conectar.
La profesora Brené ha creado un concepto curioso: la traición del desenganche («The betrayal of disengagement»). Después de entrevistar a miles de personas sobre los distintos tipos de conexiones en su vida, analizó lo que le contaban sobre sus «desconexiones», de lo que había fallado en el amor o en otro tipo de relaciones.

 

«Tenemos tal temor a sufrir

que nos desenganchamos voluntariamente» 

 

La vulnerabilidad es un pegamento que une las relaciones íntimas, que nos permite realmente conectar.

 

El miedo nos invade con frecuencia, tenemos miedo a lo que pueda suceder y frenamos aquello que podría ocurrir. Aparece un temor interno que nos impide reconocer nuestra vulnerabilidad, que es la capacidad de mostrarnos como somos, imperfectos. Su anatomía de la felicidad es curiosa, para alcanzar la felicidad: permítete ser profundamente vulnerable, quiere con todo tu corazón- aún cuando no haya garantías- y practica la gratitud.

 

LOS SENTIMIENTOS

Sentir nos hace humanos

 

Sentir nos hace humanos. Estoy convencida de ello, los neurólogos también. Acabo de leer en la Contra de la Vanguardia una entrevista al neurólogo Antonio Damaso, en la que habla sobre sobre la relación entre el cerebro, las emociones y los sentimientos. Cree que las personas dan demasiada importancia a la razón y no se la dan a los sentimientos

¿Los sentimientos son consustanciales a la vida?
Técnicamente los sentimientos suceden cuando el cerebro, la mente, tiene la capacidad de representar lo que sucede en nuestro cuerpo.
Los sentimientos son una representación del estado corporal. Si estás en bienestar, la homeostasis está operando perfectamente y hay armonía en los sistemas vitales. Cuando sientes miedo o estás enfermo, hay una constricción de los sistemas de la vida y se rompe la armonía.
¿Sentimiento y estado vital son inseparables?
Sí. No puedes sentirte bien y tener un estado de falta de armonía dentro de tu cuerpo. Si tu organismo está desorganizado porque tienes la gripe o porque estás enfadado, la armonía corporal estará alterada.

 

El Dr. Damasio afirma que nuestra capacidad de ser cien por cien humanos tiene que ver con el conocimiento y la percepción, con el uso del lenguaje, con nuestra capacidad de raciocinio… pero también con nuestra capacidad de sentir y escuchar nuestros propios sentimientos.

 

Sentir nos hace humanos.

Y sentimos, vaya si sentimos… hasta sin querer.

El amor no es lo que deseamos sentir…

sino lo que sentimos sin querer.

 

Hoy, una canción preciosa para darte las gracias por leerme

 

Some people want it all

but I don’t want nothing at all…

if it ain’t you baby

 
Artículo publicado en INED21