Termina una semana muy especial. Ha empezado septiembre, mi mes favorito, con muchos temas de trabajo -se nota que la gente ya ha vuelto vacaciones-, combinados con momentos de relax al terminar el día, que hacen la vida más bonita y me dan un plus de energía. Empezando el nuevo curso con muchas ganas.

Fin de semana escribiendo… si, estoy con mi último libro, concentrada para avanzar lo más que pueda. Y es por ello que hoy te traigo un post que escribí hace ya tiempo, en 2014. Es lo que tiene llevar ya más de 8 años escribiendo ininterrumpidamente todas las semanas del año (solo he dejado de hacerlo una vez, la semana que mi madre enfermó). Me hace ilusión recuperar el que fue mi primer post «de éxito». El post se publicó en el portal educativo INED21 y supuso un impulso muy importante en mi faceta como autora. Este post lo leyeron más de 200.000 personas solo la semana que se publicó, recuerdo que lo publicaron en varias webs de escuelas en todo el mundo, lo comentó Juan Carlos Cubeiro en su blog -me hizo una ilusión tremenda-,  

 

todavía hoy veo referencias al mismo en distintas redes sociales y supuso mi inicio como colaboradora del World Economic Forum.  

Descubrir que lo que escribo puede llegar a tanta gente me animó a seguir haciéndolo, con más ilusión y ganas todavía.

Soy una apasionada de la educación, y una firme convencida de que debemos trabajar por tener una mejor educación, porque siempre se cumple una ecuación muy sencilla:

          mejor educación = mejor futuro

Y en el mundo educativo es necesario evolucionar y recordar que «las emociones sí importan».

 

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Las emociones sí importan

La ciencia ha demostrado que el cerebro humano es plástico. El cerebro humano se adapta a la actividad que la persona realiza y puede cambiar su estructura de forma visible. El cerebro se va esculpiendo a lo largo de la vida con lo que la persona siente, piensa y hace. Y esta plasticidad del cerebro es especialmente importante en los primeros años de vida.

Uno de los grandes estímulos de realizar un trabajo de doctorado es  poder analizar estudios realizados en diversas ramas científicas. Aportan resultados que pueden resultar sorprendentes, como el que expongo: en educación las emociones sí importan.

El cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro. El afecto hacia los niños puede determinar de manera muy significativa su desarrollo. Y si la actitud afectiva influye en la formación del cerebro, es un aspecto que la educación debe tener en cuenta.
Resulta más importante el modo de educar en los primeros años de vida que en etapas posteriores. Los primeros años de vida de los niños van a ser decisivos para determinar su futuro. La educación que reciban en este período va a ser vital. Y debemos recordar que la educación la reciben a través de una doble vía: la educación formal en la escuela y la educación no formal en su entorno directo, básicamente la familia.

 

Desde la neurociencia y desde la economía de la educación, me permito destacar dos aspectos de la educación no formal que resultan determinantes en el desarrollo de una persona.

 

El cariño influye en el desarrollo del hipocampo

 

La neurociencia nos ha mostrado que el cerebro es un órgano plástico y moldeable. La interacción de los adultos con los niños y el cariño que se les dedica es determinante en el desarrollo de su cerebro.

El profesor de neurobiología de la Universidad McGill Michael Meaney demostró, con sus investigaciones, cómo influye el cuidado de las madres en el cerebro de sus crías. El experimentó se realizó con ratas. Las madres ratas que lamían más a sus crías provocaban cambios en ellas que se traducían en la generación de más neuronas y en un mayor desarrollo de la parte del cerebro que regula la memoria o el aprendizaje (hipocampo).

Lo mismo se demostró unos años más tarde con humanos en un estudio llevado a cabo en por la Dra. Joan Luby en la Universidad de Washington, demostrando la influencia que tiene el cariño en el desarrollo del cerebro humano.

Es la denominada plasticidad cerebral y pone de manifiesto la capacidad del cerebro de cambiar según la experiencia vivida.

El cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro. Por ello, más allá de contenidos académicos tradicionales, de enseñar a leer, de enseñar a sumar y restar… las investigaciones nos muestran que el afecto es un instrumento enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo de los niños.

 

La familia influye en el desarrollo del lenguaje

 

Otra prueba de cómo afecta el entorno del niño en su educación nos la ofrecen los estudios de James Heckman, premio Nobel de Economía del año 2000, sobre la calidad del ambiente educativo familiar.

Entre sus múltiples trabajos, encontramos un estudio sobre la influencia de la calidad educativa en la familia. Heckman ha proclamado siempre que la primera causa de desigualdad entre las personas la constituye el «accidente del nacimiento». Nacer en una determinada familia condiciona enormemente el futuro de un niño.  

El impacto del tiempo pasado con los niños, así como el lenguaje que escuchan van a incidir como factor que facilitará en mayor o menor medida su formación. La habilidad en la comunicación y el modo de desarrollar el lenguaje del niño está enormemente influida por su entorno. Y aunque en el aula todos los niños escuchan lo mismo, fuera del aula las diferencias son significativas.

Son tan solo dos ejemplos de cómo la educación va más allá de los contenidos académicos –a los cuales no niego su razón de ser-. Sabemos, como sociedad, que existen otros aspectos que pueden llegar a ser muy  determinantes en el futuro de los niños. El hecho de que el cerebro sea plástico tiene implicaciones educativas. Las emociones son reacciones que contribuyen al desarrollo de la persona.

 

Por ello… las emociones importan

 

La Fundación Botín desarrolló un análisis internacional muy completo sobre educación emocional. Sus conclusiones fueron claras: la educación emocional afecta al desarrollo de los alumnos, ya que incentiva su motivación, predispone a actitudes más positivas, mejoran sus relaciones y obtienen mejores resultados académicos.

Para conseguir que un/a niño/a crezca, en toda la dimensión de la palabra, no basta con la adquisición de conocimientos. Generar un clima emocional positivo también va a influir en su desarrollo. Porque no hablamos de utopías, hablamos de aspectos físicos cuantificables en nuestro cerebro. Si la educación debe ser un proceso de aprendizaje para la vida, las emociones sí importan.

Ojalá consigamos que la Educación sea una prioridad en nuestra sociedad, porque un país no es rico por tener petróleo o diamantes… un país es rico por tener educación.

 

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La canción de hoy es la que más he bailado esta semana, para empezar el mes de septiembre con dosis extra de dopamina y endorfinas…

te deseo una «rentrée» fantástica y un nuevo curso lleno de aprendizajes y de crecimiento,

mil gracias por leerme.

 

 

 

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