Comparto la entrevista que han publicado en el suplemento «L’Econòmic» del diario El Punt Avui, agradeciendo muy sinceramente su interés en mi libro «Crea tu propia empresa» y en mi trabajo de formación de la habilidad emprendedora.
 
Es tendencia. Incluso podríamos decir que está “on fire”. Si no has creado una empresa en los últimos siete años o si continúas trabajando por cuenta ajena, no formas parte de la nueva economía innovadora. Las políticas laborales llevadas a cabo desde 2008 han abonado la creación de empresas. Tenían que pararse de alguna manera las terribles cifras de paro. Hemos ido de un extremo a otro. Y en este contexto de nuevos e inexpertos emprendedores, el libro que ha publicado Marta Grañó, colaboradora académica y tutora de asignaturas de emprendimiento en ESADE, se convierte casi en imprescindible si alguien quiere saber en detalle, y sin perder el paso, cómo convertir una idea en realidad. Pero ella nos hace tocar de pies en el suelo y nos da una cifra preocupante: “En los años cuarenta, la esperanza media de vida de las empresas se situaba en 75 años. El año pasado, esta cifra se situó en 12 años.”
Así pues, ¿entramos ahora en una época en la que veremos cerrar muchas puertas?
Desgraciadamente, las estadísticas así lo indican. Del total de nuevas empresas que se crean, podemos decir que ni tan solo la mitad llegarán a superar los tres años de vida.
¿No sabemos emprender?
No nos han enseñado. Y emprender no es fácil. El mundo de las empresas es un entorno muy competitivo.
¿Hemos de suponer que muchos nuevos emprendedores surgidos como consecuencia de la crisis se han tirado a la piscina?
Somos un país muy creativo, pero no tenemos cultura emprendedora. No se trata solo de tener una idea brillante y única, sino de hacer que ésta funcione, y aquí solemos fallar porque no estamos preparados.
Pero parece que la crisis agudizó la capacidad creativa de muchos.
Una sensación impulsada desde las administraciones. Parecía que hacerse emprendedor, crear una empresa, ser autónomo era la salvación para todos aquellos a quién había golpeado la crisis. Pero para crear una empresa no es suficiente con querer hacerlo.
¿Qué te permite alcanzar el estatus de emprendedor?
Creer en tu proyecto y prepararte para llevarlo a cabo. No es sencillo.
¿Qué es lo que nos hace diferentes de los países anglosajones, donde emprender es el pan de cada día?
Soy una ferviente defensora de que la capacidad emprendedora se tiene que entrenar. Es cierto que algunas personas poseen los genes emprendedores, pero para la mayoría, esta capacidad se tiene que alimentar y entrenar. En los países anglosajones se educa a la gente para que tenga en cuenta que es posible que un día tengan que trabajar por su cuenta, con todo lo que ello significa.
Hasta que estalló la crisis, se buscaba un trabajo seguro y para siempre.
Para muchos, ser funcionario era el objetivo.
Pero la crisis ha obligado a cambiar los criterios y a agudizar la capacidad creativa. ¿De un gran mal sale un gran bien?
La crisis impidió aplicar adecuadamente una ley del Parlamento Europeo, aprobada en 2006, sobre la introducción obligatoria de la competencia emprendedora en las escuelas. Por suerte, se ha empezado ya a aplicar tanto en escuelas como en universidades, para educar el sentido emprendedor de las generaciones futuras.
¿Esto nos convertirá en un país de emprendedores?
La mayoría de emprendedores tienen que hacerse, no nacen. Nadie se convierte en emprendedor por el hecho de que las administraciones le empujen a serlo. Esta ha sido una práctica bastante deplorable en los últimos años y ha forzado a determinadas personas a convertirse en autónomos, a crear una empresa, sin tener ni idea de por qué lo hacían ni dónde se habían metido.
Para iniciar un negocio, según escribe en el libro, es importante dar respuesta a tres preguntas: a quién va dirigido el negocio, qué beneficio les genera y qué pretende conseguir. ¿Con esto, es suficiente para empezar a emprender?
No es suficiente, pero lo que contribuirá a tener éxito o no es definir con claridad esta idea inicial, es un primer paso muy importante para el futuro. A continuación, será el desarrollo del modelo de negocio lo que dará más posibilidades de éxito al negocio.
¿Aconseja utilizar el modelo Canvas para desarrollar el plan de negocio de la empresa? Está muy de moda.
Todas las escuelas de negocio del mundo utilizan el modelo Canvas. Es muy dinámico.
Parece muy sencillo, pero en realidad no lo es.
No, no es fácil. La primera vez que trabajas con Canvas, genera muchas dudas sobre la idea inicial de negocio, pero es de mucha utilidad y pone todos los aspectos relativos a la idea en su sitio. En una sola hoja visualizas todo el plan de negocio de la empresa y, además, permite cambios al utilizar post-it para las ideas, que puedes modificar según evoluciona el modelo. Este modelo también se basa en pedir la opinión de otros, y es algo importante porque te abre la mente.
A pesar de todo, la burocracia a la que se deben ceñir los futuros emprendedores no facilita la creación de empresas.
Se deben realizar varios trámites. Es un proceso enrevesado. Y la ventanilla única, de hecho no lo es, debes ir de administración en administración para solucionar todo el papeleo. Los legisladores deberían integrar en sus equipos a personas con experiencia en creación de empresas. Así, se legislaría realmente para aligerar el camino.