Necesitamos innovación. No se trata de una simple moda.
En este mundo de cambio permanente, las empresas que no sean capaces de innovar van a desaparecer. No es un tópico. La velocidad del cambio se acelera espectacularmente.
En 1965 Moore, hizo una observación original, detectando que en la historia del hardware, el número de transistores en un circuito integrado se duplicaba aproximadamente cada dos años. Así nacía la denominada «ley de Moore».
Unos años más tarde, Ray Kurzweill propuso «La ley de rendimientos acelerados», según la cual la tasa de cambio en una amplia variedad de sistemas evolutivos tiende a aumentar exponencialmente, tal y como detalla en su libro de 1999, La era de las máquinas espirituales. El autor estadounidense asegura que el cambio se ha ido acelerando de manera exponencial en los últimos siglos. En el siglo XIX se produjeron más cambios que en todo el milenio anterior. En la primera mitad del siglo XX, se produjeron más cambios que en el siglo anterior. Y la previsión para el siglo XXI es que se multiplicará la evolución tecnológica del siglo anterior.
Ray Kurzweil lo exponía así en una entrevista realizada por Eduard Punset en su programa ‘Redes’:
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Por ello, vamos a necesitar una capacidad de innovación cada vez más elevada. Y resulta inevitable que surja la pregunta
¿Cómo se consigue innovar?
El primer paso para innovar son las ideas, es la creatividad, de la que he hablado en este blog en anteriores entradas. Las ideas son el principio de cualquier nuevo proyecto, son necesarias pero sabemos que no son suficientes. Hasta que esas ideas no se materializan, no se consigue capturar el valor de las mismas.
La creatividad
es el laboratorio de la innovación
La innovación se produce cuando realmente somos capaces de capturar el valor de las ideas y transformarlas en una realidad.
¿Cómo? Las funciones de la innovación
Resulta interesante el modelo de innovación empresarial desarrollado por Philip Kotler y Fernando Trías de Bes, en el que identifican seis funciones distintas necesarias en un proceso de innovación, y que denominan «modelo ABCDEF» por ser las iniciales de cada una de ellas:
Activadores: los que inician un proceso de innovación
Buscadores: aquellos que investigan para encontrar soluciones a los problemas
Creadores: los que generan ideas, proponen nuevos conceptos, transforman o combinan la información recibida de un modo diferente
Desarrolladores: las personas especializadas en convertir las ideas en productos. Trabajan para superar las limitaciones comerciales, tecnológicas, productivas o financieras que aparecen rodeando a las ideas generadas por los anteriores
Ejecutores: se ocupan del proceso que va desde que el producto o servicio está diseñado hasta el momento en que llega al mercado
Facilitadores: los que aportan los medios para hacer posible la innovación. Pueden colaborar en el proceso en muy diversas formas y fases, desde aportar técnicas creativas o desbloquear equipos de proyecto, hasta aprobar inversiones o decidir qué proyectos se priorizan, normalmente apoyados en técnicas, métodos y herramientas.
La innovación requiere de estas funciones para convertirse en realidad, funciones que puede realizar una misma persona, o que pueden realizar varias.
¿Para qué? Objetivos para innovar
Innovar tiene un proceso, y necesita también de unos objetivos.
Gary Hamel planteaba en su libro «What Matters Now» que para alcanzar el éxito en la innovación es necesario perseguir un gran ideal, y tener en cuenta los siguientes objetivos:
– Ser líder, no seguidor.
– Sorprender siempre al cliente.
– No ser razonable, ir siempre en busca de lo imposible.
– Innovar incesantemente y en todas las áreas de la empresa.
– Prestar atención a los detalles.
– Pensar con mente de ingeniero, pero sentirse como un artista.
Me parece sumamente interesante tener en mente esta relación de objetivos y me resulta especialmente inspirador uno de ellos, que, casualmente, ayer me comentaba un buen amigo: la necesidad de sorprender al cliente. Llega un momento en el que es necesario superar las expectativas que tiene el cliente para conseguir innovar.
“Si hubiera preguntado a la gente qué querían
me habrían dicho que un caballo más rápido”
Henry Ford
El proceso de la innovación no es sencillo, es un tema que merece un análisis detenido y en mayor profundidad. La innovación se puede entender de diferentes formas, pero sea cual sea, es un proceso imprescindible.
Solo es posible avanzar cuando se mira lejos.
Solo cabe progresar cuando se piensa en grande
-José Ortega y Gasset
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