Artículo publicado en INED21
Es evidente que muchos de los países que se encuentran todavía en una situación difícil, tanto económica como socialmente, tienen planteados muchos retos. Las cosas ya no son como eran antes, por lo que no podemos seguir haciendo lo mismo que hacíamos. Se habla de la necesidad de cambiar para adaptarnos al entorno y la necesidad de reducir desigualdades sociales. Necesitamos cambiar el mundo… y ese cambio pasa por la educación.
Podemos hablar de otras prioridades, por supuesto, pero ninguna tiene un efecto tan claro a largo plazo en la evolución de una sociedad.
La relación entre Educación y Economía
Fue en la década de 1960 cuando la Economía de la Educación surgió como una nueva rama de la ciencia económica. La aportación clave que la desencadenó fue la “teoría del capital humano”, formulada por Theodore W. Schultz (1961) y Gary S. Becker (1964).
En 1961, Theodore W. Schultz1 escribía por primera vez sobre “Inversión en Capital Humano” en The American Economic Review. Planteó una nueva teoría, donde conceptos como la salud y la educación -que hasta ese momento siempre se habían considerado como un gasto- pueden constituir en realidad inversión en capital humano.
Y demostró que invertir en capital humano está relacionado directamente con crecimiento económico. Así, escribía “a través de la inversión en sí mismas, las personas pueden ampliar la gama de opciones a las que se pueden dedicar y es una forma para conseguir que las personas libres mejoren su bienestar futuro”.
Por primera vez en la historia se consideraba que los conocimientos y la formación pueden ser una forma de inversión que las personas realizan de forma deliberada. Schultz expuso que el nivel de renta de una persona a lo largo de su vida, así como su aportación a la sociedad, está relacionado con el nivel de inversión en capital humano que ha realizado. A partir de Schutlz, se multiplicaron los estudios sobre el impacto que tiene invertir en Educación.
Dentro del gran grupo de investigadores, destaca el trabajo de Robert Barro2 (1991). En uno de sus estudios cuantitativos, sobre una base de observaciones en 98 países durante el período 1960-1985, su conclusión fue que la tasa de crecimiento del PIB real por cápita está positivamente relacionada con el nivel de inversión en capital humano. Constató también que los países que invirtieron más en educación primaria y secundaria habían experimentado unas tasas de crecimiento económico más elevadas que otros países.
Sabemos, desde hace décadas, que invertir en educación es invertir en futuro.
Los necesarios cambios en Educación
Las habilidades y competencias necesarias para este siglo XXI han cambiado. La nueva sociedad necesita a individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes en las TIC, autónomos, y con facilidad para relacionarse con otras personas. Es el perfil necesario para afrontar un entorno protagonizado por la incertidumbre y los constantes cambios. Se avanza y cada vez se requiere a individuos más polivalentes.
La función de los docentes se vuelve más compleja, y ellos son agentes determinantes en cualquier proceso educativo. Deben adaptarse a un mundo cambiante y deben formar a sus alumnos sin saber qué les deparará el mañana, pero ofreciéndoles los recursos necesarios para que ellos puedan adaptarse a una sociedad cambiante, sociedad que exige aprender a aprender y a desaprender.
Pero, al mismo tiempo, no podemos olvidar que la educación no depende solo del sistema educativo. El aprendizaje no se da únicamente en el sistema de educación formal. Aprendemos en todo momento y en diversos contextos La implicación de la familia y la sociedad en la educación son determinantes. Lo han demostrado investigadores como James Heckman, quien afirma que la familia en la que nace un niño es el factor más decisivo en su futuro desarrollo. Según Heckman “nacer es un accidente que es la principal fuente de desigualdad”.
El debate sobre los necesarios cambios en educación es urgente. Está demostrado que la inversión en educación se traduce en crecimiento económico. Por ello, algunos países apuestan por invertir en formación -como Finlandia, que invierte el 6,8% del PIB-. Aunque la calidad de la inversión no se puede medir solo en el % del PIB aportado, no todas las inversiones en educación tienen la misma efectividad. Es importante analizar qué tipo de inversiones contribuyen realmente a mejorar la educación y pasar a la acción. Las diferencias de inversión en educación se van a notar en un futuro.
De entre todos los retos a los que se enfrenta nuestra sociedad, la educación es, sin duda alguna, el más urgente, pues de ella depende el crecimiento futuro de sus ciudadanos, tanto a nivel individual como a nivel de sociedad.
“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”
Nelson Mandela
1Schultz, T.W. (1961) “Investment in Human Capital”. American Economic Review, 51 (March), pp. 1-17
2Barro, R.J. “(1991) “Economic Growth in a Cross-Section of Countries”. Quarterly Journal of Economics, 106, pp. 407-443
Sin lugar a dudas invertir en Educación, es la clave para lograr el desarrollo de un país sin embargo para ello es necesario que el estado atienda esas demandas.