La ciencia ha demostrado que el cerebro humano es plástico. El cerebro humano se adapta a la actividad que la persona realiza y puede cambiar su estructura de forma visible. El cerebro se va esculpiendo a lo largo de la vida con lo que la persona siente, piensa y hace. Y esta plasticidad del cerebro es especialmente importante en los primeros años de vida.
Uno de los grandes estímulos de realizar un trabajo de doctorado es poder analizar estudios realizados en diversas ramas científicas. Aportan resultados que pueden resultar sorprendentes, como el que expongo: en educación las emociones sí importan.
El cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro. El afecto hacia los niños puede determinar de manera muy significativa su desarrollo. Y si la actitud afectiva influye en la formación del cerebro, es un aspecto que la educación debe tener en cuenta.
Resulta más importante el modo de educar en los primeros años de vida que en etapas posteriores. Los primeros años de vida de los niños van a ser decisivos para determinar su futuro. La educación que reciban en este período va a ser vital. Y debemos recordar que la educación la reciben a través de una doble vía: la educación formal en la escuela y la educación no formal en su entorno directo, básicamente la familia.
Para conseguir que un niño crezca, en toda la dimensión de la palabra, no basta con la adquisición de conocimientos. Generar un clima emocional positivo también va a influir en su desarrollo. Porque no hablamos de utopías, hablamos de aspectos físicos cuantificables en nuestro cerebro. Si la educación debe ser un proceso de aprendizaje para la vida, las emociones sí importan.
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