El debate sobre la creciente desigualdad en las economías de los países desarrollados está sobre la mesa. A pesar de que algunos indicadores económicos vienen mostrando mejoras en los últimos tiempos, no toda la sociedad ha notado estos avances, hecho por el cual algunos autores se están planteando si los indicadores económicos que estamos utilizando son realmente los adecuados para ‘medir nuestras vidas’.
Los datos macroeconómicos hablan de mejora del PIB. Así, por ejemplo, la previsión de crecimiento del PIB en España para 2016 es del 3,2% , pero la percepción de la mayoría de la gente es que su economía no está mejorando. ¿Es el PIB un buen indicador de bienestar y progreso?
Para responder a estar pregunta, resulta intersante leer el último informe publicado (julio-2016) por McKinsey Global Institute que lleva por título un inquietante “Poorer than their parents?” –“¿Más pobres que sus padres?”-. En el estudio, tras analizar la evolución de la economía en 25 países desarrollados a través de la renta de la que disponen los hogares, las conclusiones señalan que entre el 65% y el 70% de los hogares de los 25 países estudiados (esto significa aproximadamente unos 540 millones de persones) tuvieron en 2014 un nivel de ingresos igual o inferior al nivel de 2005.
La mayoría de gente que ha crecido en países desarrollados, a partir de la II Guerra Mundial, había asumido que la vida de sus hijos sería major que la suya o que la de sus abuelos. Sin embargo, la tendencia positiva en el crecimiento del nivel de renta que se estaba dando, se rompió la pasada década y ello ha llevado a un incremento de la desigualdad -medida a través del índice Gini-.
Esta evolución del nivel de ingresos de los hogares nos conduce a un escenario de futuro en el que la generación más joven está en riesgo de ser más pobre que sus padres. El análisis muestra también que el grupo más vulnerable a sufrir este fenómeno es el de trabajadores jóvenes con bajo nivel de formación.
Los 5 factores que han frenado el crecimiento de los ingresos
El estudio señala los 5 factores que han frenado el crecimiento del nivel de renta de los hogares:
- Factores de demanda agregada, como el aumento del paro.
- Fatores demográficos, puesto que ha disminuido el número de persones en edad de trabajar. También influye el hechio de que entre 1980 y 2010 la competència por los puestos de trabajo de baja y media cualificación ha pasado a ser global, con la incorporación de millones de trabajadores de economías emergentes.
- Factores relativos al mercado de trabajo como la desigualdad evolución de los trabajadores en función de su nivel de formación.
- Factores relativos a los ingresos del capital (ventas de activos, rentabilidad de las inversiones,…).
- Impuestos y otros factores.
La conclusión de todo ello es que, aunque profunda la profunda recesión y la lenta recuperación después de la crisis financera de 2008 ha sido una de las causas fundamentales de este fenómeno, no ha sido la única. También ha influido de forma significativa el decreciente salario medio -que afecta directamente al consumo- y las tendencias demográficas.
¿Qué se puede hacer?
El informe incluye también una propuesta de medidas que se pueden adoptar para mejorar estas perspectivas, y que básicamente son:
– Diseñar índices para medir este fenómeno y poder así realizar el seguimiento del mismo (por el principio básico de que “lo que no se mide, no se puede controlar”).
– Potenciar el crecimiento de la economía a través de favorecer la creación de nuevos negocios, que creen puestos de trabajo (sabemos que debemos favorecer el ecosistema emprendedor).
– Promover medidas dirigidas a los dar apoyo a los hogares con mayor riesgo (es decir, políticas que promuevan una sociedad más justa y con un mayor bienestar de su población).
Los datos analizados por McKinsey Global Institute nos muestran la realidad de manera muy clara. Si queremos mejorar las perspectivas para los más jóvenes, y para nuestra sociedad en su conjunto, será cuestión de seguir sus consejos, que pasan -entre otros- por promover la actitud emprendedora en nuestra sociedad y por potenciar la educación y formación de las personas -jóvenes y mayores- porque, tal y como demuestra éste y otros estudios, las grandes diferencias que se crean en el mercado laboral son originadas por las diferencias en la educación: a mayor educación, menor paro.
La tasa de paro se distribuye de forma desigual entre la población en función de su nivel educativo. Así, podemos comprobar que la tasa de paro entre los analfabetos es del 46,15%, en el grupo con un nivel formativo de primaria se sitúa en el 36,34%, en el grupo que posee la secundaria en un 21,01% y las personas con educación superior se sitúa en un 13,29%. Esta es la clasificación de grupos en función de nivel formativo que establece el Instituto Nacional de Estadística.
Si bien es cierto que el paro ha afectado a todos los grupos sociales -también a las personas con mayor formación y sabemos que hoy tener un título universitario ya no es garantía de tener un trabajo-, puede comprobarse como a mayor formación los % de tasa de paro son sensiblemente inferiores.
Los datos son muy claros: a mayor educación, menos paro.
Inmersos en una situación económica difícil, es frecuente escuchar que hay que investigar, innovar, reinventarse… pero para hacerlo no basta con decirlo. Para poder inventar, innovar y crear nuevos proyectos, la educación se convierte en un pilar básico. Como ya ha demostrado James Heckman, la educación es la inversión más rentable.
La educación está adquiriendo una importancia sin precedentes en nuestra sociedad. Por este motivo es básico el modo en que se aborda la educación: cómo se estructura, el modo en que se imparte, y los contenidos. Aspectos que muchos países ya están tratando con toda la profundidad que requiere. El crecimiento de cada país va a depender en gran medida de la calidad de su educación. Y para conseguir calidad educativa es necesario invertir en educación con criterios sólidos y una implicación de toda la sociedad en este proceso. La educación es fundamental para la realización personal, para la prosperidad económica, el progreso, el bienestar social y para evitar esta tendencia negativa.
Invertir en tí mismo
es lo mejor que puedes hacer.
No solo conseguirás mejorar tu vida,
sino también la de quienes te rodean
Robin Sharma
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