Tengo tendencia a medirlo casi todo… no sé si es por ‘deformación profesional’.  Una de las citas que suelo utilizar con más frecuencia es:

Lo que no se mide
no se puede controlar
Lord Kelvin
 

y es que me parece necesario siempre, si no imprescindible, medir si conseguimos nuestros objetivos, si estamos avanzando en la dirección correcta, cómo evolucionamos,… El modo de saberlo objetivamente es medirlo. Por ello, los trabajos de investigación científica -como los trabajos de doctorado- miden los resultados que se obtienen para una hipótesis concreta en un grupo determinado, para conocer si realmente esa hipótesis se cumple o no se cumple.
Las empresas están habituadas a  medir el resultado de sus acciones, conocer si están consiguiendo o no sus objetivos.
Del mismo modo, también las personas debemos conocer cuál es nuestra situación y cómo estamos evolucionando, si avanzamos a mejor o si empeoramos…
Y no tendría mayor problema, si no fuera porque lo difícil no es medir…
lo difícil es saber qué debemos medir
¿cuáles son los indicadores que nos muestran el éxito de una acción determinada?
¿cómo determinamos estos indicadores (ó KPI’s Key Performance indicators)?
en definitiva,
¿cómo medimos nuestras vidas?
No resulta sencillo.
Oímos con frecuencia hablar sobre indicadores de evolución de la economía, de la situación de un país o de la renta de sus habitantes. Nos hemos familiarizado, por ejemplo, con seguir la evolución del PIB (Producto Interior Bruto) como indicador de la coyuntura de un país. Y, aunque estemos acostumbrad@s a seguir cómo evoluciona el PIB, tal vez esta unidad de medida no es la mejor que podemos considerar actualmente.
Joseph Stiglitz reflexionaba sobre ello en su libro «Medir nuestras vidas», donde trata sobre las limitaciones del PIB como indicador de progreso.

El PIB es un instrumento útil,  pero está siendo profusamente sobreinterpretado y, por supuesto, esconde aspectos de desigualdad. El PIB de un país puede estar creciendo y, sin embargo, los habitantes de ese país pueden no tener una situación mejor, como consecuencia de una situación de desigualdad.
No es fácil determinar la métrica de la evolución del bienestar de la sociedad.
Intentar acercarse a la medición del bienestar personal o familiar supone todo un reto, pero no es imposible. Es necesario determinar los indicadores (KPI’s) que resultan más convenientes para cada caso. Y, una vez determinados,  calcular su valor y hacer su seguimiento.
Si aspiramos a ser felices, y a tener un nivel de bienestar personal, deberíamos ser capaces de medirlo de algún modo para llegar a  conseguirlo.
¿Qué nos motiva?
Otros autores que también han trabajado sobre este tema son Clayton Christensen, James Allworth y Karen Dillon (Harvard Business School) en «How will you mensure your live?» («¿Cómo medirás tu vida?»).

El libro empieza reflexionando sobre cómo muchas personas renuncian, con el tiempo, a sus sueños. Y, aunque viven una vida que no les satisface, se conforman y se convencen de que no es realista pretender vivir de otro modo.
Sin embargo, es lícito y es positivo aspirar a ser lo que quieres ser y a vivir como quieres vivir. Para ello, el primer paso es determinar qué es lo que realmente quieres. Conocer qué te motiva.
Existen dos tipos de factores de motivación, según la teoría de la motivación de Frederick Herberg: los motivos «higiénicos» (donde se incluyen los ingresos, el prestigio, la seguridad en el puesto de trabajo,…)  y los motivos «verdaderamente motivadores» (que el trabajo tenga realmente sentido para la persona, que suponga un reto, que aporte reconocimiento y que ofrezca posibilidades de crecimiento).
En términos muy similares se expresa también la teoría de Daniel Pink. Según Pink, los pilares de la motivación intrínseca son tres: la autonomía, la maestría y el propósito.
Saber qué te  motiva es el primer paso para determinar la estrategia para dirigir tu vida.
Determinar la estrategia
Las personas debemos  decidir de qué modo queremos llegar a nuestros objetivos. Es un tema de asignación de recursos. Nuestros recursos ( tiempo, dinero, energía,…) son limitados, por lo que es necesario decidir a qué destinarlos. Corremos el riesgo de utilizar nuestros recursos en actividades  que nos proporcionan beneficios o satisfacción a corto plazo, en vez de destinarlos a aspectos con un retorno a largo plazo.
Son muchas las personas que quieren desarrollar una vida personal tan satisfactoria como su vida profesional y, sin embargo, no invierten recursos en ello. La inversión de energía y tiempo necesarios para las relaciones personales puede dar la sensación de que no aportan la misma sensación de éxito que los logros en la vida profesional.
Parece que a veces olvidamos que si queremos una vida personal satisfactoria, debemos invertir recursos en nuestra familia y en las relaciones con nuestra@s amig@s, y precisamente más en los momentos en los que parece que no es necesario.
Determinar la estrategia a seguir, en función de lo que nos motiva, y establecer las prioridades es necesario.
Decidir en qué invertir
En nuestra vida personal debemos decidir también en qué invertir. Es fácil caer en el error de invertir desigualmente. Si una persona pospone la inversión en su vida personal hasta el momento en que le parezca indispensable, probablemente ya será demasiado tarde. Nuestros actos deben ser coherentes con nuestros valores.
Los autores de «¿Cómo medirás tu vida?» nos ofrecen dos reflexiones muy interesantes:

Los profesionales jóvenes piensan, erróneamente, 
que las inversiones en su vida personal pueden retrasarse
 
Lo que nos aporta dinero
no es lo mismo que nos aporta felicidad

 
Decía Mark Twain

Puedo enseñarle a cualquier persona
cómo conseguir lo que quiere en la vida…
el problema es que no puedo encontrar
a quien pueda decirme qué es lo que quiere
Mark Twain

 
Por ello, para conseguir lo que queremos en la vida, lo primero es saber qué es. A partir de ahí, buscar qué es lo que nos conduce allí, ponerse a trabajar en ello y medir si lo estamos alcanzando o no….
creo que es necesario detenerse un poco y pensarlo,
y tú….
¿cómo vas a medir tu vida?