LA VIDA NO TIENE POR QUÉ SER PERFECTA

 

Sumando kilómetros una semana más. Trabajando en Barcelona, Murcia, Madrid y Guissona estos días, con una agenda muy intensa, durmiendo menos de lo que quisiera y feliz porque todo ha ido muy bien. A pesar del cansancio, la sonrisa de mi cara delata que me siento bien.

Sesión de Generali For Women en Murcia maravillosa, con mujeres extraordinarias, compartiendo en un marco incomparable, el Casino de Murcia

Viajes, trabajo y conversaciones muy interesantes.

 

Autoexigencia

Un tema que aparece con frecuencia: esa autoexigencia que nos atrapa. Querer llegar a todo, querer que todo esté perfecto, …

Ese es un punto contra el que yo lucho en ocasiones. Me gusta el orden, la planificación, el trabajo ben hecho, tener todo bajo control… y, a veces, toca aceptar que no todo va a ser perfecto.

En esa batalla contra el perfeccionismo, siempre me viene a la mente “las zonas erróneas” de Wyne Dyer. «Las Zonas Erróneas» de Wayne Dyer es una guía clásica de autoayuda que explora cómo las personas podemos liberarnos de los ciertos comportamientos y de pensamientos negativos que limitan nuestro potencial. Publicado por primera vez en 1976, el libro se convirtió rápidamente en un bestseller, ofreciendo a los lectores métodos prácticos para alcanzar la felicidad y la satisfacción personal al identificar y abordar las «zonas erróneas». Estas zonas son patrones de pensamiento y conducta que las personas adoptamos, a menudo inconscientemente, que pueden conducir a la infelicidad, la frustración y el fracaso en diversos aspectos de la vida.

Dyer anima a sus lectores a asumir la responsabilidad de sus propias emociones y acciones, desafiando la idea de que los factores externos son los culpables de nuestro estado emocional. «Las Zonas Erróneas» ofrece una perspectiva liberadora sobre cómo las personas podemos cambiar nuestras vidas al cambiar nuestra forma de pensar.

 

12 claves para salir de tus zonas erróneas

 

  1. Tienes el poder de elegir

Eliges ser quién eres y recuerda:

la vida es corta…

haz con ella lo que tú quieres

El mundo no es perfecto y ello no debe ser un problema para tu felicidad.

La felicidad es una elección y viene de dentro.

 

  1. Hazte cargo de ti

Hacerte cargo de ti mism@ supone asumir que tus emociones son tu responsabilidad, y no el resultado de lo que hacen o dicen otras personas, ni tampoco son una simple reacción a lo que ocurre a tu alrededor.

Los sentimientos no son simples emociones que te suceden… los sentimientos son reacciones que eliges tener.

Al controlar tus pensamientos, controlas tus emociones y la forma en que te sientes.

Los pensamientos negativos crean emociones que te impiden hacer lo que realmente deseas.

 

  1. Quiérete

El primer amor…

deberías ser tú

Asociar lo que vales con tus éxitos y fracasos, es una zona errónea. Una cosa es que cometas un error, y otra que pongas en tela de juicio tu propio valor.

Quiérete con independencia de lo que te sucede. Valórate.

 

  1. Busca tu propia aprobación

La aprobación de los demás puede ser placentera, pero buscar constantemente la aprobación de los demás les da poder y te paraliza.

Somos seres sociales y es normal que nos guste tener la aprobación de los demás. El problema de necesitar aprobación es que cuando no la consigues, no puedes sentirte bien. Y eso supone una pérdida de libertad.

Nunca vas a gustar a todo el mundo… ¿y qué?

 

  1. Rompe con el pasado

Autoetiquetarte en función de la imagen que has forjado de ti mism@ en el pasado, es una zona errónea.

Aunque en el pasado no se te diera bien algo, eso no significa que no se te pueda dar bien ahora. Siempre puedes crecer.

Confundir tus comportamientos del pasado con lo que eres es un error de percepción, que te resta poder personal. Y cuidado con utilizarlo para no enfrentarte a determinados retos, con la excusa «es que yo soy así».

 

  1. Las emociones inútiles son la culpa y la preocupación

La culpabilidad y la preocupación son fruto de una zona errónea que tienes activa en tu mente.

La culpabilidad, lejos de arreglar el pasado, hace que malgastes tu presente y te limita enormemente para ser feliz.

La preocupación, en vez de arreglar el futuro, hace que te inmovilices en el presente, y que te sitúes en la inacción.

 

  1. Explora lo desconocido

¿Saber siempre a dónde vas?

Pensar que la vida consiste en ir siempre a lo seguro, y saber siempre a dónde vas, es una zona errónea.

La rigidez, el perfeccionismo, el control, el no arriesgarte a cometer errores, todas ellas son válvulas de escape que te evitan explorar zonas desconocidas, en las que conviene moverse en ocasiones.

 

  1. Rompe la barrera de los convencionalismos

El mundo está lleno de convencionalismos que nos limitan, que nos marcan el camino a seguir. Seguir los convencionalismos sin cuestionarlos, a pesar de que te estén limitando tu felicidad, es una zona errónea.

Lo he escrito muchas veces: tendemos a prestar más atención y a creer más en lo que nos viene de fuera, que lo que tenemos en nuestro interior –lo que sentimos–.

 

  1. Cuidado con la trampa de la justicia

Creer que existe la Justicia no es más que un error de percepción.

Si esperas que exista justicia en el mundo te estás engañando y vas a sufrir por ello.

Para salir de esta trampa que te lleva a estar resentid@ con el resto del mundo «injusto», empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está dentro de ti, y aprende a independizarte de lo que hace o deja de hacer el resto.

 

  1. Acaba con las postergaciones ahora mismo

Postergar las cosas produce ansiedad, y es una zona errónea.

Postergar, tiene un gran beneficio: te permite dejar para mañana algo que sabes que nunca harás, y así engañarte a ti mism@ ante el hecho de que no estás haciendo aquello que te propusiste hacer.

La postergación es algo que debe eliminarse.

  1. Proclama tu independencia

Depender psicológicamente de alguien es una zona errónea.

Una cosa es tener una relación con alguien y que ésta no interfiera en tus metas de vida; y otra cosa es un relación en la cual te sientes obligado a ser algo que no quieres ser.

Si necesitas una relación –es decir, no la eliges– o te sientes obligad@ a tenerla, y luego te resientes, entonces es que actúas desde un error de percepción: el error de pensar que necesitas a esa persona para vivir o ser feliz.

Esto no quiere decir que no sea bueno tener relaciones. Lo sano es tenerlas y al mismo tiempo no necesitarlas.

 

  1. Di adiós a la ira

La ira es una zona errónea, porque no sirve para hacerte feliz.

La fuente de tu ira es desear que todo y todos sean como esperas que sean. La ira se desencadena cuando inconscientemente, te apoderas del comportamiento de los demás y pretendes que hagan lo que para ti es «lo normal». Esta forma de pensar implica que te frustres y liberes esa tensión a través de la ira.

La salida es reconocer en cada momento el desencadenante de tu ira, es decir, ser consciente de tus expectativas irrealistas sobre los demás, o lo que sucede a tu alrededor.  La solución a la ira no es reprimirla, sino cambiar tu forma de pensar.

 

Aceptar

Creo que, en resumen, es cuestión de asumir los problemas y preocupaciones como algo intrínseco en nuestra vida.

En palabras de Wyer:

«Los seres humanos que reconocen los problemas como algo que es parte de la condición humana y no miden la felicidad por la ausencia de problemas, ésos son los seres humanos más inteligentes que conocemos; también los más raros y difíciles de encontrar.»

 

Tu mundo no es perfecto ahora…

ni lo va ser en un futuro

las cosas nunca van a ser exactamente como las deseas…

pero ello no te debe impedir disfrutar de todo lo bueno que te sucede.

Es cuestión de no obsesionarse

con deseos de perfección o con ideales

y de disfrutar todas esas cosas imperfectas y reales

que tienes cerca y que te hacen feliz.

 

La vida no tiene por qué ser perfecta,

simplemente déjala fluir

y disfrútala mientras sucede.

 

 

 

 

Hoy te traigo la canción que he escuchado más esta semana, una canción de esas que la escuchas y no puedes evitar ponerte a bailar… gracias por leerme, te deseo una muy feliz semana.

 

Stumlin’ in

 

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