Neurociencia y Emociones

Cómo nuestro cerebro gestiona los sentimientos

 

Parece que empieza el otoño, por fin. Me gusta el cambio de estación y todo lo que conlleva. Terminando un mes frenético y una semana fantástica, con formaciones, clases en la universidad y consejo. Un no parar que hace que me despierte por la mañana feliz, y que me da energía.

Es curioso el enigma de nuestras emociones. Siempre he sentido curiosidad por lo que nos pasa por dentro. ¿Por qué sentimos lo que sentimos? ¿Qué desencadena la alegría, la tristeza, el miedo o la ilusión? Es algo que, hasta no hace mucho, parecía un misterio, pero sobre lo que hoy tenemos una mayor información. Una disciplina en particular ha irrumpido con fuerza en este terreno para ayudarnos a comprender: la neurociencia.

 

Neurociencia

La neurociencia, la rama de la ciencia que se adentra en el complejo mundo de nuestro cerebro, ha desvelado poco a poco los secretos de cómo procesamos, experimentamos y expresamos nuestras emociones. Gracias a ella, hoy sabemos que detrás de cada emoción hay una compleja red de neuronas, neurotransmisores y estructuras cerebrales trabajando en sincronía.

Pero, ¿qué significa todo esto para nosotros en nuestro día a día? Pues que la neurociencia no solo nos ofrece una ventana al funcionamiento interno de nuestro cerebro, sino también herramientas para el autodescubrimiento emocional. Al entender las bases biológicas de nuestras emociones, podemos abordarlas desde una perspectiva más informada, reconociendo patrones, anticipando reacciones y, en última instancia, gestionando mejor nuestra vida emocional.

 

El cerebro emocional: estructuras y funciones

La neurociencia nos muestra cómo funciona nuestro cerebro: su estructura y sus funciones. El cerebro, esa maravillosa y compleja maquinaria que nos permite pensar, sentir y actuar. En el cerebro encontramos algunas áreas clave relacionadas con las emociones.

Sistema límbico

El cerebro tiene una región especialmente dedicada a las emociones, conocida como el sistema límbico. Este área, que se encuentra en las profundidades de nuestro cerebro, es responsable de procesar nuestras emociones y nuestra memoria. Imagina el sistema límbico como una central de procesamiento que, entre otras cosas, decide si un recuerdo nos hará reír o llorar, o si una situación nos generará felicidad o ansiedad.

Amígdala

Dentro de este sistema límbico, encontramos la amígdala, a menudo descrita como el «centinela» de nuestro cerebro. Es como un vigilante que está constantemente escaneando nuestro entorno en busca de posibles amenazas. Cuando detecta algo peligroso, activa lo que se conoce como la respuesta de «lucha o huida», preparando a nuestro cuerpo para enfrentar el peligro o huir de él. Es gracias a la amígdala que podemos reaccionar rápidamente ante situaciones imprevistas que requieran una respuesta inmediata.

Hipotálamo

Por otro lado, el hipotálamo, otro componente clave del sistema límbico, actúa como un regulador maestro de nuestras emociones y nuestras respuestas físicas a ellas. Es como un director de orquesta que asegura que todo esté en armonía, desde nuestras palpitaciones cardíacas, hasta la liberación de hormonas que nos hacen sentir emociones como el amor, el miedo o la alegría.

Como ves, es el hipotálamo el que mantiene el equilibrio y la coherencia entre lo que sentimos y cómo reacciona nuestro cuerpo ante esos sentimientos.

 

Tú puedes influir

La neuroplasticidad es una de las propiedades más fascinantes y esenciales del cerebro humano. Es la capacidad de nuestro cerebro para adaptarse y reorganizarse, modificando las conexiones entre las neuronas en respuesta a nuevas experiencias, aprendizajes y emociones. Esta adaptabilidad es crucial porque significa que, a lo largo de nuestra vida, no estamos limitados por un «cableado» cerebral estático, sino que nuestras experiencias y emociones pueden influir activamente en cómo se estructura y funciona nuestro cerebro.

Por tanto, sabemos que podemos influir en nuestro cerebro.

Las implicaciones de la neuroplasticidad para la gestión emocional son profundas. Si bien es cierto que venimos al mundo con ciertas predisposiciones genéticas, la capacidad de nuestro cerebro para adaptarse nos brinda una oportunidad única de aprendizaje y cambio. Por ejemplo, a través de ciertas prácticas podemos cultivar estados mentales más positivos y resilientes, y con el tiempo, estos hábitos pueden influir en la estructura y funcionamiento de nuestro cerebro. En otras palabras, no somos meros observadores de nuestras emociones, con el entendimiento y la práctica adecuada, podemos tomar el timón y dirigir la dirección de nuestra salud emocional.

 

¿Cómo puedo mejorar la gestión de mis emociones?

La neurociencia ha proporcionado una gran cantidad de información sobre cómo funcionan nuestras emociones y cómo podemos gestionarlas mejor. Y, probablemente, lo más interesante es pasar a la parte de aplicación práctica: ¿qué puedo hacer para mejorar la gestión de mis emociones? Diversos estudios neurocientíficos han destacado, entre otras, las siguientes acciones como altamente efectivas.

Meditación

Múltiples estudios han demostrado que la meditación tiene un impacto positivo en el cerebro. Es una práctica que puede aumentar la densidad de la materia gris en áreas relacionadas con la autorregulación emocional y reducir la reactividad en la amígdala, el centro de procesamiento de las emociones en el cerebro.

Técnicas de Respiración

Tomar respiraciones profundas y controladas puede ayudar a calmar el sistema nervioso simpático, que se activa durante estados de estrés. Es un método sencillo y rápido para reducir la ansiedad y el estrés, permitiendo una mejor gestión de las emociones en situaciones desafiantes.

Dormir suficiente

La falta de sueño puede exacerbar las respuestas emocionales y reducir la capacidad de gestionar el estrés. Durante el sueño, el cerebro procesa y consolida recuerdos, incluidos los emocionales, lo que puede ayudar a una mejor gestión emocional al día siguiente.

Ejercicio regular

La actividad física libera endorfinas, que son neurotransmisores que actúan como analgésicos naturales y mejoran el estado de ánimo. El ejercicio también puede ayudar a reducir los niveles de las hormonas del estrés, como el cortisol, y promover la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) en el hipocampo, una región del cerebro importante para la memoria y el estado de ánimo.

 

Son 4 sencillas acciones que pueden ayudarte a mejorar tu gestión emocional, como ves. Integrarlas en la rutina diaria puede ser una gran ayuda para manejar y entender mejor tus emociones.

Ya ves que no es tan difícil ponerlas en práctica…

En todo el proceso de gestión emocional, la intersección entre ciencia y autoconocimiento se vuelve esencial. La neurociencia te dice «esto es lo que sucede en tu cerebro«, pero queda en tus manos la tarea de decir «esto es lo que significa para mí y así es como quiero vivirlo«.  

Dedicar un poco de tiempo al autocuidado y a tu salud emocional no es tema menor, debería ser una prioridad. Así que, si ya lo haces, felicidades. Y, si no… ya sabes, hoy es un buen día para empezar.

 

 

Hoy, te comparto “Emotions” de Mariah Carey, para darte las gracias por leerme un día más y para desearte una feliz semana.

 

 

I feel good, I feel nice

I’ve never felt so satisfied …