TU PROPÓSITO

 

Enero es, sin duda, un mes de arrancar temas. De poner en marcha nuevos proyectos que se van a desarrollar a lo largo del año, de convertir bocetos en formas, de crear contenidos, de afinar programas, de agendar fechas para cada proyecto… Es una época de principios, y eso es algo que resulta siempre muy estimulante.

Trabajando en el detalle de mis proyectos 2021, es cuando curiosamente se activan “casualidades” -que, por supuesto, no lo son-. En pocos días, tres llamadas de tres profesionales -de distintos ámbitos- que me piden que colabore con ell@s para trabajar en sus organizaciones en el desarrollo de equipos. Porque hoy, más que nunca, es imprescindible generar verdaderos equipos en las organizaciones, y un equipo es más que la suma de quiénes lo forman.  Una parte importante de mi trabajo consiste precisamente en trabajar con equipos para que funcionen mejor, se organicen mejor, se comuniquen mejor, para que optimicen sus resultados y para que sean más ágiles.

Ser un equipo no es fácil.

No nos han enseñado a trabajar en equipo.

Y eso tiene sus consecuencias.

En un momento en el que el trabajo en equipo es esencial, nos encontramos con que a la mayoría de personas les cuesta. Y, en el momento en que es imperativo trabajar en equipo, lo que suele suceder es que la forma de organizarse en equipo no es la óptima, ni mucho menos. ¿Qué se suele hacer a la hora de trabajar en equipo? Pues, en la mayoría de casos, trabajo en equipo se traduce en repartir el trabajo… y, claro, el trabajo en equipo es mucho más que repartir tareas.

Trabajo para ofrecer metodologías de trabajo que ayuden a gestionar mejor los proyectos y que permitan que cada una de las personas del equipo pueda ofrecer lo mejor de sí misma. Aprender a trabajar mejor en equipo es algo que las personas agradecen, porque lo necesitamos en nuestro día a día. Y es curioso observar cómo, a medida que las personas van conociendo nuevas herramientas y modos de trabajar en equipo, consiguen mejoras espectaculares.

Cualquier equipo está llamado a mejorar, como cualquier profesional está obligado a mejorar. Y para hacerlo, hay que empezar por el principio, yo no creo en fórmulas rápidas y fáciles de mejora, soy una convencida -por experiencia- de que debemos empezar siempre por ese necesario proceso de autoevaluación. Como profesionales, debemos ser conscientes de en qué punto nos encontramos. Esa necesaria autoevaluación es, en palabras de Peter Drucker, ‘la primera acción que debemos realizar para mejorar’.

 

Las cinco claves de Peter Drucker

Las cinco claves de Peter Drucker siguen siendo una poderosa herramienta de autoevaluación, necesaria para avanzar y mejorar.

A menudo, las preguntas más simples pueden ser las más difíciles de responder. Sin embargo, es necesario que nos hagamos ciertas preguntas. El proceso de autoevaluación de tu trabajo es imprescindible para entender qué es lo fundamental en él, cómo lo estás haciendo y determinar hacia dónde quieres ir. Recurrentemente, es bueno volver a plantearse las cinco claves que plantea Peter Drucker en el libro del mismo título.

 

Clave 1

¿Cuál es tu misión?

La primera clave es que tengas claro cuál es tu misión actual.
La misión es el motivo o la razón de ser de tu trabajo. A priori, puede parecer sencillo definirla, pero es más difícil de lo que parece. Debe ser verdadera, no sirven las que son ‘de postureo’. Una misión debe tener un significado profundo, algo en lo que crees profundamente, no solo a nivel profesional, también a nivel personal.
Una declaración efectiva de tu misión es corta y concreta, y debe resultar clara y estimulante. Por ello, de vez en cuando, es bueno parar a reflexionar sobre ello.
Ten clara tu misión, es la que guía tu trabajo. Para ello, es recomendable que sigas estas cuatro pautas:

Establece una misión personal clara.
Asegúrate de que los resultados que obtengas al alcanzar tu misión son importantes para ti. 

Asegúrate de que el proceso para alcanzar tu misión sea algo que te enamore.
Analiza cómo inviertes tu tiempo, dedica el máximo tiempo posible a aquello que te genera felicidad y que tiene relación con tu propósito.

Clave 2

¿Quién es tu cliente?

Tod@s tenemos clientes. Hagas lo que hagas, llega a un cliente final, al cual debes conocer muy bien.

Identifica quién es realmente tu cliente o usuario, el destinatario final de tu trabajo. Haz el ejercicio de identificar a tu cliente principal y a tu cliente secundario. Si quieres enfocarte en resultados, debes tener muy claro a quién te diriges, conocerle muy bien, qué le aportas, cómo crearle experiencias positivas y conseguir que te recuerde. Tu éxito va a depender en gran medida de cómo contribuyas a mejorar la vida de tu cliente, sea quien sea.

Clave 3

¿Qué valora tu cliente?

Debes tener claro qué necesita tu cliente, qué es lo que busca y valora. Es necesario reformularse continuamente esta pregunta, porque las personas cambian y sus necesidades también, no es algo estático.

Por ello, Drucker aconseja que te hagas tres preguntas clave:

¿Qué crees que valora tu cliente?
¿Qué necesitas saber de tu cliente?
¿Cómo puedes conocer más de tu cliente?

Clave 4

¿Cuál es tu resultado?

Analiza también lo que estás haciendo actualmente, sé objetiv@ sobre qué estás consiguiendo y cómo mides tu resultado. Es importante ser consciente de en qué tienes éxito, qué deberías fortalecer y qué deberías abandonar.
«Lo que no se mide no se puede controlar».

Así que, ya sabes, es mucho mejor medir tus resultados. Tu progreso y tus éxitos pueden ser evaluados en términos cuantitativos y cualitativos, dos tipos de medidas interrelacionadas y ambas necesarias. Determina cómo mides tus resultados (plantea tus propios KPI’s) y haz un seguimiento. Los resultados son la clave de tu supervivencia, porque te marcan qué debes fortalecer y qué deberías abandonar.

Clave 5

¿Cuál es tu plan?

Y, en último lugar, pero no por ello menos importante: ¿cuál es tu plan?
Para conseguir tu misión, debes tener en cuenta tres aspectos:

Las oportunidades.
La competencia.
Los resultados.

 

La misión trasciende el momento presente, y sirve de guía, porque te da el marco para fijar tus metas y movilizar los recursos que necesitas. Para impulsar la misión es necesario hacer cosas en el presente, pero también fijar objetivos concretos para el futuro. Y esos objetivos deben, por supuesto, ser medibles.
Siguiendo las cinco claves que propone Peter Drucker, llegamos al final de las preguntas de autoevaluación. Aunque es necesario tener en cuenta que la evaluación no termina nunca, evolucionamos constantemente. Es conveniente dedicar tiempo al diagnóstico, así como es importante no tener prisa ni restar importancia a la profundidad de las cinco preguntas, aunque puedan parecer fáciles, llegar a la respuesta profunda y real no lo es.

 

Afilar la sierra

Tal y como señalaba Stephen Covey en “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, hay un hábito fundamental que deberíamos incorporar a nuestra vida, el hábito de ‘afilar la sierra’, que nos presenta a través de una breve historia.

Suponga el lector que se encuentra con alguien que trabaja febrilmente en el bosque, cortando un árbol con una sierra.

¿Qué está usted haciendo? Le pregunta.

¿No lo ve?, responde él con impaciencia, estoy cortando este árbol.

¡Se le ve exhausto!, exclama usted, ¿Cuánto tiempo hace que trabaja?

Más de cinco horas, y estoy molido. Esto no es sencillo.

¿Por qué no hace una pausa durante unos minutos y afila la sierra?, pregunta usted, estoy seguro que cortaría mucho más rápido.

No tengo tiempo para afilar la sierra, dice el hombre enfáticamente, estoy demasiado ocupado aserrando.

El séptimo hábito consiste en tomar tiempo para afilar la sierra.

Fragmento extraído del 7º hábito del libro: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva  de Stephen Covey

 

Es necesario parar y reflexionar sobre ti mism@ para poder hacer mejor las cosas, para trabajar mejor y conseguir mejores resultados. Y en este proceso de reflexión, tener claro tu propósito es fundamental.

Levantarte cada día, volver al trabajo, avanzar en tus proyectos, … no es fácil. Por ello, conviene pararse de vez en cuando y reflexionar sobre qué es lo que te mueve, por qué haces lo que haces, … y tener tu propósito claro en mente.

La fuerza de tu por qué es muy poderosa.

Si realmente crees en él, todo merece la pena.

No todo sale como tú quieres. El día a día es lo suficientemente complejo y difícil como para derrotarte un poco, de vez en cuando. Los momentos de ‘bajón’, de agotamiento o de desánimo son inevitables… pero no permitas que esos malos momentos te hundan. En esos momentos difíciles, recuerda tu propósito. Deja que tu vida tenga significado, y para ello solo hay un secreto…

El secreto para que tu vida adquiera significado… es que tú le permitas tenerlo.

 

Why?

Tell me why…

 

 

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